/ viernes 27 de diciembre de 2019

Terminó 2019 | Tiempo al tiempo

Termina el año y para muchos termina un ciclo de felicidades interminables; para otros termina un ciclo de pesadillas y aspiraciones frustradas

Cada fin de año se termina un ciclo. Una medida convencional que se basa en razones físicas, como el periodo que tarda la tierra en dar la vuelta al sol que nos ilumina; el lapso que la luna tarda en ilusionar y echarle el ojo a la tierra completa... los cambios de estaciones... los años que cumplimos...

...Es el momento del recuento. Es, como quien no quiere la cosa, la ocasión para hacer la cuenta vital y evaluar cargos, abonos, pérdidas o ganancias en los doce meses anteriores. Es cuando uno ve lo que pasó y supone lo que habrá de pasar... o lo que uno quiere que pase...; casi siempre que haya salud, amor, trabajo, dinero para vivir una vida decorosa y sin sobresaltos, casa-comida-sustento y el buen techo para compartir todo esto con la familia y los mejores amigos: Eso es.

Termina el año y para muchos termina un ciclo de felicidades interminables, o a medias pero sanos y salvos; para otros termina un ciclo de pesadillas, quebrantos y aspiraciones frustradas: hay de todo en esto de ‘jugar a la vida’ que dijera nuestra querida Amparo Ochoa.

Algunos dirán: “Sí alcancé a cargar a los peregrinos”; o “Más viejos, pero vivitos y coleando”; otros sacarán el cajón de los ahorros para ver para cuánto alcanza y lo guardarán porque los presagios para el año que empieza son impredecibles, y con eso de que no se sabe por dónde saltará la liebre, mejor estar preparados para el insospechado caso de la pérdida del trabajo y el desempleo alargado en el nombre de la propia y obligada transformación...

... O son ahorros para cuidar la salud. O para los útiles de los niños. O para la ropa que hace falta. O para la comida necesaria y vital. Algunos para el viaje soñado. O para comprarle un regalo a la mujer amada... y así, que “la vida es un sueño, y los sueños, sueños son” según Pedro Calderón de la Barca.

Edvard Munch "Melancolía" (1891)

Pero eso es. Termina el ciclo del tiempo vital. Y ahí está el gran debate histórico. El tiempo. El aliado de nuestras vidas. El que nos da sentido. El que nos hace sentir que vivimos y que estamos. El que está ahí antes de que nosotros llegáramos y estará ahí cuando ya no. Es el tiempo que según don Renato Leduc: ‘...como dice el dicho, los santos lo lloran’.

Gran debate ese desde que al hombre se le metió en la maceta saber ¿Qué es el tiempo? Mientras unos lo vivimos, para muchos el tiempo ha sido una incógnita y un motivo de reflexión en la historia profunda de la humanidad, y ahí la eterna pregunta.

Para unos es una ilusión que esconde a la realidad, en la que la eternidad termina por ser un no-tiempo. Así que, por ejemplo, Platón, el filósofo de la antigua Grecia, discípulo de Sócrates y de Parménides, distingue dos mundos separados: el de lo inteligible y el de lo sensible.

En el primero está la idea y en el segundo el objeto de la idea y ahí en medio está el ‘ser’. ¿En cuál ubicar al tiempo? Y ahí la propuesta: “Lo que percibimos como tiempo en el mundo sensorial no es más que algo errado de la verdadera idea de tiempo. Así, en el mundo sensible el tiempo estaría sometido al cambio, y la transformación está transformándose: el tiempo no deja de ser lo que es, permanece estático, eterno, aunque sea el símbolo del cambio”... Y concluyó: “El tiempo es una imagen móvil de la eternidad; el tiempo es meramente subjetivo y relativo”.(Lo dicen los libros)

Así que el tiempo es un reflejo de lo inmóvil, de lo eterno, de lo infinito, según resumió luego Timeo para quien decimos “es, era, será”. ‘Era’ ya no existe, aunque fue; ‘es’, por el momento exacto lo único real pero eje entre lo que deja de ser y lo que ‘será’ que aún no existe y no puede ser tiempo, por tanto. Uhhhhh. Qué difícil y complicado saber que el tiempo es circular según Aristóteles, porque no tiene principio o fin y quien mantiene la idea de que es eso: una idea.

Remedios Varo "Tejido Espacio-Tiempo" (1954)

Y de ahí en adelante filósofos de todo el mundo y de todas las épocas se preguntan, a su manera, ¿qué es el tiempo? Y en éste: ¿qué hacemos nosotros?

San Agustín, por ejemplo, a la pregunta de uno de sus discípulos de ¿Qué es el tiempo’? contestó: “Si nadie me lo pregunta lo sé. Pero si quiero explicarlo a quien me lo pregunta, no lo sé”. Aunque más adelante argumenta que el tiempo no puede ser infinito, porque según la visión cristiana ‘el tiempo fue creado por Dios y es imposible que hubiese creado algo infinito”.

Aun así –según esta idea- “el tiempo sólo existe en nuestra mente y si es que podemos medirlo y defender su existencia objetiva, es solamente porque tenemos la capacidad de recordar lo que vivimos en el pasado, e imaginar lo que podrá suceder en el futuro, pero realmente el pasado y el futuro no existen, la única cosa que existe es el presente. El tiempo es una construcción mental”.

Pero ¿y cuánto dura el presente? E. R. Clay y William James, dicen que “el presente podría estar relacionado con nuestra capacidad de memoria. Mientras más datos podamos almacenar más largo será el presente”. El problema es que cuando pasa a ser recuerdo, ya es tiempo inexistente.

Así que Chronos ha metido en problemas a los seres humanos al tratar de explicar al tiempo. Pero él que lo ha vivido todo –según la mitología griega- y por lo mismo es el padre del tiempo al que se representa como anciano meditabundo, piensa que aunque él es responsable de la progresión temporal del mundo de los mortales, no lo es de lo que suceda con sus vidas: es decir, su destino.

Ya desde la perspectiva religiosa Santo Tomás en el siglo XIII indagaba sobre el tiempo y la existencia del tiempo. Isaac Newton, el físico inglés aseguraba que hay dos tiempos diferentes: uno absoluto y otro relativo; el primero verdadero y matemático, que es la duración; el segundo es apenas una medida sensible y externa de la duración, por medio del movimiento... (¡Sic!)

William Blake "El anciano de los días" (1794)

Y luego Kant le entró al toro diciendo que el tiempo es una intuición humana. Y así Henri Bergson que lo ubica en el terreno de la experiencia humana. O Martin Heidegger con aquello de la experiencia humana a lo largo de las diversas etapas de la vida constituye la vivencia del tiempo.

O Nietzsche con el concepto del eterno retorno de lo idéntico en una visión cíclica del tiempo... Y Leibniz o Jung o Ernst March, o Einstein con aquello de la teoría de la relatividad: ‘mediante la relatividad general. Esta relatividad del espacio y el tiempo, por razón de su indistinguibilidad dependía igualmente de la materia, lo que dio origen al moderno concepto de ‘espacio-tiempo’... (Eso es, lo dije desde un principio... ejem...)

Pero, bueno. El tiempo es motivo de reflexión profunda, como también de preocupación vital, por ejemplo nuestros antepasados prehispánicos.

El fin del mundo es algo inevitable, pero los Aztecas tuvieron la sabiduría de poner a cada año cinco días de caos para tener una vivencia caótica antes de regresar al cómputo calendárico normal, y eso permitía drenar toda esta angustia que tienen los hombres desde tiempos inmemoriales. “Los días enmascarados” que recuperó Carlos Fuentes en su obra.

Estos días “que no contaban” se encontraban al final del último mes de cada año, equivalente a un ciclo completo del sol, y durante los mismos se producía un “suspenso”, por el cual aunque “se contaban en términos de cómputo en el calendario, no estaban contemplados en términos astrológicos”.

Giorgio de Chirico "El enigma de la hora" (1912)

De esta forma, durante estos cinco días “no se hacía nada” y “si alguien se tropezaba significaba que se iba a caer el resto de su vida”, en una especie de “resonancia extraordinaria”, por la cual era mejor no padecer ninguna desgracia durante estas jornadas.’ En tanto que el poeta texcocano, Nezahualcóyotl indagaba en lo relativo de la vida y el corto tiempo: “¿Es que acaso se vive aquí?”

Pero, bueno. Lo que es cierto hoy es que ya termina diciembre y sus posadas... Ya terminó lo que para algunos fue un año envuelto en la felicidad y en papel celofán, en tanto que para otros el año termina con incertidumbre y envuelto en papel periódico. Cada uno sabe cómo estuvo la feria y su jugada del año que concluye y que es el 2019 de nuestra era.

Por lo demás está el año que habrá de comenzar pronto. Será el inicio de otro periodo en el que, como si nada hubiera ocurrido, habrá que trabajar, esforzarse, continuar y seguir la vida en ese tiempo tan irreconocible pero cierto... Buscar ser felices y no hacer tantas muinas. Cuidar la salud y la economía porque el horno aún no está para bolillos y, en todo caso, recordar lo que nos heredó don Renato Leduc, decíamos, para entender al tiempo y entendernos en él...


“Sabia virtud de conocer el tiempo;

a tiempo amar y desatarse a tiempo;

como dice el refrán: dar tiempo al tiempo...

que de amor y dolor alivia el tiempo.”


joelhsantiago@gmail.com

Cada fin de año se termina un ciclo. Una medida convencional que se basa en razones físicas, como el periodo que tarda la tierra en dar la vuelta al sol que nos ilumina; el lapso que la luna tarda en ilusionar y echarle el ojo a la tierra completa... los cambios de estaciones... los años que cumplimos...

...Es el momento del recuento. Es, como quien no quiere la cosa, la ocasión para hacer la cuenta vital y evaluar cargos, abonos, pérdidas o ganancias en los doce meses anteriores. Es cuando uno ve lo que pasó y supone lo que habrá de pasar... o lo que uno quiere que pase...; casi siempre que haya salud, amor, trabajo, dinero para vivir una vida decorosa y sin sobresaltos, casa-comida-sustento y el buen techo para compartir todo esto con la familia y los mejores amigos: Eso es.

Termina el año y para muchos termina un ciclo de felicidades interminables, o a medias pero sanos y salvos; para otros termina un ciclo de pesadillas, quebrantos y aspiraciones frustradas: hay de todo en esto de ‘jugar a la vida’ que dijera nuestra querida Amparo Ochoa.

Algunos dirán: “Sí alcancé a cargar a los peregrinos”; o “Más viejos, pero vivitos y coleando”; otros sacarán el cajón de los ahorros para ver para cuánto alcanza y lo guardarán porque los presagios para el año que empieza son impredecibles, y con eso de que no se sabe por dónde saltará la liebre, mejor estar preparados para el insospechado caso de la pérdida del trabajo y el desempleo alargado en el nombre de la propia y obligada transformación...

... O son ahorros para cuidar la salud. O para los útiles de los niños. O para la ropa que hace falta. O para la comida necesaria y vital. Algunos para el viaje soñado. O para comprarle un regalo a la mujer amada... y así, que “la vida es un sueño, y los sueños, sueños son” según Pedro Calderón de la Barca.

Edvard Munch "Melancolía" (1891)

Pero eso es. Termina el ciclo del tiempo vital. Y ahí está el gran debate histórico. El tiempo. El aliado de nuestras vidas. El que nos da sentido. El que nos hace sentir que vivimos y que estamos. El que está ahí antes de que nosotros llegáramos y estará ahí cuando ya no. Es el tiempo que según don Renato Leduc: ‘...como dice el dicho, los santos lo lloran’.

Gran debate ese desde que al hombre se le metió en la maceta saber ¿Qué es el tiempo? Mientras unos lo vivimos, para muchos el tiempo ha sido una incógnita y un motivo de reflexión en la historia profunda de la humanidad, y ahí la eterna pregunta.

Para unos es una ilusión que esconde a la realidad, en la que la eternidad termina por ser un no-tiempo. Así que, por ejemplo, Platón, el filósofo de la antigua Grecia, discípulo de Sócrates y de Parménides, distingue dos mundos separados: el de lo inteligible y el de lo sensible.

En el primero está la idea y en el segundo el objeto de la idea y ahí en medio está el ‘ser’. ¿En cuál ubicar al tiempo? Y ahí la propuesta: “Lo que percibimos como tiempo en el mundo sensorial no es más que algo errado de la verdadera idea de tiempo. Así, en el mundo sensible el tiempo estaría sometido al cambio, y la transformación está transformándose: el tiempo no deja de ser lo que es, permanece estático, eterno, aunque sea el símbolo del cambio”... Y concluyó: “El tiempo es una imagen móvil de la eternidad; el tiempo es meramente subjetivo y relativo”.(Lo dicen los libros)

Así que el tiempo es un reflejo de lo inmóvil, de lo eterno, de lo infinito, según resumió luego Timeo para quien decimos “es, era, será”. ‘Era’ ya no existe, aunque fue; ‘es’, por el momento exacto lo único real pero eje entre lo que deja de ser y lo que ‘será’ que aún no existe y no puede ser tiempo, por tanto. Uhhhhh. Qué difícil y complicado saber que el tiempo es circular según Aristóteles, porque no tiene principio o fin y quien mantiene la idea de que es eso: una idea.

Remedios Varo "Tejido Espacio-Tiempo" (1954)

Y de ahí en adelante filósofos de todo el mundo y de todas las épocas se preguntan, a su manera, ¿qué es el tiempo? Y en éste: ¿qué hacemos nosotros?

San Agustín, por ejemplo, a la pregunta de uno de sus discípulos de ¿Qué es el tiempo’? contestó: “Si nadie me lo pregunta lo sé. Pero si quiero explicarlo a quien me lo pregunta, no lo sé”. Aunque más adelante argumenta que el tiempo no puede ser infinito, porque según la visión cristiana ‘el tiempo fue creado por Dios y es imposible que hubiese creado algo infinito”.

Aun así –según esta idea- “el tiempo sólo existe en nuestra mente y si es que podemos medirlo y defender su existencia objetiva, es solamente porque tenemos la capacidad de recordar lo que vivimos en el pasado, e imaginar lo que podrá suceder en el futuro, pero realmente el pasado y el futuro no existen, la única cosa que existe es el presente. El tiempo es una construcción mental”.

Pero ¿y cuánto dura el presente? E. R. Clay y William James, dicen que “el presente podría estar relacionado con nuestra capacidad de memoria. Mientras más datos podamos almacenar más largo será el presente”. El problema es que cuando pasa a ser recuerdo, ya es tiempo inexistente.

Así que Chronos ha metido en problemas a los seres humanos al tratar de explicar al tiempo. Pero él que lo ha vivido todo –según la mitología griega- y por lo mismo es el padre del tiempo al que se representa como anciano meditabundo, piensa que aunque él es responsable de la progresión temporal del mundo de los mortales, no lo es de lo que suceda con sus vidas: es decir, su destino.

Ya desde la perspectiva religiosa Santo Tomás en el siglo XIII indagaba sobre el tiempo y la existencia del tiempo. Isaac Newton, el físico inglés aseguraba que hay dos tiempos diferentes: uno absoluto y otro relativo; el primero verdadero y matemático, que es la duración; el segundo es apenas una medida sensible y externa de la duración, por medio del movimiento... (¡Sic!)

William Blake "El anciano de los días" (1794)

Y luego Kant le entró al toro diciendo que el tiempo es una intuición humana. Y así Henri Bergson que lo ubica en el terreno de la experiencia humana. O Martin Heidegger con aquello de la experiencia humana a lo largo de las diversas etapas de la vida constituye la vivencia del tiempo.

O Nietzsche con el concepto del eterno retorno de lo idéntico en una visión cíclica del tiempo... Y Leibniz o Jung o Ernst March, o Einstein con aquello de la teoría de la relatividad: ‘mediante la relatividad general. Esta relatividad del espacio y el tiempo, por razón de su indistinguibilidad dependía igualmente de la materia, lo que dio origen al moderno concepto de ‘espacio-tiempo’... (Eso es, lo dije desde un principio... ejem...)

Pero, bueno. El tiempo es motivo de reflexión profunda, como también de preocupación vital, por ejemplo nuestros antepasados prehispánicos.

El fin del mundo es algo inevitable, pero los Aztecas tuvieron la sabiduría de poner a cada año cinco días de caos para tener una vivencia caótica antes de regresar al cómputo calendárico normal, y eso permitía drenar toda esta angustia que tienen los hombres desde tiempos inmemoriales. “Los días enmascarados” que recuperó Carlos Fuentes en su obra.

Estos días “que no contaban” se encontraban al final del último mes de cada año, equivalente a un ciclo completo del sol, y durante los mismos se producía un “suspenso”, por el cual aunque “se contaban en términos de cómputo en el calendario, no estaban contemplados en términos astrológicos”.

Giorgio de Chirico "El enigma de la hora" (1912)

De esta forma, durante estos cinco días “no se hacía nada” y “si alguien se tropezaba significaba que se iba a caer el resto de su vida”, en una especie de “resonancia extraordinaria”, por la cual era mejor no padecer ninguna desgracia durante estas jornadas.’ En tanto que el poeta texcocano, Nezahualcóyotl indagaba en lo relativo de la vida y el corto tiempo: “¿Es que acaso se vive aquí?”

Pero, bueno. Lo que es cierto hoy es que ya termina diciembre y sus posadas... Ya terminó lo que para algunos fue un año envuelto en la felicidad y en papel celofán, en tanto que para otros el año termina con incertidumbre y envuelto en papel periódico. Cada uno sabe cómo estuvo la feria y su jugada del año que concluye y que es el 2019 de nuestra era.

Por lo demás está el año que habrá de comenzar pronto. Será el inicio de otro periodo en el que, como si nada hubiera ocurrido, habrá que trabajar, esforzarse, continuar y seguir la vida en ese tiempo tan irreconocible pero cierto... Buscar ser felices y no hacer tantas muinas. Cuidar la salud y la economía porque el horno aún no está para bolillos y, en todo caso, recordar lo que nos heredó don Renato Leduc, decíamos, para entender al tiempo y entendernos en él...


“Sabia virtud de conocer el tiempo;

a tiempo amar y desatarse a tiempo;

como dice el refrán: dar tiempo al tiempo...

que de amor y dolor alivia el tiempo.”


joelhsantiago@gmail.com

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