Adiós a un juglar Premio Nobel. Darío Fo, Premio Nobel de la Literatura en 1997, ateo, dramaturgo, guionista, escritor, activista de izquierda, y por lo tanto, irreverente hacia la “sociedad burguesa”, falleció ayer. Unánimemente adorado políticamente por la izquierda y odiado por la derecha en Italia, su innegable talento era sin embargo ampliamente reconocido por la gran mayoría.
Una de sus obras maestras, “Misterio Buffo” (1969), que incidió de manera determinante en la conquista del Nobel, y en la que recuerda a personajes bíblicos al estilo de los juglares medioevales, puede considerarse seguramente la de mayor impacto desde el punto de vista literario y popular.
La motivación del premio Nobel que se adjudicó sorpresivamente hace 20 años, rezaba textualmente: “...Porque, siguiendo la tradición de los juglares del medioevo, se burla y a su manera ridiculiza el poder, restituyendo la dignidad a los oprimidos”.
Cabe señalar también la continua actividad política de Darío Fo en favor de los derechos civiles en Italia, su convicción en el amor libre, sus canciones revolucionarias y sus ataques, no solo a la burguesía y a la Iglesia, sino en general a todo aquello que fuese contrario a sus ideas y a sus principios.
Darío Fo murió por problemas pulmonares a la edad de 90 años, en Milán, su ciudad natal y donde residía desde siempre. Hace poco más de tres años había fallecido Franca Rame, su adorada esposa y compañera artística de siempre en la vida cotidiana. De esta unión nació el único hijo, Jacobo.
Entre sus obras se incluye también una, titulada “La historia prohibida de América”, en la cual narra la conquista de los españoles del lado de los conquistados. Destacan también “Muerte accidental de un anarquista”, “El Papa y la bruja”, entre muchas otras. Su irreverencia hacia los poderes políticos y hacia la Iglesia, le costó en los años 60 la censura en la televisión pública italiana (RAI).
A principios de septiembre pasado, Fo recibió la noticia de que sus obras teatrales habían sido bloqueadas en Turquía, junto con las de William Shakespeare, Bertolt Brecht y Anton Checov. Su respuesta fue: “Es un gran honor ser censurados y prohibidos junto con otros grandes personajes”.
La alcaldía de Milán decretó el luto de la ciudad, mientras que el funeral, estrictamente laico, se celebrara este sábado en la plaza del “Duomo”, donde surge la catedral de Milán.