/ sábado 23 de julio de 2016

En festividad dedicada a la Virgen del Carmen

El Museo de El Carmen reúne por primera vez en una misma sala las ocho pinturas del siglo XVII de Cristóbal de Villalpando, que forman parte de su colección de arte sacro novohispano, así como una talla de la Virgen del Carmen que recibió en préstamo por parte de la Orden de los Carmelitas del Templo y el Convento de San Joaquín de Tacuba, en la Ciudad de México.

La exposición, que lleva el nombre del pintor, se integra a las actividades con las que el recinto museístico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) participa en la 159 Feria de las Flores, tradición heredada por los carmelitas descalzos desde 1617 y que por decreto emitido en 1856 por el entonces presidente de la República, Ignacio Comonfort, se organiza anualmente en el barrio de San Ángel, en el marco de la celebración dedicada a la Virgen del Carmen.

El director del museo, Alfredo Marín Gutiérrez, informó que entre las ocho obras de Villalpando, considerado el tesoro más valioso del recinto, hay cinco lienzos en los que el autor exalta los valores de la penitencia de los dos místicos carmelitas más representativos: san Juan de la Cruz y santa Teresa de Ávila, y recrea tres pasajes de la Pasión de Cristo.

Para su realización, Cristóbal de Villalpando (1649 - 1714) siguió un guion iconográfico que posiblemente le fue entregado por los religiosos del Colegio de San Ángelo Mártir.

En la pintura San Juan de la Cruz se representa un pasaje de la vida de ese santo, quien se encuentra en oración y en actitud de flagelarse frente a la imagen de Cristo. De manera simétrica, en el cuadro de Santa Teresa de Ávila, la gran teóloga reformadora de la orden carmelita aparece de rodillas y también disciplinándose en un altar frente a un crucifijo; al fondo se observa una religiosa que contempla la escena.

Las obras que aluden al tema de la Pasión de Cristo son: Oración del Huerto, en la que el artista novohispano recreó el pasaje bíblico narrado en los evangelios de san Mateo, san Marcos y san Lucas, donde se refleja la angustia en el rostro de Jesús y el papel protagónico que concede al ángel que apareció para consolarlo; Cristo atado a la columna, que alude al momento en que Jesucristo es azotado por órdenes de Poncio Pilato, y Rey de burlas, que representa a Jesús cubierto con un manto rojo y al que le colocan una corona de espinas y una caña en la mano derecha a manera de cetro.

Los otros tres cuadros, titulados “Los Desposorios de la Virgen María con San José”, “La Purificación de Santa Ana” (o “La Presentación de la Virgen en el templo”) y el “Retrato de San José con el Niño”, resaltan diversos momentos en la vida de la Virgen María.

En el primero, María viste con finas telas de seda que llevan bordadas perlas y piedras preciosas con hilos de oro. En la cabeza porta un discreto tocado de joyas y plumas, y un velo transparente le cubre el cabello. a “Purificación de Santa Ana”, también conocido como “La Presentación de la Virgen en el templo”, muestra a un sacerdote judío con la mirada hacia el cielo y en actitud de oración para presentar la niña a Jehová. La pequeña María voltea hacia su madre Santa Ana, envuelta en un manto blanco sobre una tela rosada de la que sale una aureola. La obra “Retrato de San José con el Niño” representa al padre terrenal de Cristo con su hijo en brazos, mientras éste lo mira con dulzura. El culto a San José fue ampliamente promovido por santa Teresa de Ávila.

Las piezas de excelente factura, que se exhiben en conjunto de manera temporal, fueron encargadas a uno de los pintores más importantes de la época virreinal, considerado entre los más prolíficos y brillantes. Cristóbal de Villalpando fue nombrado veedor del gremio de pintores y escultores en 1686, tarea que consistió en hacer los exámenes a los artistas y en vigilar la calidad de las obras; dicho cargo lo ostentó hasta su muerte, en 1714.

Las primeras obras en las que el pintor estampó su firma datan de 1675 y son las que integran el retablo del Templo de San Martín de Tours, en Huaquechula, Puebla, uno de los monasterios franciscanos más antiguos de la entidad. Villalpando se inició en el oficio como muchos otros de su época, al copiar grabados de autores europeos que llegaban a América. En su obra se aprecia la influencia de Rubens, particularmente en el manejo de las sombras y el color.

La exposición permanecerá hasta el 31 de julio en el anterrefectorio y refectorio del museo. En el marco de la festividad de la Virgen del Carmen, este 19 de julio se entregaron los premios a los ganadores del concurso de pintura convocado por el Patronato de la Feria de las Flores, cuyos trabajos se presentan en la sala de exposiciones temporales del recinto sanangelino.

Otras de las expresiones culturales de esta fiesta tradicional de San Ángel son la música, la gastronomía y los altares con arreglos florales que se colocan en las casas y antiguas casonas de la localidad dedicados a la patrona de los carmelitas, en los que por su belleza destacan las dalias, flor oficial de la Feria de las Flores, originaria de la antigua Tenochtitlán y declarada símbolo de la floricultura nacional por parte del presidente Adolfo López Mateos, en 1963. Acorde con la festividad, el Museo de El Carmen también exhibe la exposición fotográfica “Los afanes de la memoria”, que ofrece una apreciación de lo que fue este antiguo pueblo desde finales del siglo XIX, cuando era una pequeña villa rural y de verano, hasta el momento en que fue incorporado a la Ciudad de México como uno de sus barrios más significativos, a mediados del siglo XX.

El Museo de El Carmen se ubica en avenida Revolución 4 y 6, esquina con Monasterio, colonia San Ángel. Horario: martes a domingo, de 10 a 17 horas. Costo de acceso: 55 pesos. La entrada es libre para estudiantes, profesores y adultos mayores con credencial vigente. Los domingos, el ingreso es gratuito para el público nacional con identificación oficial.

El Museo de El Carmen reúne por primera vez en una misma sala las ocho pinturas del siglo XVII de Cristóbal de Villalpando, que forman parte de su colección de arte sacro novohispano, así como una talla de la Virgen del Carmen que recibió en préstamo por parte de la Orden de los Carmelitas del Templo y el Convento de San Joaquín de Tacuba, en la Ciudad de México.

La exposición, que lleva el nombre del pintor, se integra a las actividades con las que el recinto museístico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) participa en la 159 Feria de las Flores, tradición heredada por los carmelitas descalzos desde 1617 y que por decreto emitido en 1856 por el entonces presidente de la República, Ignacio Comonfort, se organiza anualmente en el barrio de San Ángel, en el marco de la celebración dedicada a la Virgen del Carmen.

El director del museo, Alfredo Marín Gutiérrez, informó que entre las ocho obras de Villalpando, considerado el tesoro más valioso del recinto, hay cinco lienzos en los que el autor exalta los valores de la penitencia de los dos místicos carmelitas más representativos: san Juan de la Cruz y santa Teresa de Ávila, y recrea tres pasajes de la Pasión de Cristo.

Para su realización, Cristóbal de Villalpando (1649 - 1714) siguió un guion iconográfico que posiblemente le fue entregado por los religiosos del Colegio de San Ángelo Mártir.

En la pintura San Juan de la Cruz se representa un pasaje de la vida de ese santo, quien se encuentra en oración y en actitud de flagelarse frente a la imagen de Cristo. De manera simétrica, en el cuadro de Santa Teresa de Ávila, la gran teóloga reformadora de la orden carmelita aparece de rodillas y también disciplinándose en un altar frente a un crucifijo; al fondo se observa una religiosa que contempla la escena.

Las obras que aluden al tema de la Pasión de Cristo son: Oración del Huerto, en la que el artista novohispano recreó el pasaje bíblico narrado en los evangelios de san Mateo, san Marcos y san Lucas, donde se refleja la angustia en el rostro de Jesús y el papel protagónico que concede al ángel que apareció para consolarlo; Cristo atado a la columna, que alude al momento en que Jesucristo es azotado por órdenes de Poncio Pilato, y Rey de burlas, que representa a Jesús cubierto con un manto rojo y al que le colocan una corona de espinas y una caña en la mano derecha a manera de cetro.

Los otros tres cuadros, titulados “Los Desposorios de la Virgen María con San José”, “La Purificación de Santa Ana” (o “La Presentación de la Virgen en el templo”) y el “Retrato de San José con el Niño”, resaltan diversos momentos en la vida de la Virgen María.

En el primero, María viste con finas telas de seda que llevan bordadas perlas y piedras preciosas con hilos de oro. En la cabeza porta un discreto tocado de joyas y plumas, y un velo transparente le cubre el cabello. a “Purificación de Santa Ana”, también conocido como “La Presentación de la Virgen en el templo”, muestra a un sacerdote judío con la mirada hacia el cielo y en actitud de oración para presentar la niña a Jehová. La pequeña María voltea hacia su madre Santa Ana, envuelta en un manto blanco sobre una tela rosada de la que sale una aureola. La obra “Retrato de San José con el Niño” representa al padre terrenal de Cristo con su hijo en brazos, mientras éste lo mira con dulzura. El culto a San José fue ampliamente promovido por santa Teresa de Ávila.

Las piezas de excelente factura, que se exhiben en conjunto de manera temporal, fueron encargadas a uno de los pintores más importantes de la época virreinal, considerado entre los más prolíficos y brillantes. Cristóbal de Villalpando fue nombrado veedor del gremio de pintores y escultores en 1686, tarea que consistió en hacer los exámenes a los artistas y en vigilar la calidad de las obras; dicho cargo lo ostentó hasta su muerte, en 1714.

Las primeras obras en las que el pintor estampó su firma datan de 1675 y son las que integran el retablo del Templo de San Martín de Tours, en Huaquechula, Puebla, uno de los monasterios franciscanos más antiguos de la entidad. Villalpando se inició en el oficio como muchos otros de su época, al copiar grabados de autores europeos que llegaban a América. En su obra se aprecia la influencia de Rubens, particularmente en el manejo de las sombras y el color.

La exposición permanecerá hasta el 31 de julio en el anterrefectorio y refectorio del museo. En el marco de la festividad de la Virgen del Carmen, este 19 de julio se entregaron los premios a los ganadores del concurso de pintura convocado por el Patronato de la Feria de las Flores, cuyos trabajos se presentan en la sala de exposiciones temporales del recinto sanangelino.

Otras de las expresiones culturales de esta fiesta tradicional de San Ángel son la música, la gastronomía y los altares con arreglos florales que se colocan en las casas y antiguas casonas de la localidad dedicados a la patrona de los carmelitas, en los que por su belleza destacan las dalias, flor oficial de la Feria de las Flores, originaria de la antigua Tenochtitlán y declarada símbolo de la floricultura nacional por parte del presidente Adolfo López Mateos, en 1963. Acorde con la festividad, el Museo de El Carmen también exhibe la exposición fotográfica “Los afanes de la memoria”, que ofrece una apreciación de lo que fue este antiguo pueblo desde finales del siglo XIX, cuando era una pequeña villa rural y de verano, hasta el momento en que fue incorporado a la Ciudad de México como uno de sus barrios más significativos, a mediados del siglo XX.

El Museo de El Carmen se ubica en avenida Revolución 4 y 6, esquina con Monasterio, colonia San Ángel. Horario: martes a domingo, de 10 a 17 horas. Costo de acceso: 55 pesos. La entrada es libre para estudiantes, profesores y adultos mayores con credencial vigente. Los domingos, el ingreso es gratuito para el público nacional con identificación oficial.

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