PYONGYANG, Corea del Norte.- Pyongyang podría ser la única delas grandes ciudades del mundo donde no se puede encontrar un caféde Starbucks.
Pero en los últimos tiempos, lascafeterías florecen en sus calles.
Los pequeños y mal iluminadoscafés están presentes en la capital norcoreana desde hace años,pero la popularidad de la bebida sufrió un impulso recientemente,lo suficiente como para alentar una competición entre los dueñosde los locales para proporcionar un ambiente más lujoso y unavariedad de cafés que casi avergonzaría a la omnipresente cadenaestadounidense.
“En los últimos dos años, elnúmero de personas que conoce realmente el buen café ha aumentadomucho, y buscan por toda la ciudad para encontrar los mejoreslugares”, dijo Ri Hyon Ai, camarera en un popular café queaprendió el oficio en China. “Tenemos muchos clienteshabituales”.
Aunque en Pyongyang hay másnivel adquisitivo y está mejor abastecida que el resto del país,el aumento de las cafeterías y el claro esfuerzo competitivo desus dueños para atraer clientes y obtener beneficios pone demanifiesto la transformación más amplia que desde hace tiempo secuece en Corea del Norte.
Aunque el capitalismo está malvisto y la economía sigue ampliamente controlada por el Gobiernocentral y estancada, la presencia de emprendedores no solo estácreciendo sino que es una necesidad para muchosnorcoreanos.
Hasta la hambruna de la décadade 1990, el Gobierno cubría las necesidades básicas y daba empleoa la mayoría de la población. La crisis económica provocada porla hambruna enseñó a los norcoreanos a autoabastecerse y, sinembargo, forzó una apertura gradual a más actividades de estilocapitalista.
La vida en las zonas ruralessigue siendo precaria, el simple hecho de seguir una dietaequilibrada, o carne con asiduidad, es todavía imposible paramuchos.
Pero la creciente economíapopular ha permitido la aparición de una suerte de clase media enPyongyang y otras ciudades, en la que mucha gente tiene suficientedinero para ofrecerse pequeños lujos como el café.
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