Una persona que constantemente levanta la vista para mirar el cielo, ya sea de día o de noche, seguramente se ha percatado de que la Luna se puede avistar durante el día también, pero esto no ocurre siempre.
Ver a nuestro satélite natural en el cielo azul por las mañanas puede creerse que pasa todos los días, pero la realidad es que, para que pase, deben de existir ciertas circunstancias.
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Primero se debe entender que la Luna se ve desde la Tierra de diferente forma según su posición respecto a nuestro planeta y el Sol, a estas variaciones se les llama fases; nueva, cuarto creciente, llena y cuarto menguante.
Cada una de estas fases se puede o no observar de día, de acuerdo con la Sociedad Astronómica del Caribe, la Luna llena únicamente se ve de noche, la Luna nueva no se ve, la cuarto creciente se avista al atardecer y en la noche y finalmente la fase cuarto menguante al amanecer y por la mañana puede verse.
¿Cómo se logra ver o no cada fase?
La Luna Nueva no puede observarse ya que el satélite está alineado con el Sol y el resplandor de éste no permite que se vea desde la Tierra.
Con el pasar de los días la Luna va creciendo; aparece como un c invertida en el hemisferio norte y una c en el hemisferio sur, mientras aumenta su grosor e iluminación en la superficie.
Si se mira desde la Tierra, la Luna se va separando del Sol y se esconde tras el horizonte cada día más tarde que la estrella y por esa razón podemos ver a la Luna por la tarde y al anochecer.
Posteriormente, la Luna continúa rotando alrededor de la Tierra y entra en fase menguante, así, el satélite aparece más tarde por el horizonte cada vez más tarde desde que el Sol se escondió. Por esta razón, la Luna puede verse en la madrugada y durante el día.
Finalmente la Luna vuelve a esconderse en el horizonte al mismo tiempo que el Sol y comienza la fase de Luna Nueva. Así comienza un nuevo ciclo.