POR JORGE BRIONES Con su presea de bronce colgada en el cuello ysu eterna sonrisa, acompañado por su madre y entrenador FranciscoBonilla, arribó a México el medallista olímpico de bronce MisaelRodríguez.
Porras y flashes eran testigos de la llegada a casa de uno delos héroes aztecas en los Juegos Olímpicos de Río 2016, el queabrió la cosecha de medallas para la delegación mexicana cuandola presión estaba en su punto más alto.
La Terminal 1 del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de laCiudad de México se paralizó ante el pugilista: “Así lo habíasoñado. Estoy muy contento y con ganas de seguir trabajando. Elganar la medalla de bronce me ha cambiado la vida, pero hay quemantener los pies sobre la tierra”, señaló Misael.
Aún emocionado y recordando sus peleas en Río de Janeiro, elchihuahuense mencionó que aún no sabe lo que pasará con sufuturo. “Apenas tengo dos años como amateur, tengo que pensar sime voy al profesionalismo o me quedo un poco más”, explicóantes de caminar resguardado por el cuerpo de seguridad que loorientó hasta la camioneta del Comité Olímpico Mexicano(COM)
Así fue el regreso a casa de Misael, con su bronce iluminandoel aeropuerto y su paso con una luz diferente.