Por LAURA ELENA AGUAYO
Los retos más inalcanzables para algunos, son una muestra de la fortaleza que un ser humano puede llegar a tener, misma que se puede aplicar a las experiencias diarias, planes a futuro y que muchos ven como algo físico, conquistar lo que la naturaleza ofrece en Baja California y se materializa con el Picacho del Diablo que forma parte de la cordillera en la Sierra de San Pedro Mártir.
Con una elevación de 3 mil 096 metros sobre el nivel del mar, es el punto más elevado en la entidad, donde tocar la última roca con las manos de los aventurados viajeros se vuelve un sueño hecho realidad que brinda para algunos inspiración, fortaleza y ganas de seguir viviendo retos que lleven al ser humano a compenetrarse con la naturaleza.
En el municipio de Ensenada, en la parte más elevada del cerro “La Encantada” se encuentra ese sueño que extranjeros y bajacalifornianos han logrado subir y plantar sus pies para contemplar tan solo por unos minutos la vista a la que solo las aves pueden tener acceso, en un punto de paz y quietud que empequeñece la existencia humana, pero engrandece las ganas de vivir.
CRÓNICA DE UNA CONQUISTA
Daniel Guerrero decidió sumar a su lista de retos conquistar con pierna, brazos y manos cada uno de los obstáculos que lo llevaron a la cima del Picacho del Diablo, con la experiencia de participar en carreras de obstáculos en montaña, entrenamiento funcional al aire libre y practicar ascensos.
En compañía de Arturo López, Ana Figueroa y Zuly Ortega, partió un viernes de Tecate para emprender el viaje rumbo al Parque Nacional de San Pedro Mártir, a donde arribaron a las 18:30 horas y tuvieron la posibilidad de dormir en cabañas.
“La guía Sofía Bautista nos hizo revisión del equipo, mochila y alimentos necesarios para no cargar tanto peso para la travesía, lo cual fue de bastante ayuda, ya que como fue nuestra primera vez llevábamos cosas de más. Al día siguiente salimos del lugar a las 6:30, trasladándonos al punto de partida en Padre Kino, lugar donde dejamos los carros; ahí mismo en el Parque Nacional empezamos el recorrido a pie pasadas las 7:00 horas, entre el bosque de puro ascenso para llegar al primer punto de descanso ‘Botella Azul’, donde logramos comer un poco”, relató Daniel a La Voz.
Con el cansancio aún lejano por lo que realmente se viviría, inició de nuevo el viaje con el ascenso a una altura de 2 mil 200 metros para posteriormente descender más de mil metros y llegar al campamento “Campo Noche”, donde se abastecieron de agua del río para cenar atún, pasta, sopas, galletas y dormir en la habitación más decorada que se pudo ofrecer, a la intemperie, a un costado de una fogata que ofrecía un poco de calor al no contar con casas de campaña.
Al día siguiente (domingo) inició de nueva cuenta el ascenso a las 6:40 para llegar a la cumbre del Picacho del Diablo. El total de ascenso y descenso comprendió 12 horas.
“La mitad del terreno durante el viaje era sendero y la otra parte teníamos que andar trepando muchas rocas; en un principio tuvimos que subir más de 2 mil metros para llegar al primer punto de descanso llamado ‘Botella Azul’, en el cual duramos como 30 minutos, para después iniciar con el descenso, ya que el Picacho se encontraba del otro lado y teníamos que descender otros mil 200 metros para llegar al campamento llamado ‘Campo Noche’.
“En este último lugar se preparó una carne asada, la cual ayudó a la recuperación de la travesía, para el lunes por la mañana regresar a las 7:30.
“Después de festejar nuestra travesía brindando con cerveza que tenían unos amigos, procedimos a guardar nuestro equipo y dirigirnos al Observatorio de San Pedro Mártir, en el cual nos dieron un recorrido por todas las instalaciones y nos explicaron cómo operaban el lugar”.
REFLEXIÓN DE RETO CUMPLIDO
“Sin duda la mejor experiencia que he tenido, hasta la fecha es el mejor reto cumplido y todo salió satisfactoriamente, ninguna lesión, solo el cansancio de piernas y pies; ver y conocer nuevos lugares, paisajes increíbles, no cabe duda que no necesitamos salir de nuestro Estado o país para disfrutar de lugares tan bellos.
“Para mí la montaña es uno de los mejores lugares donde me encanta estar, no importa el tamaño del cerro, pico o montaña, es mi pasión. Todo empezó por mi participación en carreras de obstáculos en montaña en Estados Unidos, de ahí le agarré amor a las montañas, inicié los ascensos en los cerros de mi ciudad y ahora que se presentó esta oportunidad de subir el pico más alto de Baja California no la pensé dos veces: Cuatro días de travesía con tres amigos dispuestos a cumplir este reto.
“Honestamente esto no es para todos, tienes que tener una preparación previa, es muy duro y te exige bastante, nosotros estuvimos preparándonos subiendo al cerro del Centinela con peso y con máscara de altitud para poder asimilar un poco el desgaste y exigencia de la travesía; claro, nunca se compara al momento que ya lo haces, pero sí ayuda bastante. Lo único que me afectó fue la altura, ya que sentí leve dolor de cabeza y falta de aire, pero pude continuar sin problema”, aseveró Daniel Guerrero.