Provocador por naturaleza, el periodista contracultural Carlos Martínez Rentería le entra al debate de la legalización, pero de la cocaína, de la que poco se habla. Para ello acaba de publicar el libro La Bruja Blanca, (Producciones El Salario del Miedo, 2021) donde reúne opiniones de expertos y crónicas urbanas en torno a ese estupefaciente, y para dejar claras sus diferencias toxicológicas con la marihuana, que ya se encuentra en la etapa final de su legalizacion en el país.
Fuiste de los primeros activistas en favor de la legalización de la mariguana, hace ya muchos años, cuando parecía imposible lograrlo…
Tengo cerca de 30 años en ese tema, desde que fundamos la revista Generación, en los años 80. Desde entonces hemos difundido la propuesta de despenalizar la mariguana, que ha sido una lucha muy difícil porque todas las expectativas apuntaban a que nunca ocurriría y al paso del tiempo casi es una realidad, aunque falta un último paso. De todas maneras, la Suprema Corte dijo que no se puede prohibir el consumo de mariguana.
Digamos que es una lucha que podríamos considerar como ganada y pues entonces a mi me parece que mi trabajo con la despenalización de la mariguana ya se cumplió.
Para la despenalización de la mariguana partimos del principio del derecho a la personalidad, que debería regir para otras sustancias que tienen propiedades curativas o paliativas del dolor, como la amapola, que la anterior secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, condenó abiertamente.
Está comprobado médicamente que esas y otras sustancias naturales como los hongos no deberían estar prohibidos. Este mismo principio, en los países andinos se aplica para la hoja de coca. En el caso particular de la cocaína también es el mismo principio. Tiene derecho a consumirla cualquier ciudadano mayor de edad, que no genere un conflicto en la sociedad por su consumo.
Entendemos que las variantes son muy diferentes a la mariguana, no digamos el daño que puede generar su abuso ya que se reconoce que el consumo de cocaína es más peligroso.
Pero si vamos a considerar el daño a la salud que genera una sustancia para prohibirla, pues entonces el alcohol y el tabaco también deberían estar prohibidos. En tal sentido, prohibir con el pretexto de la salud pública no se sostiene.
Ya la ONU reconoció hace varios años que las políticas prohibicionistas fracasaron, que ninguna legislación prohibicionista ha limitado el consumo y por el contrario ha fortalecido al mercado negro, es decir al narcotráfico. Al favorecer a criminales se ha generado mayor violencia, mayor corrupción y mayor delincuencia. Entonces, en un sentido digamos pragmático, no tiene razón de existir la prohibición. Y, por otro lado. hay una hipocresía social, porque el consumo de cocaína es muy grande en diferentes esferas sociales: en el mundo intelectual, en el mundo de la política, en altas esferas sociales, empresarios jóvenes con recursos, digamos, hay un gran consumo.
Te decía que la cocaína es una sustancia que incluso ha rebasado a la mariguana en la cantidad de gente que la consume. A nivel mundial hay estudios que hablan de países como España o EU donde el consumo de cocaína es altísimo.
¿No tendría que estar acompañada una eventual apertura con campañas de concientización de los riesgos?
Yo he estado tres veces en España y he platicado con gente involucrada en el tema, hay unos programas educativos muy buenos. Hay fundaciones que tienen muchos recursos, que en ningún momento prohíben, pero sí te dicen: “si consumes esto te puede pasar esto, y si vas a consumir, el menor riesgo está si lo haces de tal manera”. En la cocaína por ejemplo no usar billetes, tener popotes individuales, conocer tus límites de consumo. Te dan a conocer cómo evitar una sobredosis y las dinámicas que conlleva el consumo.
Reiteran que las drogas no hacen el mismo efecto para una persona que para otra y cuentan muchas circunstancias. Tú no te vas a hacer adicto por el simple hecho de consumirla, te puedes meter una raya de cocaína y no por eso ya eres adicto en automático, hay condicionantes hasta genéticas en eso.
No todo el consumidor de alcohol se hace alcohólico y hay gente que se fuma un cigarro en la mañana o en la noche y no se va a volver un fumador consuetudinario.
Entonces así pasa con todos los demás casos. Para mí es muy importante, por un lado, desprejuiciar el consumo y a los consumidores; y por otro, entender que el verdadero problema de nuestras sociedades contemporáneas no es el consumo de drogas, el verdadero problema, el verdadero daño radica en la cantidad de muertos que genera la prohibición que es 100 a 1 superior a los muertos por sobredosis de alguna sustancia prohibida. ¡¿Cómo te explicas que el remedio sea más costoso que el daño?!
Para ti... ¿el problema es el mercado negro, la clandestinidad?
Es impresionante que el gobierno prefiera que todo el gran negocio de las drogas esté en manos del mercado negro. Entonces los consumidores padecemos terriblemente el daño que genera lo prohibido, además de que te conviertes en un delincuente por consumir sustancias prohibidas.
Otro problema de un mercado desregulado es no hay ningún control de calidad. En el caso particular de la cocaína, la que circula en el mercado está muy alterada, puede ser altamente dañina por los llamados cortes que se le hacen al producto. Y porque mientras más lejos estés de las zonas de producción, Colombia, Bolivia, Perú, más alterado va a estar el producto.
Fue entonces que busqué entrevistas con especialistas serios. Busqué para mi libro a un senador colombiano, Ivan Marulanda, que apenas el año pasado, por ahí de octubre o noviembre del año pasado lanzó la primera iniciativa a nivel mundial de despenalizar la hoja de coca y cocaína. Iniciativa hecha en conjunto con representantes de pueblos indígenas, de los cocaleros originales.
De esta manera los cultivadores de hojas de coca cierran filas con legisladores para generar una propuesta de iniciativa conjunta y esta iniciativa propone tanto para la legalización de consumo interno, como la exportación de cocaína legal, digamos en coordinación con otros países que estén dispuestos a distribuirla con la mejor calidad.
¿Proponen crear una industria legal?
Sí. Sin la intermediación del narcotráfico y con un precio similar al que ahorita se consigue en el mercado negro. Se tendría así la posibilidad de que la gente consuma cocaína de muy buena calidad, además de legal y obviamente regulada. Porque yo sí creo que las sustancias deben estar reguladas. No se le puede vender a cualquiera. No a menores de edad y además con cantidad límite.
Dicen los traficantes que un buen consumidor es aquel que no pasa de dos gramos a la semana; si tu consumes más de dos gramos a la semana te puedes convertir en un cliente moroso y a lo mejor te mueres de un exceso. O sea, sí hay que tenerle respeto a las drogas, pero sobre todo lo que yo quisiera dejar claro en el libro es que el consumidor de drogas no necesariamente es un adicto, no necesariamente es un delincuente.
Hay personas que llevan una vida profesional, productiva, son funcionales y consumen alguna sustancia. Esto debe verse como algo normal que ocurre y seguirá ocurriendo. Yo digo que cuando el último prohibicionista haya muerto por ahí seguirá habiendo drogas.
¿En serio ves posibilidades de que algo así pase en México?
Sí, claro. El proceso legal contra la penalización de la cocaína ya arrancó en Colombia, en los países andinos, que son productores. Se habla de que aquí en México hay algunas zonas donde se puede producir hoja de coca y al parecer ya se está haciendo en algunos lugares, pero obviamente el grueso de la cocaína viene de Colombia, de Perú, de Bolivia y te digo que esta iniciativa ya pasó la primera instancia.
En total son tres estancias: en las cámaras de diputados y de senadores y en la Corte. Esta vez ya pasó la primera, eso es bastante bueno. Este año tiene que ver otra de estas reuniones y de lograrse la despenalización de la cocaína ya sería un pasito más.
También entrevisté a un activista muy importante que es uno de los principales asesores y este senador que se llama Julián Quintero, tiene la esperanza de que en esta misma década se despenalice.
Y en México, ¿quién busca esta apertura?
Hay activistas mexicanos como Zara Znapp, que también está entrevistada en el libro. Ella es una internacionalista que pertenece precisamente a un grupo mundial de académicos, que tienen como lema “Coca regulada, coca garantizada”.
En América Latina la violencia del narcotráfico ha sido durísima. Hay estudiosos serios del tema, como un fiscal colombiano, que vive aquí en México, Antonio de Grey, que se pronunció después de la despenalización de la mariguana. Está también Carlos Samudio, que es el que hace el periódico La Dosis, quien tiene una tesis y maestría en Antropología, el fenómeno de los dealers, les llaman camellos o vendedores narcomenudistas. A nuestros gobiernos ya les quedan pocos argumentos para seguir prohibiendo.
Y entreviste también a Gady Zabicki, que ahora es el Comisionado Nacional contra las Adicciones, quien obviamente planteó la perspectiva del daño que hace la adicción a la cocaína. No estamos hablando de una sustancia inocente, pero este psiquiatra corrobora que no todo consumidor es un adicto y desde luego yo creo que cualquier persona seria que trabaja el tema de drogas acepta y defiende que el problema es la prohibición.
Entonces ¿la opción es liberar toda droga y que cada persona se haga responsable personal de su consumo?
Bueno legalmente está permitido que tu tengas medio gramo de cocaína. Así está la ley ahorita. Claro que ningún policía va a respetarlo. En esa parte del libro queda muy claro cómo la despenalización se hace cada vez más urgente.
Hay otras sustancias de las que yo estoy en contra que sean legales, como el fentanilo por ejemplo. Pero de una manera muy paradójica hay una sustancia legal que es tan super dañina como los solventes, el famoso “chemo”, que se consigue en cualquier tlapalería, entonces ahí hay otra contradicción.
Digamos que las políticas con relación a las drogas en México y en otros países son totalmente equivocadas. El presidente López Obrador, que tanto defiende la guerra contra la corrupción, pues debería ver que no hay mayor corrupción que la del mercado de las drogas, porque el narcotráfico no podría existir si no hubiera complicidad con autoridades, con militares, con policías, con gobernantes. Sería imposible que existiera el narcotráfico sin esa cadena se complicidades y eso se llama corrupción.
¿Dónde conseguir el libro? Porque sabemos que es de edición limitada
Ahorita que todavía mucha gente no está saliendo se puede conseguir por Facebook, en la página de la Revista Generación. En la librería-café La Juanita, que está en Insurgentes 230 y vamos a estar muy pronto en las librerías Educal.
Además este libro es de una editorial que se llama Salario del Miedo, también ellos tienen su página y distribución por internet.