Kioto, Japón.- En el mundo recluido de los barrios de geishas de Kioto, donde nada parece haber cambiado desde el siglo XVII, jovencitas llevan una vida de asceta para preservar en todo su refinamiento el arte y la cultura de Japón.
Enfundadas en sus largos kimonos, con sus rostros maquillados sobre una espesa base blanca, las geishas, o más bien "geikos", de la excapital imperial, caminan con elegancia por las calles adoquinadas del barrio de Gion, para asistir a sus citas en las casas de té.
Éstas abandonaron la escuela a los 15 años, para comenzar primero como empleadas domésticas antes de convertirse rápidamente en "maikos", o sea, aprendices de geisha. Durante los cinco años siguientes reciben una sólida formación en danza tradicional, instrumentos musicales japoneses -el laúd y el shamisen de tres cuerdas- así como también en protocolo y el arte de la conversación.
Hacia los 20 años reciben el título de "geiko". Su oficio es entonces el de entretener y divertir a huéspedes pudientes, sobre todo en cenas o banquetes.
Éstos, en su mayoría políticos y hombres de negocios, por lo general no saben cuánto cuesta una velada con una de las 175 "geikos" de Kioto hasta que reciben una factura por un monto exorbitante. (AFP)
/cpg