El mes de julio es conocido también como el mes de Frida Kahlo; existe una sincronía de eventos que marcaron la historia de la pintora mexicana pues el 6 de julio de 1907 nació; el 13 de julio de 1954, murió y 30 de julio de 1958 inauguró el Museo Frida Kahlo, mundialmente conocido como la Casa Azul.
En este contexto, La Señorita Etcétera invitó al podcast de la OEM, La Guía del Fin de Semana, a la directora del recinto en Coyoacán, Perla Labarthe Álvarez, juntas lo recorren el espacio cultural de manera auditiva para conocer desde cuando existe la casa, quiénes vivieron ahí, en qué contexto fue construida, cuándo se convirtió en azul y claro, cómo fue el paso de Frida por ella.
“Algunos especialistas, piensan que Guillermo —el fotógrafo y papá de Frida— compró el lote cuando se empezó a urbanizar la zona de Coyoacán; sabemos que se dividieron en diferentes lotes y de hecho esta colonia tiene el nombre de, Del Carmen Coyoacán haciendo un homenaje a la esposa del entonces presidente Porfirio Díaz. Entonces hay algunos historiadores también que piensan que probablemente la casa ya estaba edificada y que solamente hizo algunas modificaciones como el barandal, como la celosía de ladrillos, pero nosotros seguimos investigando acerca de este primer momento de la casa”, menciona la directora.
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“Frida vive aquí en la Casa Azul desde que nace, toda su infancia y su juventud; cuando se casa con Diego Rivera tienen diferentes hogares y lo acompaña a sus comisiones, pero la Casa Azul siempre es para Frida su casa familiar, ella regresa, por ejemplo, cuando su madre está muy enferma”, comenta en el episodio la recomendada.
Este recinto que cumple 65 años este 2023 es el espacio idóneo para tratar de entender más de la vida y obra de una de las pintoras más famosas del país, sino es que la más.
“La Casa Azul además de ser su espacio doméstico y su hogar en toda la extensión de la palabra, es también su taller, así que por eso las obras que tenemos aquí reflejan eso: una trayectoria completa, el principio, el final, incluso cuadros inconclusos que nos permiten entender cómo se aproximaba a una obra; también tenemos algunas piezas que pensamos que podría haber hecho para ella misma. Así que por eso es una colección de óleos muy personal y bueno, que por supuesto es enriquecida por algunos de los objetos que quedaron inmortalizados en esas obras, es más algunas de sus mascotas que vivieron aquí con ella fueron tan importantes que justamente quedaron inmortalizados en sus grandes obras”
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