Nueva York, EU.- El escritor Jorge Volpi considera que la literatura mexicana se distingue por no tener mínimos comunes denominadores más allá de “la voluntad de huir de los exotismos forzosos que se exigen de las letras latinoamericanas”.
En una entrevista con Efe, con motivo de su participación en el festival de literatura de Nueva York Pen World Voices, dedicado este año a México, el autor de obras como “En busca de Klingsor” y “El fin de la locura” señaló que no existen prácticamente puntos en común entre escritores mexicanos, más allá de la lengua española.
“La variedad estilística es muy amplia, como es la condición general también para toda la literatura latinoamericana”, afirmó Volpi, que en agosto publicará “Examen de mi padre”, unos ensayos que define “sobre lo íntimo y lo público”.
Según el escritor, las voces de la literatura mexicana son diversas y cosmopolitas y rehúyen de ese realismo mágico que muchos buscan en esa región del Planeta.
Para Volpi, la literatura de su país vive “un gran momento” tras haber vivida la “edad de oro” en el país por la generación nacida entre finales de los años 20 y principios de los 30, “la del medio siglo”.
Tras esa generación, que incluye a Carlos Fuentes y otros premios Cervantes, llegó la generación a la que pertenece, los nacidos en los años sesenta, como Ignacio Padilla y Eloy Urroz, y de cuyo manifiesto se cumplen 20 años.
“La generación del crack, como se nos llamó, fue muy importante porque nos hizo ver en la literatura un trabajo solitario que podía ser placer compartido y además nos situó en el contexto latinoamericano”, señaló.
A propósito de la gran presencia de las drogas en la sociedad y, por ende, en la literatura mexicana, Volpi indicó que “es natural que los escritores de cada tiempo y lugar reflejen los problemas sociales que vive su en su entorno”. El autor recordó que aunque ya Óscar Liera (“El camino rojo a Sabaiba”) habló de los cultivos de droga en México, fue a partir de 2006 de la “guerra contra el narcotráfico” del entonces presidente, Felipe Calderón.