Cuando se trata de revivir una leyenda automotriz o mantener su legado, la responsabilidad de conseguirlo es enorme, pues muchas veces o no se concreta del todo o queda a deber a los entusiastas; sin embargo, la fórmula exitosa que la firma del óvalo azul ha conseguido con la más reciente generación del Shelby GT500 es abrumadora.
No sólo porque su apariencia mantiene fielmente muchos detalles de sus antepasados, sino porque mantiene al pie de la letra la esencia deportiva que ha caracterizado desde siempre a estos modelos, de modo que cuando Ford nos convocó a conocer sus prestaciones, no dudamos ni un segundo en aceptarla.
Así que aquí estamos, en el Centro Dinámico Pegaso, ubicado en Toluca Estado de México, con un cielo que amenaza con lluvia, pero fascinados contemplando la carrocería de esta leyenda y sacando conclusiones, poniendo en una lista las cosas que visualmente nos encantan.
En la primera línea se encuentra la parte frontal, donde destaca esa enorme toma de aire, que sirve de fondo para el emblema de la cobra. En la parte baja de la fascia, y a los lados, tiene dos tomas de aire por las que el aire fluye hacia unos pequeños radiadores, que mejoran, y por mucho, la refrigeración del motor; un elemento más que denota su orientación deportiva.
En los lados, su silueta coupé destaca por los faldones laterales, así como por el impresionante juego de rines de aluminio de 20 pulgadas; mientras que en la parte trasera, resalta el alerón sobre la cajuela, un difusor inferior y las salidas dobles del sistema de escape.
DESPERTAMOS A LA BESTIA
No tardamos en ocupar la posición de manejo, presionar el botón de encendido y divertirnos a lo grande. Si bien la parte exterior del Shelby GT500 es espectacular, es cuando el imponente ruido del motor —un V8 de 5.2 litros supercargado— que sale por el escape, te anuncia que estás a bordo de un auto con una genética deportiva descomunal.
Debemos admitir que gritamos un poco tras presionar el pedal del acelerador, pues la respuesta del motor es instantánea y tan fuerte que parece que vas sentado en el carro de una montaña rusa: mantiene tu cuerpo pegado al asiento. Y así, en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos al otro extremo de la pista.
Vale la pena enfatizar que este propulsor genera 760 caballos de fuerza y 625 libras-pie de torque a las ruedas traseras, y está acoplado a una transmisión automática de doble embrague y siete velocidades, un conjunto que le permite acelerar de cero a 100 km/h en apenas 3.5 segundos.
En las curvas su comportamiento es muy estable, y parece que no hay poder humano o físico que pueda sacarlo de su equilibrio, sientes como si las llantas tuvieran pegamento para mantenerlas sobre el asfalto sin importar la velocidad a la que vayas.
La posición de manejo es cómoda, y el asiento deportivo Recaro ofrece una gran sujeción del cuerpo en cambios de trayectoria bruscos, mientras que el groso del volante en alcántara, ofrece un tacto firme y son que las manos se resbalen del aro, en pocas palabras, el habitáculo del GT500 es propio de un auto de carreras, al que sel agregó un sistema de infoentretenimiento SYNC 3 con pantalla táctil a color de 8 pulgadas.
Hacía mucho que no nos divertíamos tanto con un coche y el Shelby GT500 nos dejó una enorme sonrisa.
Ficha técnica
- Motor V8 Supercargado 5.2L
- Potencia 760 Hp
- Torque 625 Lb-pie
- Transmisión doble embrague TREMEC
Precio $2,300,000