Con una gala el próximo 4 de julio en la que presentará piezas operísticas y de música mexicana, el tenor Ramón Vargas se une a la celebración de los 90 años del Palacio de Bellas Artes, donde hizo su debut hace 42 años.
“Era un Ramón con muchas esperanzas, con muchas ganas de aprender y de ser. Sigo siendo el mismo, con una posición más de tranquilidad, de agradecimiento, que de búsqueda”.
En conferencia de prensa para anunciar la gala, Vargas afirmó que será “un recital muy divertido en el que contaremos con los integrantes del Coro de Bellas Artes y el pianista Ángel Rodríguez”.
El “hijo predilecto del Palacio de Bellas Artes”, como lo describió Héctor Romero, subdirector general de Bellas Artes, adelantó que el programa incluirá “la famosa ‘Danza’ de Rossini, canciones de ‘Rigoletto’, y ‘La Traviatta’ de Verdi", así como una selección de música de nuestro país, "que con los 90 años de Bellas Artes, estamos celebrando también a México. Habrá música de Manuel M. Ponce, María Grever, Agustín Lara y Armando Manzanero. Interpretarlos en Bellas Artes es darles un lugar en este recinto”.
En una conferencia a la que acudieron además María Katzarava, directora artística de la Compañía Nacional de Ópera y el pianista Ángel Rodríguez, el tenor reflexionó acerca de la importancia de la ópera: “Es una escuela de vida, lo digo sinceramente. La gente cree que son historias antiguas o cuentos, pero lo que se está haciendo últimamente en el teatro en general en el mundo, es buscar mantener esas enseñanzas. Es un conjunto de una diversidad de elementos o un recuento de lo que somos los seres humanos con nuestras virtudes, nuestros pecados, nuestras partes buenas y malas. Con ello mostramos que los seres humanos somos imperfectos. Esa es la finalidad de la ópera”.
Agregó que, gracias a sus interpretaciones, los cantantes hacen de las piezas de ópera una historia importante. “Y es ahí donde tenemos que trabajar para que las emociones que nosotros damos a la gente, sigan siendo importantes, auténticas, modernas, actuales. Lo que aprendemos de la ópera, para bien o para mal es a hacerla moderna. Los seres humanos nos equivocamos en muchas cosas y a la vez tenemos las mismas virtudes, esto es lo que me motiva a seguir interpretando ópera”, argumentó a la pregunta de El Sol de México.
Formador de nuevos talentos
A lo largo de su carrera, Ramón Vargas ha compaginado ser tenor con ser pedagogo, una profesión que ejerce basado sobre todo en su propia experiencia.
“Cuando yo me inicié y luego fui a Europa a buscar la internacionalización, me topé con cosas duras. En verdad yo aprendí muchas cosas solo y de una manera brutal; por ejemplo tuve agentes que me hacían cantar en fiestas privadas sin cobrar, porque me hacían creer que iba a ver un beneficio profesional para mí o promesas de gente que te hacía creer que con ellos ibas a debutar en algún escenario. Te das cuenta que nada de eso es verdad y vas solo por este camino.
“Por eso esas enseñanzas que conjunté ahora las comparto con nuevos talentos para que se les facilite su camino. En México estamos retrasados entre tres y cuatro años en relación con la formación de los jóvenes de otros países. Lo que el chico o la joven de 24 años está haciendo en Europa, un mexicano o mexicana lo hace a los 27 años porque no tenemos la infraestructura y otros elementos.
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“México produce muchas voces a nivel nacional, aunque tener buena voz no significa ser buen cantante. Las voces mexicanas son las más emocionantes, nosotros tenemos una capacidad interpretativa que los cantantes de otros países no tienen; México produce muchas voces, pero menos cantantes y nuestro trabajo en el Estudio de la Ópera de Bellas Artes (EOBA) que funde, es darles las herramientas y acceder a esos niveles internacionales.
“Gracias a que nuestra música es de muchos dolores, de tristeza, que nos lleva a ese espíritu dramático, como dice María Katzarava, por eso nuestra voz es algo especial frente a otros de otras nacionalidades”.