/ viernes 29 de enero de 2021

Muere Beatriz Barba Ahuatzin, la primera arqueóloga graduada en México

Trasgresora y gracias a su inquietud por el conocimiento y la investigación, Barba Ahuatzin fue fundadora de la Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas. Prolífica y maestra de muchas generaciones

A los 93 años de edad, murió Beatriz Barba Ahuatzin, maestra en Ciencias Antropológicas y doctora en Antropología por la UNAM, quien fue designada en 1962 para diseñar e instalar la Sala de Introducción a la Antropología del Museo Nacional de Antropología.

En un comunicado, la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología, INAH informan del deceso de quien fuera una trasgresora y gracias a su inquietud por el conocimiento y la investigación, figura clave de la arqueología, antropología, etnografía y museología en nuestro país.

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El texto brinda una biografía de la investigadora originaria de Jalisco, quien siendo normalista, decidió desafiar las reglas sociales del México de los 50 y las normas conservadoras de su familia, “para ponerse pantalones, salir a campo acompañada de hombres y convertirse en la primera arqueóloga titulada en México, en 1955”, apunta.

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“Murió Beatriz Barba, primera mujer titulada como arqueóloga en México, fundadora de la Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas. Prolífica y generosa maestra de muchas generaciones, fue columna de las instituciones en las que participó”, señaló la secretaria de Cultura del Gobierno de México, Alejandra Frausto Guerrero .

En un homenaje que el INAH le rindió en 2019, el director general del instituto, Diego Prieto Hernández, señaló que “durante décadas, el INAH se ha nutrido del trabajo, sensibilidad, temperamento y creatividad de Beatriz Barba Ahuatzin”, a quien en esa ocasión entregó una cabeza en plata de un Guerrero Águila, presea que se otorga a investigadores de la institución por su antigüedad y méritos, y donde además se le reconoció como fundadora de la Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas.

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El comunicado agrega que en los años 60, la antropóloga, junto con el entonces director del INAH, Eusebio Dávalos Hurtado, y el jurista Julio César Olivé Negrete, “ logró que el INAH mantuviera bajo su cuidado y posesión el inmueble de la calle de Moneda No. 13, pues al trasladarse el Museo Nacional de Antropología a Chapultepec, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público intentó recuperar ese espacio aledaño a Palacio Nacional”.

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Un triunfo que Diego Prieto recordó en el homenaje a Beatriz Barba Ahuatzin. “Gracias a sus oficios, la cuna de la antropología mexicana, el lugar donde surgió el Museo Nacional, el cual después fue el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, luego el Museo Nacional de Antropología, y ahora el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, hoy mantiene su vocación cultural.

Beatriz ha acompañado décadas de investigación en el INAH, siempre articulando las ideas de una investigación antropológica integral, que incorpora a la arqueología, ligada a su vida familiar y conyugal, pero también a la etnología y la antropología, vista como el estudio integral de los grupos humanos”, destacó en la ceremonia de 2019 Diego Prieto Hernández.

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De niña, Beatriz Barba jugaba a ser maestra, como sus padres y trabajó desde los 21 años como maestra de primaria, al tiempo que desarrolló una tesis que fue su primer acercamiento con lo que serían sus estudios antropológicos, sobre los daños en la columna vertebral producidos por el mobiliario inadecuado, circunstancia que observó en sus alumnos, detalla el comunicado.

“Ese interés por el comportamiento humano la llevó a entusiasmarse por los carteles que anunciaban las carreras que ofrecía la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Así, no obstante que en aquel 1950, la joven Beatriz ya ejercía como profesora normalista –labor que mantuvo incluso cuando ya laboraba en el INAH–, inició una etapa de aprendizaje que la llevaría a convertirse en la primera mujer mexicana en titularse como arqueóloga”.

Acompañado de fotografías del certificado de titulación de la arqueóloga, de su trabajo de campo y de la ceremonia en la que fue homenajeada en 2019, el boletín informa que la tesis de licenciatura Tlapacoya, un sitio preclásico en transición, “fue sólo el primer paso de una inagotable carrera entregada a la investigación y la conservación de la herencia cultural del pasado y presente de México”.

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Con una amplia trayectoria en la arqueología, antropología, etnografía y la museología, entre otras disciplinas, Beatriz Barba, quien se casó con el arqueólogo Román Piña Chan, investigó numerosos sitios arqueológicos, entre ellos, Tlatilco y Tlapacoya, en el Estado de México.

Tuvo cargos sindicales, logró una maestría en Ciencias Antropológicas y un doctorado en Antropología por la UNAM. Diseñó e instaló junto con Julio César Olivé, en 1962 la Sala de Introducción a la Antropología del Museo Nacional de Antropología y contribuyó, con otros investigadores del INAH, a formar el acervo del recinto conocido hoy como Museo Nacional de las Culturas del Mundo, contactando a varios coleccionistas. Ella fue subdirectora y tuvo a su cargo la Sala de la Cultura China, entre 1972 y 1976.

“En las décadas de los 70 y 80, abordó estudios sobre la iconografía, las peregrinaciones y las romerías durante la época prehispánica. La producción académica de Beatriz Barba abarcó desde las culturas del mundo, hasta aspectos vinculados con las religiones y las prácticas esotéricas desde una perspectiva crítica”, agrega el comunicado.

De acuerdo con el arqueólogo Eduardo Merlo, la palabra ahuatzin, que alude al segundo apellido de quien fuera su maestra, nombra a un pájaro pescador de las lagunas de Tlaxcala, donde es común que la gente todavía diga: “ya vi volar a un ahuatzin”.


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