Santiago Giménez entra a la cancha 2 de la Noria tapándose la cara. El sol le pega directo en el rostro. El hijo del Chaco camina serio, no es tan abierto como su papá.
El jugador de 18 años, con playera blanca, empieza a entrenar, él es el único delantero que tiene disponible La Máquina.
El joven que apenas acumula 78 minutos en liga no se separa de Jonathan Rodríguez. Santiago y el Cabecita se perfilan para ser la dupla de Robert Dante Siboldi en la inauguración del torneo ante Atlas. Santi y el charrúa saben de la cruz que cargarán ante los Zorros y por eso buscan entenderse lo mejor posible ante del encuentro del sábado.
Giménez toca el balón, corre, se voltea y lo vuelve a repetir. El espacio en el ataque se abre por las lesiones y los goles que hizo en la pretemporada. No tiene de otra, busca aprovecharlo en la primer jornada.
Sin esperarlo, toda la competencia que tenía Giménez en la delantera se fue. Martín Cauteruccio regresó a Argentina; Bryan Angulo emigró a la frontera y de manera lamentable Milton Caraglio se lesionó. Mientras no llegue otro atacante o el Flaco cambie de parado, el puesto es suyo, de eso no cabe ninguna duda.
Tras entrar en calor Santiago y Jonathan comienzan a trabajar de frente a la portería. La red se mueve una y otra vez, podría ser un presagio de lo que sucederá el fin de semana en la cancha del estadio Azteca.
Orbelín Pineda y Elías Hernández son los otros jugadores que practican sus remates a la red. De a poco toma forma el rompecabezas celeste.
Giménez continúa mostrándose. Él fue el mejor anotador en la pretemporada cementera, sin embargo, la prueba real es el sábado en el Coloso de Santa Úrsula.
Con ambas piernas y con la cabeza ´Santi´ supera a Corona. Esa contundencia es la que esperan todos en el Azteca contra los Zorros del Atlas.
El fin de semana Giménez jugará por cuarta vez en Primera División tras participar el torneo pasado contra Tijuana, Chivas y escasos 3 minutos frente a Rayados.
En ese instante los medios de comunicación salen del lugar. Santiago y el resto de los vagones de La Máquina siguen a solas la práctica hasta el fin.
Ya oíste, Giménez, es tu turno.