/ lunes 17 de junio de 2019

Margo Glantz, de Sor Juana a las redes sociales

La escritora mexicana describe su percepción del mundo actual en su libro Y por mirarlo todo nada veía

No es ningún secreto su gusto por viajar y conocer lo que habita este planeta. Para Margo Glantz académica, escritora, ensayista y traductora, recorrer el mundo es un gozo que involucra el aspecto laboral, académico y turístico. Una actividad fundamental. Sabe sobre México, sabe sobre otros países, pero sobretodo, sabe sobre la humanidad y sus grandes retos.

Nacida en Ciudad de México, Glantz ha desarrollado en su último libro Y por mirarlo todo, nada veía, (Sexto Piso) una idea atrevida, fragmentaria y continua, donde profundos cuestionamientos giran alrededor de apólogos y temas como la tecnología, las redes sociales, los medios de comunicación, el feminismo, el criterio y el sentido común. A partir de la interrogante; “Al leer las noticias ¿cómo decidir qué es lo más importante?”, el lector tiene la facilidad de elegir entre cientos de ejemplos de las noticias que leemos, vemos y creemos día a día en las planas de las revistas, en la radio, la televisión y los portales digitales promocionados en Twitter, Facebook, Instagram y cuanta red social exista.

Ha colaborado para diversos diarios y revistas como La Jornada y es autora de 25 libros entre los que se destacan Las genealogías (Alfaguara, 1981), El rastro (Anagrama, 2004), Saña (Era, 2007), entre otros. En días pasados fue homenajeada en la XXXVII Feria del Libro de Tijuana.

¿Cómo va el sentido común de la humanidad?

Mire, es un poco presuntuoso de mi parte decidir lo que la humanidad va hacer. A mí me lo que me parece interesante es la acomulación de noticias, la incapacidad de jerarquizarlas y la dificultad de entender qué es lo que está pasando. Todo es tan rápido, tan contradictorio y tan simultáneo que nos obliga a hacer un alto en el camino. Soy Sorjuanista y tomé en cuenta dos versos de Primero Sueño para mi último libro; "Si por mirarlo todo nada veía, ni discernir podía". Creo que en esa descripción narrativa, ella a mitad de su sueño, está totalmente obnubilada por la cantidad infinita de cosas que está mirando y que trata de ordenar y de entender. A mí me pasa lo mismo y aproveché a Sor Juana que es genial para darle un homenaje.

¿Cómo darle verosimilitud a la información que nos llega día a día?

Es lo que yo me pregunto en el libro justamente y lo dejo abierto. Por eso es un libro que empieza con una pregunta y que deja abierta esa cuestión, porque termina en puntos suspensivos. Creo que si uno hace un alto en el camino y trata de pensar lo que está pasando alguna respuesta, aunque sea mínima, puede encontrarse.

Internet: ¿Herramienta o arma?

Yo nací con la pluma y el lápiz. Luego la máquina de escribir, que durante muchísimos años fue mi herramienta de trabajo. Muy difícil de manejar; ahora que estoy trabajando en la computadora siento que no podría sobrevivir sin ella aunque muchos contemporáneos míos nunca quisieron adoptar ni siquiera la Internet. No digamos las redes sociales. A mí me parece una gran revolución y una cosa muy importante que en lugar de entorpecer la escritura, quizá de alguna manera ha cambiado la forma de escribir. El fenómeno de las redes sociales es muy curioso. Es, como todas las cosas novedosas que se inventan, algo que ha servido para cosas muy importantes pero al mismo tiempo muy nefasto por la forma de utilizarlo.

Usted es una persona muy activa en Twitter. ¿Cómo escribía sus ideas en un espacio tan limitado?

En cierta medida hay un límite por que existen los hilos, y de repente hay un hilo interminable donde la gente escribe una novela. Es decir, ha habido restricciones que a mí me parecían importantes.

A mí literariamente me parecía una forma de constricción positiva en el sentido de que era creativa porque con 140 caracteres uno tenía que hacer cierto tipo de descubrimientos, manejar frases que podían ser muy útiles y hablar de cosas que a uno le interesaba de las cuales es difícil hablar porque son pensamientos como relampagueantes que al mismo tiempo son peligrosos pero maravillosos también. Digamos que a mí me gustaba eso. Ahora ya me parece excesivo.

¿Será que hemos llegado a un punto donde debemos aferrarnos a lo políticamente correcto? Nos da miedo expresar, opinar, decir...

Yo escribo en contra de lo políticamente correcto. Creo que ha sido una constricción muy limitante y que ha hecho que las cosas sean incorrectas por naturaleza, porque es imposible que todo se pueda delimitar por decreto.

Por ejemplo, soy completamente feminista, estoy con el movimiento #MeToo, pero al mismo tiempo no acepto todo lo que quisieran las feministas que se haga; no acepto que se denuncie, no acepto que haya un ambiente inquisitorial, no lo acepto porque me parece una intolerancia que propicia lo que estamos viviendo ahora, que es la posibilidad del fascismo que ya de una de alguna manera ha llegado. Un neofascismo.

No es ningún secreto su gusto por viajar y conocer lo que habita este planeta. Para Margo Glantz académica, escritora, ensayista y traductora, recorrer el mundo es un gozo que involucra el aspecto laboral, académico y turístico. Una actividad fundamental. Sabe sobre México, sabe sobre otros países, pero sobretodo, sabe sobre la humanidad y sus grandes retos.

Nacida en Ciudad de México, Glantz ha desarrollado en su último libro Y por mirarlo todo, nada veía, (Sexto Piso) una idea atrevida, fragmentaria y continua, donde profundos cuestionamientos giran alrededor de apólogos y temas como la tecnología, las redes sociales, los medios de comunicación, el feminismo, el criterio y el sentido común. A partir de la interrogante; “Al leer las noticias ¿cómo decidir qué es lo más importante?”, el lector tiene la facilidad de elegir entre cientos de ejemplos de las noticias que leemos, vemos y creemos día a día en las planas de las revistas, en la radio, la televisión y los portales digitales promocionados en Twitter, Facebook, Instagram y cuanta red social exista.

Ha colaborado para diversos diarios y revistas como La Jornada y es autora de 25 libros entre los que se destacan Las genealogías (Alfaguara, 1981), El rastro (Anagrama, 2004), Saña (Era, 2007), entre otros. En días pasados fue homenajeada en la XXXVII Feria del Libro de Tijuana.

¿Cómo va el sentido común de la humanidad?

Mire, es un poco presuntuoso de mi parte decidir lo que la humanidad va hacer. A mí me lo que me parece interesante es la acomulación de noticias, la incapacidad de jerarquizarlas y la dificultad de entender qué es lo que está pasando. Todo es tan rápido, tan contradictorio y tan simultáneo que nos obliga a hacer un alto en el camino. Soy Sorjuanista y tomé en cuenta dos versos de Primero Sueño para mi último libro; "Si por mirarlo todo nada veía, ni discernir podía". Creo que en esa descripción narrativa, ella a mitad de su sueño, está totalmente obnubilada por la cantidad infinita de cosas que está mirando y que trata de ordenar y de entender. A mí me pasa lo mismo y aproveché a Sor Juana que es genial para darle un homenaje.

¿Cómo darle verosimilitud a la información que nos llega día a día?

Es lo que yo me pregunto en el libro justamente y lo dejo abierto. Por eso es un libro que empieza con una pregunta y que deja abierta esa cuestión, porque termina en puntos suspensivos. Creo que si uno hace un alto en el camino y trata de pensar lo que está pasando alguna respuesta, aunque sea mínima, puede encontrarse.

Internet: ¿Herramienta o arma?

Yo nací con la pluma y el lápiz. Luego la máquina de escribir, que durante muchísimos años fue mi herramienta de trabajo. Muy difícil de manejar; ahora que estoy trabajando en la computadora siento que no podría sobrevivir sin ella aunque muchos contemporáneos míos nunca quisieron adoptar ni siquiera la Internet. No digamos las redes sociales. A mí me parece una gran revolución y una cosa muy importante que en lugar de entorpecer la escritura, quizá de alguna manera ha cambiado la forma de escribir. El fenómeno de las redes sociales es muy curioso. Es, como todas las cosas novedosas que se inventan, algo que ha servido para cosas muy importantes pero al mismo tiempo muy nefasto por la forma de utilizarlo.

Usted es una persona muy activa en Twitter. ¿Cómo escribía sus ideas en un espacio tan limitado?

En cierta medida hay un límite por que existen los hilos, y de repente hay un hilo interminable donde la gente escribe una novela. Es decir, ha habido restricciones que a mí me parecían importantes.

A mí literariamente me parecía una forma de constricción positiva en el sentido de que era creativa porque con 140 caracteres uno tenía que hacer cierto tipo de descubrimientos, manejar frases que podían ser muy útiles y hablar de cosas que a uno le interesaba de las cuales es difícil hablar porque son pensamientos como relampagueantes que al mismo tiempo son peligrosos pero maravillosos también. Digamos que a mí me gustaba eso. Ahora ya me parece excesivo.

¿Será que hemos llegado a un punto donde debemos aferrarnos a lo políticamente correcto? Nos da miedo expresar, opinar, decir...

Yo escribo en contra de lo políticamente correcto. Creo que ha sido una constricción muy limitante y que ha hecho que las cosas sean incorrectas por naturaleza, porque es imposible que todo se pueda delimitar por decreto.

Por ejemplo, soy completamente feminista, estoy con el movimiento #MeToo, pero al mismo tiempo no acepto todo lo que quisieran las feministas que se haga; no acepto que se denuncie, no acepto que haya un ambiente inquisitorial, no lo acepto porque me parece una intolerancia que propicia lo que estamos viviendo ahora, que es la posibilidad del fascismo que ya de una de alguna manera ha llegado. Un neofascismo.

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