/ martes 12 de enero de 2016

Lucha Tsai Ing-wen por ser la primera presidenta y sacudir la política de Taiwán

Taipei.- Después de la derrota que sufrió por escaso margen en 2012, la líder opositora Tsai Ing-wen es la favorita unánime para convertirse en la primera mujer presidenta y sacudir los cimientos tradicionales de la política taiwanesa y de sus lazos con China. Capacitada, pragmática y capaz de conjuntar voluntades, Tsai se ha ganado un amplio apoyo popular (con unos 20 puntos de ventaja sobre su principal rival, Eric Chu), tras haber revitalizado al independentista Partido Demócrata Progresista (PDP) después de las dos derrotas electorales de 2008 y 2012. Sin embargo, su principal baza para la victoria es el deseo de cambio y el descontento popular con la gestión económica del actual gobierno, unido al malestar de parte de la población por el acercamiento a China y las divisiones en el partido gobernante. Con un doctorado en la prestigiosa Escuela de Economía de Londres y experiencia docente y gubernamental desde 1993, Tsai ha escalado, a sus 59 años, la compleja cumbre política de Taiwán, con un perfil moderado y profesional, alejado de los extremismos. En la década de 1990 participó en las negociaciones para la adhesión de Taiwán a la Organización Mundial del Comercio y fue miembro del Consejo de Seguridad Nacional, con el presidente Lee Teng-hui, artífice de la democratización de la isla. Tsai fue uno de los diseñadores de la política de "sin prisa y con paciencia" de Lee en la apertura económica a China y de la controvertida doctrina de relaciones "especiales de Estado a Estado" con China, que en 2007 despertó las iras de Pekín. Durante el Gobierno del independentista Chen Shui-bian (2000-2008) fue viceprimera ministra y titular del Consejo de Asuntos de China Continental, sin ser miembro del PDP hasta el 2004. En tan sólo cuatro años desde su ingreso en el partido independentista, logró encaramarse a la presidencia y convertirse en su candidata presidencial en los comicios de 2012, que perdió ante Ma Ying-jeou. Tras su renuncia a la presidencia del PDP en 2012, Tsai volvió a la cabeza del partido en 2014, imponiendo la paz entre las diferentes facciones e impulsando la moderación con respecto a las relaciones con China, lo que le granjeó fama de moderada y que EEUU no se oponga a sus políticas. Su estilo pragmático y suave no oculta un rostro renovador, que quiere poner fin al poderío político del gobernante Partido Kuomintang (KMT), obligándolo a despojarse de sus propiedades y fondos, y también a un sistema de jubilación que privilegia a los funcionarios sobre el resto de los taiwaneses. Tsai quiere traer a la política isleña mayor transparencia, rendición de cuentas y control popular, por medio de una reforma del Parlamento y la expansión de las leyes de referéndum y de consulta popular. Con respecto a China, defiende el "mantenimiento del actual estatus quo" y de la "paz y estabilidad en el estrecho de Formosa", pero se niega a aceptar que la isla sea parte de China o el llamado "Consenso de 1992" ("Una China, con dos interpretaciones"). Tsai obtuvo la consideración de EEUU (al contrario que en 2012) sobre su política china durante un exitoso viaje a ese país, pero Pekín insiste en que rechace explícitamente la "independencia" y que acepte el "Consenso de 1992", si no quiere que se los lazos se deterioren o incluso colapsen. Tsai se ha alejado de las políticas independentistas radicales del presidente Chen Shui-bian, también del DPP, que desencadenó fuertes tensiones con China, pero su partido aún mantiene una postura independentista y se opone firmemente al control chino de la economía, medios y política taiwanesa. En economía, Tsai defiende políticas de reparto, apoyo al bienestar social y alza de salarios y muestra un cierto recelo ante las grandes empresas, sobre todo las que mantienen fuertes intereses en China. ||EFE||

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Taipei.- Después de la derrota que sufrió por escaso margen en 2012, la líder opositora Tsai Ing-wen es la favorita unánime para convertirse en la primera mujer presidenta y sacudir los cimientos tradicionales de la política taiwanesa y de sus lazos con China. Capacitada, pragmática y capaz de conjuntar voluntades, Tsai se ha ganado un amplio apoyo popular (con unos 20 puntos de ventaja sobre su principal rival, Eric Chu), tras haber revitalizado al independentista Partido Demócrata Progresista (PDP) después de las dos derrotas electorales de 2008 y 2012. Sin embargo, su principal baza para la victoria es el deseo de cambio y el descontento popular con la gestión económica del actual gobierno, unido al malestar de parte de la población por el acercamiento a China y las divisiones en el partido gobernante. Con un doctorado en la prestigiosa Escuela de Economía de Londres y experiencia docente y gubernamental desde 1993, Tsai ha escalado, a sus 59 años, la compleja cumbre política de Taiwán, con un perfil moderado y profesional, alejado de los extremismos. En la década de 1990 participó en las negociaciones para la adhesión de Taiwán a la Organización Mundial del Comercio y fue miembro del Consejo de Seguridad Nacional, con el presidente Lee Teng-hui, artífice de la democratización de la isla. Tsai fue uno de los diseñadores de la política de "sin prisa y con paciencia" de Lee en la apertura económica a China y de la controvertida doctrina de relaciones "especiales de Estado a Estado" con China, que en 2007 despertó las iras de Pekín. Durante el Gobierno del independentista Chen Shui-bian (2000-2008) fue viceprimera ministra y titular del Consejo de Asuntos de China Continental, sin ser miembro del PDP hasta el 2004. En tan sólo cuatro años desde su ingreso en el partido independentista, logró encaramarse a la presidencia y convertirse en su candidata presidencial en los comicios de 2012, que perdió ante Ma Ying-jeou. Tras su renuncia a la presidencia del PDP en 2012, Tsai volvió a la cabeza del partido en 2014, imponiendo la paz entre las diferentes facciones e impulsando la moderación con respecto a las relaciones con China, lo que le granjeó fama de moderada y que EEUU no se oponga a sus políticas. Su estilo pragmático y suave no oculta un rostro renovador, que quiere poner fin al poderío político del gobernante Partido Kuomintang (KMT), obligándolo a despojarse de sus propiedades y fondos, y también a un sistema de jubilación que privilegia a los funcionarios sobre el resto de los taiwaneses. Tsai quiere traer a la política isleña mayor transparencia, rendición de cuentas y control popular, por medio de una reforma del Parlamento y la expansión de las leyes de referéndum y de consulta popular. Con respecto a China, defiende el "mantenimiento del actual estatus quo" y de la "paz y estabilidad en el estrecho de Formosa", pero se niega a aceptar que la isla sea parte de China o el llamado "Consenso de 1992" ("Una China, con dos interpretaciones"). Tsai obtuvo la consideración de EEUU (al contrario que en 2012) sobre su política china durante un exitoso viaje a ese país, pero Pekín insiste en que rechace explícitamente la "independencia" y que acepte el "Consenso de 1992", si no quiere que se los lazos se deterioren o incluso colapsen. Tsai se ha alejado de las políticas independentistas radicales del presidente Chen Shui-bian, también del DPP, que desencadenó fuertes tensiones con China, pero su partido aún mantiene una postura independentista y se opone firmemente al control chino de la economía, medios y política taiwanesa. En economía, Tsai defiende políticas de reparto, apoyo al bienestar social y alza de salarios y muestra un cierto recelo ante las grandes empresas, sobre todo las que mantienen fuertes intereses en China. ||EFE||

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