Hace algunos años, cuando Pablo Barrera aún no figuraba en Pumas, hacía más de dos horas desde el Estado de México para ir a entrenar al sur de la Ciudad de México. Hoy, que su vida lo ha llevado a correr tras un balón en espectaculares alfombras de Inglaterra y España, asume el rol de patriarca entre las nuevas generaciones felinas con apetito de gloria.
El Dinamita, quien presume haber figurado en aquella Selección Nacional que acudió al mundial de Sudáfrica 2010, además de levantar un título con Pumas, un año después, hoy funge como uno de los líderes que tiene la capacidad y el currículum para arropar a los jóvenes.
Barrera se refleja en Marco García, joya de la cantera universitaria, quien también hace un largo recorrido -parecido al de Pablo en aquellos ayeres- con tal de entrenar. Por eso, el capitán auriazul, sincero, acepta que ha platicado con el juvenil para ayudarlo a que no experimente sudor ni lágrimas.
“Le dije que trataré de ayudarlo para que el club le aporte algo, ya sea un departamento o la casa club, para que viva más cerca”, comparte el Dinamita. “En lo otro, debe mentalizarse y tener los pies sobre la tierra, porque la profesión se pasa muy rápido si no la aprovechas”, cuenta en exclusiva al Diario de los Deportistas.
Pablo hizo lo que algún día hicieron con él. Arropó al canterano y fungió como auténtico padre futbolístico del muchacho. Cuando Marco García se enamoró de Pumas, Barrera marcaba golazos en el Olímpico Universitario. Hoy tienen la dicha de compartir el mismo terreno de juego, bajo los colores que reinan en sus corazones, el azul y oro.
“Justo ayer estábamos platicando de esa situación con él. Le pregunté que dónde vivía, de su vida y sus hermanos. Me dijo que hace un recorrido largo y le comenté que yo hacía eso desde mi casa cuando empecé. Le comenté que siempre debe venir mentalizado en sacarle provecho a cada entrenamiento. Míchel le tiene mucha confianza y realmente García tiene cualidades. Si lo sabemos llevar, va a rendir bien en Pumas”, comenta.
A Barrera le vino bien jugar un tiempo en Europa. Su estancia en el viejo continente lo hizo darse cuenta de la importancia que tiene el día a día en el futbol, una profesión que se puede esfumar de un día para otro. De ahí que el volante por derecha tenga el gusto de dirigirse hacia los jóvenes y de conducirlos, para que no despeguen los pies del piso, algo que puede ser muy común. Actualmente, debido a los altos sueldos que se manejan en el futbol mexicano, más de uno puede pensar que ya lo logró, cuando ni consolidados están.
Pablo no es el único dentro del plantel que tiene buenas actitudes hacia los jóvenes, pero sí trata de hablar mucho con ellos, tras una carrera que inició con su primer registro profesional en 2005.
“Ahora, ya como jugador de experiencia, aprendí muchas cosas y a valorar la profesión para disfrutar cada entrenamiento”.