/ domingo 23 de julio de 2017

Arte en la piel, con seguridad e higiene

“En una ocasión llegó un señor con una camisa que teníados manchas de sangre en el puño y me pidió que se las tatuaraexactamente a la misma altura, se las hice y poco después me dijoque su hijo se le acababa de morir en los brazos y que esas dosgotas de sangre eran lo único que le había quedado”.

“Yo jamás me haría algo que me hiciera recordar algo tantraumático, pero a veces las personas ven en el tatuaje una manerade redención”, narra Xavier, quien ha plasmado cientos dehistorias como tatuador.

El joven de 34 años detiene por un momento el cráneo quediseña en la espalda de un cliente, se quita los guantes y cuentaque los tatuadores en México cada vez son más reconocidos.

“Por el boom que ha tenido el tatuaje en los últimos años, alos tatuadores ya hasta se nos ve como ´rockstars´, peroobviamente es mucha responsabilidad el que te den un pedazo de pielpara que les hagas algo que les quedará para siempre”.

Xavier y su compañero ´Fids´, ambos tatuadores en EvolutionTattoo en la Ciudad de México, terminaron sus carrerasprofesionales, el primero en Artes Plásticas y el segundo enDiseño Gráfico.

“Una de las mayores satisfacciones de hacer tatuaje es que esuna práctica que empiezas y que tienes que terminar”, dice Fids,“además me permite hacer lo que me gusta que es dibujar, podervivir de ello y recibir el reconocimiento de los clientes cuandohaces buen trabajo”.

Con 37 años ´Tirado´, un tatuador que puso su propio estudioal cumplir la mayoría de edad, platica que esta actividad tienepoco tiempo de tradición, pues en México apenas existen dosgeneraciones de tatuadores: la de padres e hijos.

“A lo mucho hay abuelos y quizá por eso es que todavía nohay guías para ser tatuador, eso lo aprendes en la práctica,empiezas con tus amigos, en tu casa y así”.

Sin embargo, cuenta que la evolución de las máquinas paratatuar sí ha cambiado, “antes tú mismo las diseñabas,existían las llamadas ´hechizas´ o que se hacían en casa, ahoraya no, ahora son rotativas, no hacen tanto ruido, sonespecializadas, más ergonómicas, más rápidas, menos pesadas”.Pero con la introducción de nuevos materiales, así como laprofesionalización de los tatuadores también subieron losprecios, explica Vegano, otro tatuador de la Ciudad de México enel estudio Indestructibles.

“El mínimo aquí está en 800 pesos y desde ahí seincrementa como el que estoy haciendo a espalada completa, seránseis sesiones de dos mil 500 pesos cada una, en total serán 15 milpesos”.

“La gente cree que son caros pero en realidad lo que pagas esel buen trabajo del tatuador y el servicio, o sea la calidad delmaterial, el que sea desechable, la higiene y la garantía de quetodo saldrá bien”.

Los entrevistados coinciden en que los precios son equivalentesa su talento y a la inversión que realizan, pues para poder tatuarrequieren de una licencia que otorga la Comisión Federal para laProtección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

“La obtienes tendiendo un currículum como tal de tatuador,comprobando que tienes todas las vacunas, que sabes de primerosauxilios, que tienes diversos cursos. La primera vez te cuesta casicinco mil pesos y después hay que pagar más de tres mil pararenovarla cada dos años”.

“Tatuarte ahora es un lujo” continúa describiendo Vegano,“pero tú decides si te lo haces en un establecimientocertificado o si te lo haces en la calle o con alguien que nilicencia tiene y te quede un pésimo trabajo o peor que ya tecontagiaste de algo”.

“En una ocasión llegó un señor con una camisa que teníados manchas de sangre en el puño y me pidió que se las tatuaraexactamente a la misma altura, se las hice y poco después me dijoque su hijo se le acababa de morir en los brazos y que esas dosgotas de sangre eran lo único que le había quedado”.

“Yo jamás me haría algo que me hiciera recordar algo tantraumático, pero a veces las personas ven en el tatuaje una manerade redención”, narra Xavier, quien ha plasmado cientos dehistorias como tatuador.

El joven de 34 años detiene por un momento el cráneo quediseña en la espalda de un cliente, se quita los guantes y cuentaque los tatuadores en México cada vez son más reconocidos.

“Por el boom que ha tenido el tatuaje en los últimos años, alos tatuadores ya hasta se nos ve como ´rockstars´, peroobviamente es mucha responsabilidad el que te den un pedazo de pielpara que les hagas algo que les quedará para siempre”.

Xavier y su compañero ´Fids´, ambos tatuadores en EvolutionTattoo en la Ciudad de México, terminaron sus carrerasprofesionales, el primero en Artes Plásticas y el segundo enDiseño Gráfico.

“Una de las mayores satisfacciones de hacer tatuaje es que esuna práctica que empiezas y que tienes que terminar”, dice Fids,“además me permite hacer lo que me gusta que es dibujar, podervivir de ello y recibir el reconocimiento de los clientes cuandohaces buen trabajo”.

Con 37 años ´Tirado´, un tatuador que puso su propio estudioal cumplir la mayoría de edad, platica que esta actividad tienepoco tiempo de tradición, pues en México apenas existen dosgeneraciones de tatuadores: la de padres e hijos.

“A lo mucho hay abuelos y quizá por eso es que todavía nohay guías para ser tatuador, eso lo aprendes en la práctica,empiezas con tus amigos, en tu casa y así”.

Sin embargo, cuenta que la evolución de las máquinas paratatuar sí ha cambiado, “antes tú mismo las diseñabas,existían las llamadas ´hechizas´ o que se hacían en casa, ahoraya no, ahora son rotativas, no hacen tanto ruido, sonespecializadas, más ergonómicas, más rápidas, menos pesadas”.Pero con la introducción de nuevos materiales, así como laprofesionalización de los tatuadores también subieron losprecios, explica Vegano, otro tatuador de la Ciudad de México enel estudio Indestructibles.

“El mínimo aquí está en 800 pesos y desde ahí seincrementa como el que estoy haciendo a espalada completa, seránseis sesiones de dos mil 500 pesos cada una, en total serán 15 milpesos”.

“La gente cree que son caros pero en realidad lo que pagas esel buen trabajo del tatuador y el servicio, o sea la calidad delmaterial, el que sea desechable, la higiene y la garantía de quetodo saldrá bien”.

Los entrevistados coinciden en que los precios son equivalentesa su talento y a la inversión que realizan, pues para poder tatuarrequieren de una licencia que otorga la Comisión Federal para laProtección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

“La obtienes tendiendo un currículum como tal de tatuador,comprobando que tienes todas las vacunas, que sabes de primerosauxilios, que tienes diversos cursos. La primera vez te cuesta casicinco mil pesos y después hay que pagar más de tres mil pararenovarla cada dos años”.

“Tatuarte ahora es un lujo” continúa describiendo Vegano,“pero tú decides si te lo haces en un establecimientocertificado o si te lo haces en la calle o con alguien que nilicencia tiene y te quede un pésimo trabajo o peor que ya tecontagiaste de algo”.

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