Roberto Rondero / El Sol de México
Ciudad de México.- Son los tiempos de la espada y la leyenda en “Interregno” (Ediciones B, 784 páginas), libro escrito por José Vicente Pascual (Madrid, 1956), inscrito en la ficción histórica situada a principios del siglo V, prácticamente desaparecido el dominio de Roma, donde los pueblos del norte de la península Ibérica y las tribus, los clanes y las naciones euroasiáticas que la han invadido lucha encarnizadamente por la supremacía.
Perviven a lo largo de sus páginas, en cambio, el antiguo culto animista y la espiritualidad vinculada a las fuerzas de la naturaleza, propios de la religión céltica, la hechicería y la magia, enfrentados a las deidades clásicas y, sobre todo, a la nueva fe cristiana.
- Época Oscura
En “Interregno”, Berardo de Hogeras Altas, desde su rica ciudad guarecida en el vértice montañoso cántabro-astur –leonés, convoca a sus vecinos y aliados para fundar un señorío defendido por un poderoso ejército. Han de enfrentarse a la amenaza de los vándalos asdingos y las salvajes partidas de halaunios que asuelan la región; también se defenderán antes los planes de codiciosos Hermerico, rey de los suevos, quien desde su trono en Bracara Augusta planea adueñarse de todo el norte peninsular. Aunque, quizá, los enemigos más temibles sean las intrigas por el poder y la traición.
La llamada de Berardo es respondida por los bravos montañeses de Gargantas del Cobre, los cazadores del valle de Eione, los fieros guerreros de Pasos Cerrado
Para el mismo autor, los principales escenarios de la novela se localizan en ámbitos de loa que fue antiquísima civilización vadiniense, en el vértice cántabro-astur-leonés de los actuales Picos de Eruopa.
“…Ningún dios es más poderosos que un hombre –se decía Egidio, intentando reavivarse los ánimos-. Ni los dioses de los bárbaros ni las deidades de Roma ni el dios de los cristianos tienen más fuerza cualquier mortal, menos aún si ese hombre es un guerrero, quien toma la espada, decide entre la vida y la muerte y se proclama dueño de su eternidad”.
“Tiritando de frío y abrumado por la noche, lamentaba Egidio no ser un guerrero. Ni siquiera un hombre valeroso.
Al inicio de la extensa novela aparecen “Las leyes del pasado”:
“…Los bárbaros que habían penetrado en las Españas, las devastan en lucha sangrienta. La peste hace por su parte no menos rápidos estragos. Desparramándose furiosos los bárbaros por las Españas, y encrudeciéndose al igual el azote de la peste, el tiránico exactor roba y el soldado saquea los mantenimientos y riquezas guardados en las ciudades; reina un hambre tan espantosa que, obligado por ella, el género humano devora carne humana y hasta las madres matan a sus hijos….Las fieras, aficionadas a los cadáveres por la espada, destrozan hasta a los hombres más fuertes. De esta suerte, exacerbadas en todo el orbe las cuatro plagas: el hierro, el hambre, la peste y las fieras, cúmplanse las predicciones que hizo el Señor por boca de sus profetas. Crónica de Idacio de Limia,
Obispo de Chaves (16-410) 468 d.C.