Cuando Sabina Berman escribió la obra “Entre Villa y una mujer desnuda” jamás imaginó que 25 años después su relato se hiciera realidad: un régimen de izquierda gobierna el país aunque sin entender qué significa el feminismo y cómo lidiar con éste.
“Cómo me iba a imaginar que el personaje del hombre de izquierda en la obra que era bien intencionado, pero solo para con los hombres y cómo imaginarme que la 4T nos iba a llevar a una situación muy parecida. No entiendo por qué el feminismo y la 4T están peleados, no quiero pensar que es porque el Presidente no entiende qué es el feminismo, porque si lo entendiera estuviera con nosotras y eso hace el tema de la obra más vigente”, refirió Sabina Berman.
Durante la charla que la escritora tuvo con el actor Jesús Ochoa en el marco de la XXI Feria Internacional del Libro del Zócalo, la autora refirió que la política pública a favor de las mujeres sí ha tenido avances pero muy lentos y aún falta mucho más por hacer para acabar con la contradicción de que las mujeres cuando se defienden se convierten en agresoras.
La obra de teatro, que se montó en 1997, trata sobre Gina, una mujer de mediana edad, atractiva, divorciada e independiente que expresa descontento con respecto a su relación con Adrián, un atractivo profesor universitario. Su relación será interrumpida por el fantasma de Pancho Villa, interpretado por Jesús Ochoa. Y en esa charla entre los tres se da una discusión sobre los derechos de las mujeres y la posición machista del hombre.
“Yo tenía mi concepción de Villa, pero Sabina tenía situado a Villa en la escena con rollos muy melancólicos sentado en la piedra. Era un Villa irrumpiendo en la época moderna e interrumpió en una cuestión romántica, no histórica, hablaba el corazón de Villa, su pasión en cuanto a la relación femenina”, definió Ochoa al considerar que Francisco Villa jamás morirá mientras haya quien lo recuerde.
A decir el actor, Villa fue un gran revolucionario no sólo por el hecho de saber apuntar y matar con su arma, sino por los cambios que al menos intentó: “Villa no era un letrado pero tenía esa sed, esa hambre y rabia de justicia, y lo que exhibe este libro es el lado femenino de la relación con Villa, él no lloraba y se le corrían las lágrimas, le brotaban las lágrimas, entonces entendí muchas cosas de él porque es fácil juzgarlo a distancia pero es diferente cuando se entra en el personaje”.
Berman apuntó que la obra reflexiona sobre la brecha entre las políticas y el feminismo e hizo un llamado porque se construya una política pública que en verdad proteja a las mujeres: “Falta una política pública para parar las violaciones, los abusos, los feminicidios, para que las mujeres policías sean las encargadas de evitar los feminicidios, que haya una política pública de raya, para que no nos lleve a la enorme contradicción de que para que las mujeres se defiendan empiecen a ser agresoras”.