POR ROBERTO RONDERO
¿Pues a qué hora me dieron los 30? Se pregunta asombrada la también neurótica, obsesiva y “un poquito deslenguada” Juan Inés Dehesa en su libro “Treintona, soltera y fantástica” (Océano Expres, 233 páginas), cuyo hashtag es #ALos30sunonosequedaconlasganas.
En su manual de supervivencia, la periodista y escritora Juana Inés Dehesa incluye temas como “Nadie me dijo que iba a ser así”, “Cuando los modelos te quedan chicos”, “¿A qué hora se casaron todos?”, “Tic-tac: verdades y mentiras del reloj biológico”, “¿Pedir de cenar o pedir un taxi? Las citas en los 30”, “¿Y a mí de qué me sirve un novio?”, “Cuidadito, cuidadito, cuaidaaadito: las trampas de la treintona que busca novio”, “¿Qué quiero y qué no?”, “¿Existen “las reglas”?, “Tengo un cuerpo y me gusta usarlo”, “¿Será que mi éxito me estorba”, entre otros. ANDAR INSOPORTABLE
…”Yo a quien me lo pregunte, le digo que soy muy feliz. Que ser una soltera mexicana de 35 años –entrados en 36- no me provoca el más mínimo conflicto. Que, muy por el contrario, voy proclamándolo por el mundo a los cuatro vientos, porque, para empezar, ni me veo de 35, ni soy el tipo de mujer que necesita un hombre al lado para que la defina y la valide ante el mundo; además de que, gracias a la afirmación de mi autonomía, he tomado una serie de decisiones que me han permitido crecer y organizarme una existencia que me acomoda”.
De esta manera Dehesa (“Socorro [pero me dicen “Coco”], “PinkDoll y “Rebel Doll”), inicia este ensayo confesional, reflexivo pero con un tono irreverente en el que a partir de su propia experiencia, somete a examen los discurso con lo que creció su generación y propone un manual de supervivencia para todas las fantásticas treintonas solteras que, como ella, se encuentren en el proceso de salvarse de sí mismas.
“Sin darme cuenta ni a qué horas ni cómo, me brotó en el alma una especie de gemela maligna que se dio a la tarea de masacrar a mi parte más rescatable; esa que había destacado en otros ámbitos y que tenía una clara conciencia de su valor.
“Por razones que todavía no termino de entender (aunque en eso estoy), dejé de lado lo que ya había aprendido de mí y que me daba una cierta seguridad y apostura para funcionar en el mundo, y permití que mi gemela dictara si yo era, o no, valiosa, valiéndose en teoría de las reacciones –generalmente malinterpretadas- de otras personas.
“En otras palabras, que me fui poniendo en una situación donde si fulano no me llamaba después de salir conmigo, yo tenía que asumir no había sido suficientemente atractiva o interesante para fulano y que, por lo tanto, yo no era, ni iba a ser nunca, suficientemente atractiva o interesante para nadie, punto”.