/ viernes 3 de enero de 2020

Hijo de la guerra | Un acercamiento al origen de la violencia

En su nueva novela, el periodista mexicano Ricardo Raphael narra de manera asfixiante el drama humano que implica primero el ascenso y luego la caía de los victimarios en la guerra del narco

"El año pasado salió en la televisión que me acababan de matar en Reynosa, pero yo llevo cinco años encerrado", le dijo un hombre al periodista Antonio Cervantes un día de visita en el penal de Chiconautla, en el Estado de México. Cervantes no quiso indagar más, pero le habló del preso a su amigo Ricardo Raphael, quien emprendió entonces una investigación de largo aliento que culminó con su libro Hijo de la guerra, editado por Seix Barral.

La única manera de contar esta historia era distinguir la voz de la ficción de la real, explica el periodista y escritor Ricardo Raphael, quien durante un año y medio visitó semanalmente al preso que ingresó a Chiconautla por un delito menor bajo otro nombre, lo que le permitiría ponerse a salvo de la persecución de sus antiguos colegas. Tomás Zerón, secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional del gobierno de Enrique Peña Nieto, dio por muerto al criminal conocido como el Z-9.

Zerón informó en cadena nacional que Galdino Mellado Cruz fue abatido el 9 de mayo de 2014 en su domicilio en Reynosa, Tamaulipas, durante un operativo del ejército. El exintegrante del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales, GAFE, uno de los fundadores de los Zetas, conocido como el Z-9, ingresó a Chiconautla como Juan Luis Vallejos de la Sancha, acusado de robar un arma en una parroquia. En su expediente, Raphael encontró otro alias: José Luis Ríos Galeana (el preso cuenta que su padre fue brazo derecho de Alfredo Ríos Galeana, quien en los años ochenta asaltaba bancos y fue conocido también como el Charro misterioso).

La historia del Z-9 es el centro de la novela documental que se presentó en la FIL de Guadalajara el pasado sábado 30 de noviembre. En ese difuso camino entre realidad y ficción, surgieron los dos personajes del relato: "un periodista que se hace cargo de la realidad y el presunto Z-9 quien se encarga de la ficción", dice el autor en entrevista.

Foto: Ernesto Muñoz

DESCENDER A LOS INFIERNOS

"Quería entrevistar a alguien que estuviera dentro de los aparatos criminales y cuando conseguí el contacto con este supuesto Zeta, empecé a temer que había cosas que me contaba que no iba a poder corroborar, las cuestiones que tienen que ver con su vida íntima, o lo que presuntamente le pasó a sus colegas", comparte el periodista, quien pretendía entender la descomposición del tejido social desde las entrañas. Y eligió el bando malo.

"Nuestra generación ha visto uno de los peores episodios en la historia del país, se dice muy rápido 300 mil muertos, 60 mil desaparecidos y es una tragedia mayúscula que además no se antoja que se vaya a resolver rápido", abunda.

"Acercarse al origen de la violencia, es decir, al victimario, entender sus resortes psíquicos, espirituales, materiales, políticos, económicos, ha dado en otras ocasiones mejores respuestas que observar la maquinaria general".

Raphael confiesa que, con este libro, pagó "el impuesto de la ingenuidad". Y es que, dice, "a pesar de dedicarme al periodismo y observar estos hechos desde hace mucho tiempo, esta visita a la cárcel de Chiconautla durante año y medio me convenció de que no sé nada, que más vale hacer preguntas que tener respuestas".

Foto: Ernesto Muñoz

Sus conversaciones, lo escrito por el reo (que actualmente está en libertad) en un diario que llevó durante los últimos meses en la cárcel y que compartió con el periodista, integran una vertiginosa narración que sacude al lector, "como la manzana que entregó la serpiente a Eva. Se acabó el paraíso", afirma el periodista, pues, advierte, "este es un libro que entrega elementos de conciencia sobre la tragedia que estamos viviendo".

En el origen está el Estado, no le cabe duda. "Por lo tanto, el origen de la pacificación también está en el Estado y si no está presente una sociedad capaz de hacer que ese Estado sea un instrumento de pacificación, en lugar de un instrumento de guerra, esto no va a cambiar".

Pero fue precisamente el Estado el que creó un grupo de élite cuyos desertores formaron la organización criminal de los Zetas. "Fue una ingenuidad enorme haber corrido a todos los agentes de la Procuraduría General de la República en los años 90 y poner en su lugar a estas armas letales que se habían formado en Estados Unidos", señala el autor.

Y agrega: "fue una ingenuidad de Vicente Fox haber dejado que se multiplicaran, pasaron de 20 a 400, si no es que mil Zetas en tiempos de Fox y peor ingenuidad de Calderón haber supuesto que el ejército era la mejor manera de combatirlos. Y puedo seguir hasta hoy, igual de ingenuo es suponer que dándole 2 mil 500 pesos a un joven vamos a evitar que se meta al crimen organizado".

Foto: Ernesto Muñoz

CÍRCULO DEL MAL

El Z-9 cuenta que creció en el número 69 de la calle Jesús Carranza, en Tepito. Su padre almacenaba ahí contrabando, drogas y armas. En octubre pasado, en esa misma calle, Omar García Harfuch encontró a los socios del Lunares y su banda de narcotraficantes.

"Ya Arturo Durazo había hecho un operativo similar en los años 70, que no se le ocurra a García Harfuch ganar fuerza haciendo lo mismo, estas historias ya están contadas y son mentiras", señala Ricardo Raphael.

Pero ¿qué interés tuvo en acercarse al lado de los victimarios? Él explica que es un aspecto que debemos conocer, desde la realidad, no las ficciones que idealizan a los delincuentes. "Si no sé cómo se activa la bestia que todos los humanos llevamos dentro, si no entiendo cómo el Estado ha sido el activador principal de esa bestia, quién condujo a esas armas letales humanas en contra de su propia sociedad, ¿cómo le exijo al Estado que se detenga?".

Foto: Ernesto Muñoz

Con una asfixiante narrativa, la novela cuenta cómo estos personajes fueron arrastrados del lado más violento de la guerra, "y terminaron donde terminaron, no como en las series de Netflix; terminan muy mal. Enterrados varios metros bajo tierra, adictos porque hay que escapar de alguna manera , con los pies sin uñas, no hay héroes en esta historia, estos victimarios tienen miedos viscerales, de lo que se trata es ver el drama humano que implica primero el ascenso y luego la caída, vale la pena entender ese átomo, esa biografía, porque aporta más información que todas las encuestas de victimización del Inegi, mi impresión es que ahí hay mucho más respuestas que en todo lo que hemos hecho de estudios generales sobre la violencia", concluye.

"El año pasado salió en la televisión que me acababan de matar en Reynosa, pero yo llevo cinco años encerrado", le dijo un hombre al periodista Antonio Cervantes un día de visita en el penal de Chiconautla, en el Estado de México. Cervantes no quiso indagar más, pero le habló del preso a su amigo Ricardo Raphael, quien emprendió entonces una investigación de largo aliento que culminó con su libro Hijo de la guerra, editado por Seix Barral.

La única manera de contar esta historia era distinguir la voz de la ficción de la real, explica el periodista y escritor Ricardo Raphael, quien durante un año y medio visitó semanalmente al preso que ingresó a Chiconautla por un delito menor bajo otro nombre, lo que le permitiría ponerse a salvo de la persecución de sus antiguos colegas. Tomás Zerón, secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional del gobierno de Enrique Peña Nieto, dio por muerto al criminal conocido como el Z-9.

Zerón informó en cadena nacional que Galdino Mellado Cruz fue abatido el 9 de mayo de 2014 en su domicilio en Reynosa, Tamaulipas, durante un operativo del ejército. El exintegrante del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales, GAFE, uno de los fundadores de los Zetas, conocido como el Z-9, ingresó a Chiconautla como Juan Luis Vallejos de la Sancha, acusado de robar un arma en una parroquia. En su expediente, Raphael encontró otro alias: José Luis Ríos Galeana (el preso cuenta que su padre fue brazo derecho de Alfredo Ríos Galeana, quien en los años ochenta asaltaba bancos y fue conocido también como el Charro misterioso).

La historia del Z-9 es el centro de la novela documental que se presentó en la FIL de Guadalajara el pasado sábado 30 de noviembre. En ese difuso camino entre realidad y ficción, surgieron los dos personajes del relato: "un periodista que se hace cargo de la realidad y el presunto Z-9 quien se encarga de la ficción", dice el autor en entrevista.

Foto: Ernesto Muñoz

DESCENDER A LOS INFIERNOS

"Quería entrevistar a alguien que estuviera dentro de los aparatos criminales y cuando conseguí el contacto con este supuesto Zeta, empecé a temer que había cosas que me contaba que no iba a poder corroborar, las cuestiones que tienen que ver con su vida íntima, o lo que presuntamente le pasó a sus colegas", comparte el periodista, quien pretendía entender la descomposición del tejido social desde las entrañas. Y eligió el bando malo.

"Nuestra generación ha visto uno de los peores episodios en la historia del país, se dice muy rápido 300 mil muertos, 60 mil desaparecidos y es una tragedia mayúscula que además no se antoja que se vaya a resolver rápido", abunda.

"Acercarse al origen de la violencia, es decir, al victimario, entender sus resortes psíquicos, espirituales, materiales, políticos, económicos, ha dado en otras ocasiones mejores respuestas que observar la maquinaria general".

Raphael confiesa que, con este libro, pagó "el impuesto de la ingenuidad". Y es que, dice, "a pesar de dedicarme al periodismo y observar estos hechos desde hace mucho tiempo, esta visita a la cárcel de Chiconautla durante año y medio me convenció de que no sé nada, que más vale hacer preguntas que tener respuestas".

Foto: Ernesto Muñoz

Sus conversaciones, lo escrito por el reo (que actualmente está en libertad) en un diario que llevó durante los últimos meses en la cárcel y que compartió con el periodista, integran una vertiginosa narración que sacude al lector, "como la manzana que entregó la serpiente a Eva. Se acabó el paraíso", afirma el periodista, pues, advierte, "este es un libro que entrega elementos de conciencia sobre la tragedia que estamos viviendo".

En el origen está el Estado, no le cabe duda. "Por lo tanto, el origen de la pacificación también está en el Estado y si no está presente una sociedad capaz de hacer que ese Estado sea un instrumento de pacificación, en lugar de un instrumento de guerra, esto no va a cambiar".

Pero fue precisamente el Estado el que creó un grupo de élite cuyos desertores formaron la organización criminal de los Zetas. "Fue una ingenuidad enorme haber corrido a todos los agentes de la Procuraduría General de la República en los años 90 y poner en su lugar a estas armas letales que se habían formado en Estados Unidos", señala el autor.

Y agrega: "fue una ingenuidad de Vicente Fox haber dejado que se multiplicaran, pasaron de 20 a 400, si no es que mil Zetas en tiempos de Fox y peor ingenuidad de Calderón haber supuesto que el ejército era la mejor manera de combatirlos. Y puedo seguir hasta hoy, igual de ingenuo es suponer que dándole 2 mil 500 pesos a un joven vamos a evitar que se meta al crimen organizado".

Foto: Ernesto Muñoz

CÍRCULO DEL MAL

El Z-9 cuenta que creció en el número 69 de la calle Jesús Carranza, en Tepito. Su padre almacenaba ahí contrabando, drogas y armas. En octubre pasado, en esa misma calle, Omar García Harfuch encontró a los socios del Lunares y su banda de narcotraficantes.

"Ya Arturo Durazo había hecho un operativo similar en los años 70, que no se le ocurra a García Harfuch ganar fuerza haciendo lo mismo, estas historias ya están contadas y son mentiras", señala Ricardo Raphael.

Pero ¿qué interés tuvo en acercarse al lado de los victimarios? Él explica que es un aspecto que debemos conocer, desde la realidad, no las ficciones que idealizan a los delincuentes. "Si no sé cómo se activa la bestia que todos los humanos llevamos dentro, si no entiendo cómo el Estado ha sido el activador principal de esa bestia, quién condujo a esas armas letales humanas en contra de su propia sociedad, ¿cómo le exijo al Estado que se detenga?".

Foto: Ernesto Muñoz

Con una asfixiante narrativa, la novela cuenta cómo estos personajes fueron arrastrados del lado más violento de la guerra, "y terminaron donde terminaron, no como en las series de Netflix; terminan muy mal. Enterrados varios metros bajo tierra, adictos porque hay que escapar de alguna manera , con los pies sin uñas, no hay héroes en esta historia, estos victimarios tienen miedos viscerales, de lo que se trata es ver el drama humano que implica primero el ascenso y luego la caída, vale la pena entender ese átomo, esa biografía, porque aporta más información que todas las encuestas de victimización del Inegi, mi impresión es que ahí hay mucho más respuestas que en todo lo que hemos hecho de estudios generales sobre la violencia", concluye.

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