Las llamadas que reciben los legisladores son un barómetro quepermite medir el pulso de la opinión pública... si es queconsiguen comunicarse.
Y eso está resultando cada vez más difícil en la era deDonald Trump, en que los empleados de los legisladores se venabrumados por las llamadas y cuesta mucho comunicarse ya que dasiempre ocupado o responde un contestador automático.
Si nadie contesta, eso irrita al votante que quiere hacerseescuchar. Por ello, todos los legisladores, desde el líder de lamayoría del Senado, el republicano Mitch McConnell, hasta el másnovato, se afanan por buscar la forma de responder.
Cuando el conductor de un programa radial local le preguntó aMcConnell acerca del polémico decreto de Trump suspendiendo laadmisión de personas y refugiados de siete países mayormentemusulmanes, el senador trató de asegurar a sus votantes de que seocupa de ellos.
“Agradezco que mucha gente de Kentucky nos haga llegar suscomentarios y por su paciencia con las líneas atestadas”,declaró McConnell al conductor de WHAS AM Terry Meiners. “Lecomento a la gente que ha pasado por eso que la mejor forma decontactarme es online”.
El personal del Senado no confirmó cuántas llamadas estánrecibiendo las oficinas de los legisladores, pero son muchas, puesla gente está respondiendo a exhortaciones hechas a través deFacebook y Twitter para que inunden de llamadas los teléfonos desus legisladores. Un portavoz del líder demócrata del SenadoCharles Schumer dijo que le habían comentado que se habíanrecibido un promedio de 1.5 millones de llamadas por día estasemana.