ÁMSTERDAM,Holanda.- Con un lápiz y un papel, los grandes maestros de todos los tiemposhacen verdaderas obras de arte. Unos pocos trazos realizados enunos cuantos minutos son capaces de crear rostros, escenas ypaisajes, de transmitir sentimientos, de evocar escenasvividas.
Tuve oportunidad de visitar laexposición de la que el artículo toma su nombre, que estaráabierta en la Casa Cromhout en Ámsterdam hasta el 15 de octubre.Solo son 25 obras seleccionadas de entre la colección de dibujos,pinturas y grabados que el magnate del carbón Carel Joseph Fodor(1801-1860) donó a la ciudad tras su muerte.
Rostros de niños, jóvenes, adultosy ancianos. Algunos solo esbozados, como para no olvidar unosrasgos, otros tienen tanto detalle que son obras completas en símismas. Mirándolos me di cuenta que son tan importantes los trazoscomo los espacios que se dejan en blanco.
Al dibujo se le considera “lamadre de todas las artes” debido a que es el vínculo máscercano entre la mano del artista y la imagen que tiene en lacabeza. Por eso dicen que un artista nunca debe salir de casa sinsu cuaderno de dibujo y un lápiz. No importa el tamaño, loimportante es poder captar ahí ideas para una obra a realizar enel futuro.
El dibujo sirve también para ensayar composiciones,para practicar un boceto difícil o simplemente para soltar la manoantes de empezar a trabajar. A nosotros, como observadores, nossirve para entender el proceso creativo de los grandes genios.
De Leonardo DaVinci (1452-1519)
Se muestra “Cabeza de unanciano”, un rostro potente y expresivo que se cree le sirviócomo estudio para uno de los apóstoles en la “Última cena”que pintó en el claustro de la iglesia de Santa María de laGracia en Milán.
Cuando tuve frente a mí “Cabezade mujer”, de Francesco Salviati (1509-1563) no me quedó duda deque era un estudio para el rostro de una virgen italiana. Leyendoel catálogo descubrí que la pintura para la que sirvió de basese encuentra en la iglesia de Santa Cristina en Bolonia. Unasfacciones delicadas que transmiten paz y dulzura, los ojosentornados mirando hacia abajo y el cabello recogido forman un todomuy armónico.
Pedro Pablo Rubens (1577-1640)también está presente en la colección de Fodor con “Hombrejoven que abraza a una mujer”, un estudio para un par de figurasde “El jardín del amor” (1630-35) que cuelga en el Museo delPrado. Vemos a un joven con sombrero tomando de la cintura a unamuchacha, casi podemos sentir la presión que su mano hace en sutalle… pero de ella solo está esbozado su rostro y su cuerpo esun espacio en blanco. ¿Cómo logró que viéramos algo que noexiste? ¡La magia de un maestro!
“Joven con un gorro de piel deoveja” es uno de los seis dibujos de Cornelis Visscher(1628-1658) que forman parte de esta colección. El artista, uno delos principales retratistas neerlandeses de su tiempo, nos muestra,con pocos trazos y sombras, facciones y texturas tan claras que nonos queda duda de por qué fue tan valorado.
A Rembrandt Van Rijn(1606-1669)
Fodor le tenía un cariño especial.Lo intuimos porqué adquirió muchos dibujos y grabados suyos. Elque más me llamó la atención de los que pude ver fue “Venus yMarte en la red de Vulcano” porque nos permite, además deapreciar sus trazos, advertir su talento como narrador de historiascon sentido del humor y capacidad para mostrar reaccionesemocionales.
Tanto Homero (en su Odisea) como Ovidio (en suMetamorfosis) cuentan la historia: A pesar de que Venus, la diosadel amor, estaba casada con Vulcano, el dios del fuego, ella tuvoun romance con Marte, el dios de la guerra. Vulcano se enteró yforjó una red de bronce que colgó encima de la cama de suesposa.Cuando Venus y Marte estaban desnudos, uno en los brazos delotro, Vulcano los atrapó en esa red. En los libros, el marido abrela puerta de su casa para que los amantes queden a la vista detodos. En el dibujo, los lleva ante los dioses para que losjuzguen. Se ve a Vulcano enojado. Júpiter, el dios supremo, loescucha. A los demás les resulta divertida la escena y la mirancon placer no disimulado.
Sobre el coleccionista CarelJoseph Fodor
Poco se sabe. Hijo único de uncomerciante de carbón que provenía a su vez de una familia demúsicos y amantes del arte, hizo crecer el negocio paterno yformó su propia colección que llegó a contar con mil 300grabados y 900 dibujos de artistas de diversos orígenes y épocas,así como de 160 óleos de pintores europeos contemporáneos. Laspuertas de su casa estuvieron siempre abiertas para quienestuvieran interés en su acervo. Su intención fue que el públicoen general pudiera apreciarla también después de su muerte.Falleció soltero. Le heredó su colección a la Ciudad deÁmsterdam y en su testamento dejó indicaciones (y los recursosnecesarios) para que todas las obras se exhibieran en su casona enel Canal del Emperador (Keizersgracht), que se convertiría en elMuseo Fodor, uno de los primeros museos municipales.
En esta exposición, la Casa Cromhout nos permiteadmirar una pequeña muestra de esta valiosa colección que estehombre, casi olvidado por la historia, dejó para usted y para mí.Para mayor información: www.cromhouthuis.nl. (OEM-Informex).
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