/ miércoles 25 de mayo de 2016

Rosario Castellanos, la poesía eres tú; hoy, aniversario

||Por Laura Embriz||

“Yo era lo que fui: mujer de investidura, desproporcionada con la flaqueza de su ánimo” La Lamentación de Dido, Rosario Castellanos.

“El legado de Rosario Castellanos todavía no se puede cuantificar, sigue viviendo y vivirá Rosario; a través de sus letras, por medio de sus novelas, ensayos y poesía, continua inmersa”, reveló el poeta, Óscar Bonifaz, amigo entrañable de la escritora.

Hoy cumpliría 91 años y su imagen es evocada por ser una de los mayores exponentes de la literatura latinoamericana; su precisión, estilo, ironía y capacidad crítica la han convertido en una escritora polifacética tal y como lo menciona Eduardo Mejía, en el prólogo “Rosario Castellanos, la voz del extranjero”.

También puedes leer: 


ROSARIO, LA MUJER


Rosario Castellanos no fue hija única, tuvo dos hermanos; aunque ella nació el 25 de mayo de 1925 en la Ciudad de México, su infancia y adolescencia las pasó en Chiapas, de donde eran originarios sus padres.

En entrevista con el premio Chiapas, Óscar Bonifaz, confesó que una frase típica de Rosario era: “Yo no soy mexicana, soy chiapaneca, comiteca y mi nacimiento en el Distrito Federal es un error geográfico”.

Durante la entrevista efectuada por Beatriz Espejo, de la Revista “Kena”, en 1967 ella confesó que su padre era un hombre profundamente melancólico, incapaz de contemplar el sufrimiento ajeno, mientras que su madre tuvo un fuerte temperamento que destruyó el matrimonio.

—Me crié en un ambiente de una familia venida a menos, solitaria, aislada; una familia que había perdido el interés por vivir.

Su solitaria condición hizo que ella fuera una niña aislada con una imponente imaginación que provocó que en su infancia empezara a escribir.

—Desde que asumí a la literatura como una profesión, dejé al diario íntimo.

En sus primeros años conoció a Óscar Bonifaz, amigo íntimo de la escritora con la que no sólo compartía su amor hacia las letras, sino también sus anhelos, sentimientos e íntimos pensamientos.

—Ella vivió su adolescencia en Comitán y yo fui su amigo desde la infancia. En ese tiempo en la ciudad el apellido era importante porque tenía un significado de gran protocolo o alcurnia, la gran suerte fue que mi apellido, heredado por mi abuelo, no estaba clasificado lo que me abrió las puertas a Rosario.

—No era lo mismo apellidarse Domínguez que Gómez y siempre se hacía una distinción respecto a eso.

A los 16 años, Rosario Castellanos decide regresar a la Ciudad de México a continuar sus estudios. Al principio estudió Derecho pero desertó para estudiar filosofía; llegó a ser compañera de universidad de grandes escritores como Augusto Monterroso, Efrén Hernández, Jaime Sabines y Dolores Castro.

En 1948, meses después de que fallecieran sus padres, publicó su primer título de poesía: “Apuntes para una declaración de fe”; su tesis trata sobre la inexistencia de cultura femenina.

—Ella era un feminista de “hueso colorado”; tal y como incursionó en el ensayo, en el teatro también lo presentó pero fue un fracaso (El eterno femenino); yo estuve en México cuando fue el estreno en el Teatro “Hidalgo”, no sabía manejar la cuestión teatral, comentó Bonifaz.

“Yo soy una señora: tratamiento

Arduo de conseguir, en mi caso, y más útil

Para alertar con los demás que un título

Extendido a mi nombre en cualquier academia”… ( AUTORRETRATO)

La poeta Dolores Castro y amiga suya plasmo en el libro conmemorativo “Rosario y sus amigos”, que Rosario fue notablemente influenciada por Gabriela Mistral, a quien admiraba y consideraba la poetisa más importante de América Latina.

En palabras de Castellanos, “la mujer ha estado colocada hasta hoy, en una situación real de inferioridad que no le ha permitido contacto con las disciplinas intelectuales. Para justificar su situación se ha aducido su incapacidad biológica que la reduce en objeto de placer e instrumento de la maternidad”.

El poeta e investigador colombiano, Ricardo Cuéllar, sostuvo: “Rosario Castellanos encarnó dos mujeres: una, la niña comiteca, criada allí, aunque nació en la capital de la República mexicana, siempre estuvo sometida bajo normas y formas de vida fuertemente religiosas. Desde los primeros años de la juventud, se reveló y cuestionó los principios en los que había sido educada. La otra, la lectora de la filosofía y la literatura moderna y contemporánea asimilada a través del conocimiento obtenido en la facultad de Filosofía y letras de la UNAM, donde aprendió a pensar de otra manera crítica, o mejor, donde logró fundamentar la rebeldía que traía desde antes”.

“La sola forma de vestir, si observamos las fotografías que se han difundido, observamos a una mujer rectada, reservada, conservadora. En cambio si leemos una que otra entrevista, nos encontramos con la mujer crítica”, detalló Cuéllar. Bonifaz la recuerda como una mujer optimista, versátil, con un agudo tono irónico.

—Una vez en su llegada al estado, los reporteros se le acercaron para preguntarle acerca de su opinión sobre la poesía en Chiapas; ella tenía un humor muy particular y contestó: “Soy miope”.


LA ESCRITORA


El principal ingrediente de la poesía de Rosario Castellanos es la ironía, heredada por su madre doña Adriana, mencionó el poeta Óscar Bonifaz.

Rosario también escribió ensayos y novelas con gran sabor, adentrándose en los problemas de sus personajes como en Balún Cánan (1957), Oficio de Tinieblas (1964), Álbum de Familia (1971) y Ciudad Real.

Óscar Bonifaz comentó que Balún Canán, obra de estilo indigenista, fue resultado de sus vivencias en la infancia.

—Ella, cuando era niña, no se estaba dando cuenta que fue testigo de situaciones que iban en contra de los indígenas y de todas las injusticias como prioridades que tenían los hacendados como su padre.

En palabras concretas de la escritora, durante una entrevista que concedió, comentó: “Desde mi infancia, alterné con los indios. Después de adquirir una perspectiva, me di cuenta cómo eran ellos y como debían de ser. Esa deuda se volvió consiente a redactar Balún Canán”.

Para Rosario, su obra predilecta no fue Balún Canán, sino Oficio de Tinieblas para ella el primero fue un arrebato de querer contar aquello, narró Óscar Bonifaz. De esa forma se realizó esa saga representativa de la literatura indigenista, obra que le dio un importante lugar a Rosario en la literatura latinoamericana.


EL ADIÓS

Estoy sola: rodeada de paredes

y puertas clausuradas;

sola para partir el pan sobre la mesa,

sola en la hora de encender las lámparas,

sola para decir la oración de la noche

y para recibir la visita del diablo.

A veces mi enemiga se abalanza

con los puños cerrados

y pregunta y pregunta hasta quedarse ronca

y me ata con los garfios de un obstinado diálogo.

Yo callaré algún día; pero antes habré dicho

que el hombre que camina por la calle es mi hermano,

que estoy en donde está

la mujer de atributos vegetales.

Nadie, con mi enemiga, me condene

como a una isla inerte entre los mares.

Nadie mienta diciendo que no luché contra ella

hasta la última gota de mi sangre. ( FRAGMENTO DOS POEMAS)


Los últimos años de Rosario Castellanos fueron en profunda soledad, tal y como lo describe en “Dos poemas”, escrito cuando ella tenía apenas 16 años, reveló el escritor Óscar Bonifaz.

Rosario falleció un 7 de agosto de 1974 lejos de su patria, de su amada tierra Comitán; fue en Israel donde dejó su último aliento, ella murió de un accidente eléctrico horrífico en la Embajada mexicana en Israel. Pero hay muchas dudas sobre su muerte, y unos piensan que no fue un accidente si no un suicidio, debido a su temperamento melancólico.

Para ella la muerte fue un tema muy común en la escritura, y en mucha de su poesía escribía de su propia muerte. Otros factores, como el hecho de que Castellanos firmó contratos para la traducción de sus obras a otras lenguas, sólo unos días antes de su muerte, contribuyeron a esta teoría.

/amg

||Por Laura Embriz||

“Yo era lo que fui: mujer de investidura, desproporcionada con la flaqueza de su ánimo” La Lamentación de Dido, Rosario Castellanos.

“El legado de Rosario Castellanos todavía no se puede cuantificar, sigue viviendo y vivirá Rosario; a través de sus letras, por medio de sus novelas, ensayos y poesía, continua inmersa”, reveló el poeta, Óscar Bonifaz, amigo entrañable de la escritora.

Hoy cumpliría 91 años y su imagen es evocada por ser una de los mayores exponentes de la literatura latinoamericana; su precisión, estilo, ironía y capacidad crítica la han convertido en una escritora polifacética tal y como lo menciona Eduardo Mejía, en el prólogo “Rosario Castellanos, la voz del extranjero”.

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ROSARIO, LA MUJER


Rosario Castellanos no fue hija única, tuvo dos hermanos; aunque ella nació el 25 de mayo de 1925 en la Ciudad de México, su infancia y adolescencia las pasó en Chiapas, de donde eran originarios sus padres.

En entrevista con el premio Chiapas, Óscar Bonifaz, confesó que una frase típica de Rosario era: “Yo no soy mexicana, soy chiapaneca, comiteca y mi nacimiento en el Distrito Federal es un error geográfico”.

Durante la entrevista efectuada por Beatriz Espejo, de la Revista “Kena”, en 1967 ella confesó que su padre era un hombre profundamente melancólico, incapaz de contemplar el sufrimiento ajeno, mientras que su madre tuvo un fuerte temperamento que destruyó el matrimonio.

—Me crié en un ambiente de una familia venida a menos, solitaria, aislada; una familia que había perdido el interés por vivir.

Su solitaria condición hizo que ella fuera una niña aislada con una imponente imaginación que provocó que en su infancia empezara a escribir.

—Desde que asumí a la literatura como una profesión, dejé al diario íntimo.

En sus primeros años conoció a Óscar Bonifaz, amigo íntimo de la escritora con la que no sólo compartía su amor hacia las letras, sino también sus anhelos, sentimientos e íntimos pensamientos.

—Ella vivió su adolescencia en Comitán y yo fui su amigo desde la infancia. En ese tiempo en la ciudad el apellido era importante porque tenía un significado de gran protocolo o alcurnia, la gran suerte fue que mi apellido, heredado por mi abuelo, no estaba clasificado lo que me abrió las puertas a Rosario.

—No era lo mismo apellidarse Domínguez que Gómez y siempre se hacía una distinción respecto a eso.

A los 16 años, Rosario Castellanos decide regresar a la Ciudad de México a continuar sus estudios. Al principio estudió Derecho pero desertó para estudiar filosofía; llegó a ser compañera de universidad de grandes escritores como Augusto Monterroso, Efrén Hernández, Jaime Sabines y Dolores Castro.

En 1948, meses después de que fallecieran sus padres, publicó su primer título de poesía: “Apuntes para una declaración de fe”; su tesis trata sobre la inexistencia de cultura femenina.

—Ella era un feminista de “hueso colorado”; tal y como incursionó en el ensayo, en el teatro también lo presentó pero fue un fracaso (El eterno femenino); yo estuve en México cuando fue el estreno en el Teatro “Hidalgo”, no sabía manejar la cuestión teatral, comentó Bonifaz.

“Yo soy una señora: tratamiento

Arduo de conseguir, en mi caso, y más útil

Para alertar con los demás que un título

Extendido a mi nombre en cualquier academia”… ( AUTORRETRATO)

La poeta Dolores Castro y amiga suya plasmo en el libro conmemorativo “Rosario y sus amigos”, que Rosario fue notablemente influenciada por Gabriela Mistral, a quien admiraba y consideraba la poetisa más importante de América Latina.

En palabras de Castellanos, “la mujer ha estado colocada hasta hoy, en una situación real de inferioridad que no le ha permitido contacto con las disciplinas intelectuales. Para justificar su situación se ha aducido su incapacidad biológica que la reduce en objeto de placer e instrumento de la maternidad”.

El poeta e investigador colombiano, Ricardo Cuéllar, sostuvo: “Rosario Castellanos encarnó dos mujeres: una, la niña comiteca, criada allí, aunque nació en la capital de la República mexicana, siempre estuvo sometida bajo normas y formas de vida fuertemente religiosas. Desde los primeros años de la juventud, se reveló y cuestionó los principios en los que había sido educada. La otra, la lectora de la filosofía y la literatura moderna y contemporánea asimilada a través del conocimiento obtenido en la facultad de Filosofía y letras de la UNAM, donde aprendió a pensar de otra manera crítica, o mejor, donde logró fundamentar la rebeldía que traía desde antes”.

“La sola forma de vestir, si observamos las fotografías que se han difundido, observamos a una mujer rectada, reservada, conservadora. En cambio si leemos una que otra entrevista, nos encontramos con la mujer crítica”, detalló Cuéllar. Bonifaz la recuerda como una mujer optimista, versátil, con un agudo tono irónico.

—Una vez en su llegada al estado, los reporteros se le acercaron para preguntarle acerca de su opinión sobre la poesía en Chiapas; ella tenía un humor muy particular y contestó: “Soy miope”.


LA ESCRITORA


El principal ingrediente de la poesía de Rosario Castellanos es la ironía, heredada por su madre doña Adriana, mencionó el poeta Óscar Bonifaz.

Rosario también escribió ensayos y novelas con gran sabor, adentrándose en los problemas de sus personajes como en Balún Cánan (1957), Oficio de Tinieblas (1964), Álbum de Familia (1971) y Ciudad Real.

Óscar Bonifaz comentó que Balún Canán, obra de estilo indigenista, fue resultado de sus vivencias en la infancia.

—Ella, cuando era niña, no se estaba dando cuenta que fue testigo de situaciones que iban en contra de los indígenas y de todas las injusticias como prioridades que tenían los hacendados como su padre.

En palabras concretas de la escritora, durante una entrevista que concedió, comentó: “Desde mi infancia, alterné con los indios. Después de adquirir una perspectiva, me di cuenta cómo eran ellos y como debían de ser. Esa deuda se volvió consiente a redactar Balún Canán”.

Para Rosario, su obra predilecta no fue Balún Canán, sino Oficio de Tinieblas para ella el primero fue un arrebato de querer contar aquello, narró Óscar Bonifaz. De esa forma se realizó esa saga representativa de la literatura indigenista, obra que le dio un importante lugar a Rosario en la literatura latinoamericana.


EL ADIÓS

Estoy sola: rodeada de paredes

y puertas clausuradas;

sola para partir el pan sobre la mesa,

sola en la hora de encender las lámparas,

sola para decir la oración de la noche

y para recibir la visita del diablo.

A veces mi enemiga se abalanza

con los puños cerrados

y pregunta y pregunta hasta quedarse ronca

y me ata con los garfios de un obstinado diálogo.

Yo callaré algún día; pero antes habré dicho

que el hombre que camina por la calle es mi hermano,

que estoy en donde está

la mujer de atributos vegetales.

Nadie, con mi enemiga, me condene

como a una isla inerte entre los mares.

Nadie mienta diciendo que no luché contra ella

hasta la última gota de mi sangre. ( FRAGMENTO DOS POEMAS)


Los últimos años de Rosario Castellanos fueron en profunda soledad, tal y como lo describe en “Dos poemas”, escrito cuando ella tenía apenas 16 años, reveló el escritor Óscar Bonifaz.

Rosario falleció un 7 de agosto de 1974 lejos de su patria, de su amada tierra Comitán; fue en Israel donde dejó su último aliento, ella murió de un accidente eléctrico horrífico en la Embajada mexicana en Israel. Pero hay muchas dudas sobre su muerte, y unos piensan que no fue un accidente si no un suicidio, debido a su temperamento melancólico.

Para ella la muerte fue un tema muy común en la escritura, y en mucha de su poesía escribía de su propia muerte. Otros factores, como el hecho de que Castellanos firmó contratos para la traducción de sus obras a otras lenguas, sólo unos días antes de su muerte, contribuyeron a esta teoría.

/amg

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