/ viernes 26 de febrero de 2021

60 años esperando quien le escriba al coronel

La novela de Gabriel García Márquez, un breve relato que se distingue por contener una unidad dramática lejana al realismo mágico, cumple seis décadas de su primera edición

El mito cuenta que en 1961, el editor colombiano Alberto Aguirre imprimió dos mil ejemplares de El coronel no tiene quien le escriba, novela por la que pagó 500 pesos a Gabriel García Márquez. A pesar de tener fe en su recepción, la historia no tuvo el éxito esperado: apenas se vendieron 500 copias, 200 fueron un regalo a amigos, 150 para la prensa y el resto terminó en el papel de viejo.

García Márquez adoraba esa historia e hizo hasta lo imposible para que se conociera. “Yo creo que es mi mejor libro, sin lugar a dudas. Además, y esto no es una boutade, tuve que escribir Cien años de soledad para que leyeran El coronel no tiene quien le escriba”, declaró el autor a Alonso Rentería en el libro García Márquez habla de García Márquez.

Ahora, después de 60 años de la primera publicación de la novela, ésta se ubica en la primera fila de la obra literaria del Premio Nobel de Literatura 1982. Un breve relato que se distingue por contener una unidad dramática lejana al realismo mágico, en una secuencia temporal que da voz a los desamparados, a los olvidados por la Historia.

“Corresponde a la primera época de la trayectoria novelística de García Márquez, viene después de La Hojarasca y es anterior a Cien años de soledad, además el propio autor tenía un gran cariño por esa novela; lo interesante es la forma en la cual diverge El coronel no tiene quien le escriba de una serie de características que se asocian con la obra de ficción de García Márquez, sobre todo la historia de la familia Buendía, el realismo mágico, la aparición de sucesos maravillosos que rompen con la visión objetiva de los hechos; esto es diferente en esta novela que tiene una lectura de crítica social y política lejana al realismo mágico”, apuntó Geney Beltrán, director de la Casa-Estudio Cien Años de Soledad.


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UNIDAD DRAMÁTICA

La novela nació en el frío París de 1956, cuando García Márquez estaba exiliado. El autor escribía La mala hora, cuando de golpe le vino a la mente la escena del coronel esperando día a día la llegada del cheque de su pensión. La anécdota tiene origen en la realidad. Primero, en el abuelo del novelista quien murió sin ver llegar su pensión, y, segundo, en el propio escritor que vivió sin dinero ni trabajo en Europa y todos los días revisaba su correo esperando la ayuda de sus amigos de Latinoamérica.

“Conocía la historia de mi abuelo que estuvo toda la vida esperando que le mandaran su pensión de veterano de la guerra civil. Cuando mi abuelo se murió, mi abuela me dijo: ‘Tu abuelo se murió esperando su pensión de veterano, pero yo no me preocupo porque a ustedes les llegará’. Una pensión que no llegó nunca. Entonces yo había pensado siempre que esa podía ser una historia para una comedia. Pero cuando estaba en París, empecé escribiendo la comedia del coronel que espera su pensión, y todos los días sacaba dinero de la mesa de noche, bajaba, comía en la esquina, subía, hasta que un día hice así, y rasguñé y ya no había ni un centavo. Entonces lo que había empezado como una comedia lo volví al revés y empecé a escribirlo realmente como era.

“Entonces había un momento en que lo que estaba escribiendo correspondía exactamente con la realidad, y por eso creo, contra el criterio de todos los críticos, que es el mejor libro que he escrito: es decir que, si he escrito una obra maestra, esa obra maestra es El coronel no tiene quien le escriba, porque duré escribiendo la realidad de cada día a medida que iba sucediendo”, dijo el autor en una entrevista con el periódico El Espectador, en marzo de 1977.

Beltrán destacó los elementos realistas de la historia que colocan a la novela en una unidad dramática. En esta historia no hay saltos de tiempo, tiene una estructura temporal que involucra diferentes momentos secuenciales, no hay búsqueda de carácter experimental. Esa naturaleza clásica y en apariencia sencilla es la unidad dramática que logra conectar con el lector.

“Aunque es un personaje derrotado por la historia, tiene una visión, una ilusión, y es un movimiento dramático muy claro del personaje en la forma en que la ilusión lo mantiene de pie. Esa unidad dramática me parece que es lo que explica la potencia del personaje, es inolvidable, de una gran dignidad, que en medio de la pobreza trata de mantener el decoro, le da pena que en el pueblo se entere que se está muriendo de hambre y eso conecta con quienes lo leemos”, refirió el también escritor.

La postura crítica planteada por el autor inicia desde el personaje central, el coronel, un hombre menor, vencido por la historia, y ahora está en el centro de la trama. “Es –apuntó Geney- una prosa directa, concreta, muy del mundo real donde se vuelve más vivida la historia del coronel y su esposa”.


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UN DRAMA HECHO CINE

Para García Márquez la novela estaba pensada desde el origen para llegar al cine. “Cuando leo El coronel no tiene quien le escriba me doy cuenta de que no es literatura, sino cine porque lo que en realidad yo quería ser era guionista. Quiero decir que la novela tiene una estructura completamente cinematográfica y que su estilo narrativo es similar al del montaje cinematográfico; los personajes hablan apenas, hay una gran economía de palabras y la novela se desarrolla con la descripción de los movimientos de los personajes como si los estuviera siguiendo con una cámara. Hoy en día, cuando leo un párrafo de la novela veo la cámara”, afirmó el novelista a la revista de Cine Cubano, en julio de 1969.

“En esa época para describir algo yo necesitaba imaginar exactamente el escenario; por ejemplo: si se trataba de un cuarto, el tamaño que tendría, los pasos que debía dar el personaje para moverse en él, etc.; o sea, trabajaba como un cineasta. Ahora me doy cuenta de todo esto porque también me doy cuenta de lo que son las soluciones literarias y las soluciones visuales o cinematográficas y me doy cuenta de que todos mis trabajos anteriores a Cien años de soledad son cine”, añadió.

Naturalmente la novela llegó a la pantalla grande en 1999 dirigida por Arturo Ripstein. El guion fue una adaptación de Paz Alicia Garciadiego y fue coproducida de manera internacional entre México, Francia y España. La película fue presentada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas como su candidata para el Oscar a la mejor película extranjera en 1999, aunque no consiguió la nominación.

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Logró el premio a Mejor película latinoamericana en el Festival de Sundance, y estuvo nominada a la Palma de Oro como mejor película en el Festival de Cannes de 1999 y al mejor guion en los Premios Goya.

A 60 años de su primera edición, El coronel no tiene quien le escriba se mantiene como una de las novelas más populares de Gabriel García Márquez.



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El mito cuenta que en 1961, el editor colombiano Alberto Aguirre imprimió dos mil ejemplares de El coronel no tiene quien le escriba, novela por la que pagó 500 pesos a Gabriel García Márquez. A pesar de tener fe en su recepción, la historia no tuvo el éxito esperado: apenas se vendieron 500 copias, 200 fueron un regalo a amigos, 150 para la prensa y el resto terminó en el papel de viejo.

García Márquez adoraba esa historia e hizo hasta lo imposible para que se conociera. “Yo creo que es mi mejor libro, sin lugar a dudas. Además, y esto no es una boutade, tuve que escribir Cien años de soledad para que leyeran El coronel no tiene quien le escriba”, declaró el autor a Alonso Rentería en el libro García Márquez habla de García Márquez.

Ahora, después de 60 años de la primera publicación de la novela, ésta se ubica en la primera fila de la obra literaria del Premio Nobel de Literatura 1982. Un breve relato que se distingue por contener una unidad dramática lejana al realismo mágico, en una secuencia temporal que da voz a los desamparados, a los olvidados por la Historia.

“Corresponde a la primera época de la trayectoria novelística de García Márquez, viene después de La Hojarasca y es anterior a Cien años de soledad, además el propio autor tenía un gran cariño por esa novela; lo interesante es la forma en la cual diverge El coronel no tiene quien le escriba de una serie de características que se asocian con la obra de ficción de García Márquez, sobre todo la historia de la familia Buendía, el realismo mágico, la aparición de sucesos maravillosos que rompen con la visión objetiva de los hechos; esto es diferente en esta novela que tiene una lectura de crítica social y política lejana al realismo mágico”, apuntó Geney Beltrán, director de la Casa-Estudio Cien Años de Soledad.


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UNIDAD DRAMÁTICA

La novela nació en el frío París de 1956, cuando García Márquez estaba exiliado. El autor escribía La mala hora, cuando de golpe le vino a la mente la escena del coronel esperando día a día la llegada del cheque de su pensión. La anécdota tiene origen en la realidad. Primero, en el abuelo del novelista quien murió sin ver llegar su pensión, y, segundo, en el propio escritor que vivió sin dinero ni trabajo en Europa y todos los días revisaba su correo esperando la ayuda de sus amigos de Latinoamérica.

“Conocía la historia de mi abuelo que estuvo toda la vida esperando que le mandaran su pensión de veterano de la guerra civil. Cuando mi abuelo se murió, mi abuela me dijo: ‘Tu abuelo se murió esperando su pensión de veterano, pero yo no me preocupo porque a ustedes les llegará’. Una pensión que no llegó nunca. Entonces yo había pensado siempre que esa podía ser una historia para una comedia. Pero cuando estaba en París, empecé escribiendo la comedia del coronel que espera su pensión, y todos los días sacaba dinero de la mesa de noche, bajaba, comía en la esquina, subía, hasta que un día hice así, y rasguñé y ya no había ni un centavo. Entonces lo que había empezado como una comedia lo volví al revés y empecé a escribirlo realmente como era.

“Entonces había un momento en que lo que estaba escribiendo correspondía exactamente con la realidad, y por eso creo, contra el criterio de todos los críticos, que es el mejor libro que he escrito: es decir que, si he escrito una obra maestra, esa obra maestra es El coronel no tiene quien le escriba, porque duré escribiendo la realidad de cada día a medida que iba sucediendo”, dijo el autor en una entrevista con el periódico El Espectador, en marzo de 1977.

Beltrán destacó los elementos realistas de la historia que colocan a la novela en una unidad dramática. En esta historia no hay saltos de tiempo, tiene una estructura temporal que involucra diferentes momentos secuenciales, no hay búsqueda de carácter experimental. Esa naturaleza clásica y en apariencia sencilla es la unidad dramática que logra conectar con el lector.

“Aunque es un personaje derrotado por la historia, tiene una visión, una ilusión, y es un movimiento dramático muy claro del personaje en la forma en que la ilusión lo mantiene de pie. Esa unidad dramática me parece que es lo que explica la potencia del personaje, es inolvidable, de una gran dignidad, que en medio de la pobreza trata de mantener el decoro, le da pena que en el pueblo se entere que se está muriendo de hambre y eso conecta con quienes lo leemos”, refirió el también escritor.

La postura crítica planteada por el autor inicia desde el personaje central, el coronel, un hombre menor, vencido por la historia, y ahora está en el centro de la trama. “Es –apuntó Geney- una prosa directa, concreta, muy del mundo real donde se vuelve más vivida la historia del coronel y su esposa”.


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UN DRAMA HECHO CINE

Para García Márquez la novela estaba pensada desde el origen para llegar al cine. “Cuando leo El coronel no tiene quien le escriba me doy cuenta de que no es literatura, sino cine porque lo que en realidad yo quería ser era guionista. Quiero decir que la novela tiene una estructura completamente cinematográfica y que su estilo narrativo es similar al del montaje cinematográfico; los personajes hablan apenas, hay una gran economía de palabras y la novela se desarrolla con la descripción de los movimientos de los personajes como si los estuviera siguiendo con una cámara. Hoy en día, cuando leo un párrafo de la novela veo la cámara”, afirmó el novelista a la revista de Cine Cubano, en julio de 1969.

“En esa época para describir algo yo necesitaba imaginar exactamente el escenario; por ejemplo: si se trataba de un cuarto, el tamaño que tendría, los pasos que debía dar el personaje para moverse en él, etc.; o sea, trabajaba como un cineasta. Ahora me doy cuenta de todo esto porque también me doy cuenta de lo que son las soluciones literarias y las soluciones visuales o cinematográficas y me doy cuenta de que todos mis trabajos anteriores a Cien años de soledad son cine”, añadió.

Naturalmente la novela llegó a la pantalla grande en 1999 dirigida por Arturo Ripstein. El guion fue una adaptación de Paz Alicia Garciadiego y fue coproducida de manera internacional entre México, Francia y España. La película fue presentada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas como su candidata para el Oscar a la mejor película extranjera en 1999, aunque no consiguió la nominación.

Muere Rubem Fonseca, uno de los grandes escritores de Brasil

Logró el premio a Mejor película latinoamericana en el Festival de Sundance, y estuvo nominada a la Palma de Oro como mejor película en el Festival de Cannes de 1999 y al mejor guion en los Premios Goya.

A 60 años de su primera edición, El coronel no tiene quien le escriba se mantiene como una de las novelas más populares de Gabriel García Márquez.



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