POR ROBERTO RONDERO Es Donato Carrisi (Martina Franca, Italia, 1973) el autor italiano de thrillers más leído a nivel mundial, con más de tres millones de ejemplares vendidos, de ahí que este escritor y guionista de películas y series de televisión, ha sido galardonado con el Premio Bancarella de Italia , el Prix Polar y el Livre de Poche, la distinción más importante de los lectores en Francia, y cuya más reciente novela, “El cazador de la oscuridad” (Editoriale Mauri Spagnol, 475 páginas), es, a decir de Ken Follet, “Como estar en el paraíso”.
En “El cazador de la oscuridad”, las y los lectores de Carrisi pueden adentrarse en el corazón del mal, en una Roma muy inquietante, y la que un hombre investiga los misterios y los crímenes sin resolver, busca las anomalías pero sobre todo intenta descubrir su propia identidad.
“YO NO EXISTO”
…Venimos al mundo y morimos olvidando. Lo mismo le había sucedido a él. Había nacido por segunda vez, pero antes tuvo que morir. El precio era olvidar quién había sido.
“Yo no existo”, seguí repitiéndose, porque era la única verdad que conocía. El proyectil que le había perforado la sien se había llevado consigo el pasado y, con él, su identidad. En cambio, no había afectado a la memoria general ni a los centros del lenguaje, y –curiosamente- hablaba varios idiomas.
“Ese talento singular para las lenguas era la ´nica certeza que tenía”.
A Carrisi, “La Stampa” lo ha definido como “genio del mal”, y para “IlVenerdi, esta autor supera todas las fronteras y ha alcanzado el reconocimiento mundial”.
En “El cazador de la oscuridad”, Marcus es sacerdote y tiene un don: detecta el mal que anida en las personas. Sandra es fotógrafa de la policía. Y también tiene un don: puede hacer visible lo invisible. Ahora ambos han unido sus talentos para atrapar a un asesino abominable: alguien que sólo escoge como víctimas a parejas jóvenes.
La investigación de los crímenes les lleva al Vaticano, al archivo donde se atesoran los mayores crímenes de la humanidad. Un inventario del mal absoluto. Un lugar siniestro donde todo es oscuridad.
…”Solo entonces Marcus se fijó en el sonido. Un unísono murmullo procedente de debajo de los lienzos que cubrían sus rostros. Una letanía. Rezaban en latín.
Clemente lo cogió del brazo y tiró de él. Marcus iba a seguirlo pero, en ese momento, una de las monjas pasó junto a él. Y entonces oyó nítidamente una frase.
“Hic estdiabolus”. El diablo está aquí.