La caza furtiva es una práctica que consiste en capturar y remover a ejemplares de distintas especies de sus hábitats naturales. Bolsos, abrigos, llaveros e incluso mascotas son algunos de los destinos que tienen los animales que son víctimas de esta actividad.
Aunque hoy en día se han sumado varios esfuerzos para erradicar esta práctica, los cazadores y comercializadores aún la ven como una mina de oro.
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Pero, ¿por qué no se ha erradicado el problema y qué se puede hacer para resolverla?
Consultamos a varios especialistas en conservación ambiental, quienes nos cuentan algunos de los secretos y verdades de uno de los comercios ilegales más grandes del mundo.
“Esta práctica es muy recurrente en los ecosistemas más diversos en fauna y muchas de sus especies son endémicas”, dijo a El Sol de México, Samantha Mendoza, bióloga de la UNAM.
Esta práctica supone una amenaza a diferentes especies que van desde pequeñas aves hasta enormes mamíferos, tal y como lo señaló un estudio realizado por el Colby College de Estados Unidos y la Universidad Simon Fraser de Canadá, en donde se enlistan las 10 especies más amenazadas a nivel mundial por esta práctica.
Entre los animales mencionados destacan el rinoceronte (cotizado en más de 368 mil dólares), el tigre (comercializado en más de 350 mil dólares), el tiburón blanco (cotizado en más de 91 mil dólares) y el oso polar (por el que pagan más de 31 mil dólares), entre otros.
Dichas cifras posicionan al mercado negro de animales como el cuarto más grande a nivel mundial, después del tráfico de drogas, armas y personas.
De acuerdo con el Programa Medioambiental de las Naciones Unidas, el valor de este mercado ronda entre los 70 mil y 213 mil millones de dólares.
En cuanto a los animales, su destino varía dependiendo de la especie o de la zona de captura o comercialización.
“Hoy en día existen zoológicos que están involucrados con el tráfico de vida silvestre, también llega a haber casos en los que de un día para otro faltan animales e incluso hay otros que le piden a los cazadores que les lleven ejemplares para hacerles taxidermia”, dice a este medio Daen Morales, miembro de la Comisión Mundial de Áreas Naturales Protegidas (WCPA).
Un problema legal
Si bien este fenómeno ha afectado a numerosas especies a lo largo de los años, el problema de la caza furtiva en el mundo, incluido México, es un tema que alcanza hasta los últimos peldaños del sistema legal.
“Este problema se debería concebir como un ilícito ambiental y se tiene que abordar desde un enfoque social, ético y ambiental”, dice Morales, quien además es Vocal jurídico de la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar.
México es uno de los países con cifras más bajas respecto a consecuencias para los agresores de la naturaleza, tal y como lo señala la organización BioFutura, la cual revela que en el país solo el .32 por ciento de los ilícitos ambientales logran tener una sentencia.
Además, señalan que a lo largo de la historia de la nación, solo tres personas han pagado una sentencia por delitos en contra de la vida silvestre.
“Las cifras aquí son brutales y eso nos habla mucho de la impunidad que se vive en el país. Esto quiere decir que si alguien mata o remueve animales de sus ecosistemas, difícilmente va a sufrir las consecuencias”, explica Morales.
El especialista cuenta que aunque se ha esforzado en luchar contra la caza furtiva, algunos sectores del gobierno le han dado la espalda a la naturaleza.
“En Oaxaca han llevado a personas que han asesinado a cientos de animales, sin embargo, el tribunal colegiado dice que estos actos no representan un atentado contra la biodiversidad, ya que apelan que biodiversidad significa diversidad de vida, por lo tanto, las personas que mataron animales ya no pueden ser castigadas. Es imposible pensar que esto es una resolución lógica”, expuso.
Si bien se están sumando esfuerzos, la caza furtiva continúa siendo de los delitos más cometidos en el mundo, sin embargo, México se encuentra en una situación de emergencia.
“Este es un problema que debe ser atacado en todos los niveles. ¿De qué sirve tener policías capacitados y conscientes si el juez no tiene conciencia de lo que está pasando?”, añade.
Atentado contra los ecosistemas
La caza furtiva tiene grandes consecuencias para la vida silvestre y en algunos casos, es la razón principal por la que un animal está en peligro de extinción.
“Los daños comienzan desde que se remueven a los animales de su hábitat, lo que provoca que haya una disminución del número de organismos en el mismo”, añade Samantha Mendoza.
La especialista nos cuenta cómo sería un escenario en el que alguna especie desapareciera a causa de esta práctica:
“Al quitar un conjunto de presas, habrá un mayor número de depredadores sin alimento y con el tiempo, los depredadores comenzarán a morir. Este es un claro ejemplo de que si llega a desaparecer una especie por esta causa, no solo se están llevando a una, sino a varias”, explicó.
Sin embargo, este no sería el único desbalance que la disminución de poblaciones o desaparición de especies supondría:
“Al vaciar un espacio en donde habitaban algunos animales, otros van a llegar y desplazar poco a poco a las especies que quedan. Es ahí donde empieza otro gran problema que son los animales desplazados y con ello es muy difícil que se conserve el equilibrio del ecosistema”, subraya Mendoza.
Sin embargo, también la composición genética de algunas especies se puede ver afectada por esta causa.
Un ejemplo de ello son los jaguares de Los Ángeles. Los felinos, quienes también son llamados leones de montaña, han sido víctimas de la caza furtiva y por lo tanto, de la fragmentación de su ecosistema.
En un estudio realizado por el Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de California, los científicos descubrieron que nueve de estos felinos de la zona de Los Ángeles tenían alteraciones como colas torcidas, espermas anormales y anomalías testiculares.
Esto alertó a los especialistas en conservación de la zona, quienes hicieron un llamado a la población para conservar la especie, ya que tal número de alteraciones genéticas podría suponer una pronta desaparición de la especie en la zona.
Las más vulnerables
Si bien más de siete mil especies se ven afectadas directamente con este mercado cada año, algunas de ellas son blancos más jugosos para los cazadores por diversas razones.
“Las más vulnerables son las denominadas especies carismáticas. Estas son víctimas de su carga cultural e histórica y por eso la gente las busca mucho más”, dijo Daen Morales, quien además es líder climático en The Climate Reality Project.
De acuerdo con la Semarnat, algunas de las especies carismáticas destinadas a la comercialización de sus pieles en México son los tigrillos, los ocelotes y el jaguar.
Mientras que entre las destinadas para mascota destaca el perico verde mexicano, a pesar de que tiene una veda definitiva, al igual que el jaguar.
¿Qué se está haciendo?
Con el objetivo de disminuir la caza furtiva y sus impactos a nivel mundial, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó en 2018 una resolución que obliga a los 48 países que la integran a luchar contra esta práctica desde sus naciones.
El objetivo de la resolución es promover leyes y endurecer los procesos judiciales para que estos actos sean reconocidos como delitos graves.
Asimismo, la tecnología se ha sumado a esta lucha con la aplicación PAWS (Protection Assistance for Wildlife Security), la cual fue desarrollada por la Universidad del Sur de California en colaboración con la National Science Foundation.
La app recaba datos de las patrullas de vigilancia con los cazadores furtivos, así el algoritmo descifra los patrones de comportamiento de los furtivos y sugiere a los vigilantes nuevas rutas hacia ellos.
Dado que PAWS funciona de acuerdo a los datos que se le proporcionen, mientras más información se le brinde, su funcionamiento será más rápido. Uno de ellos es la ubicación exacta en donde han sido capturados otros furtivos.
Sin embargo, también se puede contribuir a la disminución de esta práctica como voluntario en algunas organizaciones.
Una de ellas es Projects Abroad, la organización internacional de voluntarios más grande del mundo, la cual desde hace 30 años ha capacitado a más de 130 mil voluntarios y voluntarias para luchar contra grandes problemáticas mundiales, una de ellas la caza furtiva.
Algunas de las acciones que realizan los voluntarios para combatir este fenómeno son la realización de estudios para monitorear el crecimiento de las poblaciones, jornadas de retiro de trampas para animales e incluso patrullas nocturnas para recolección de huevos de tortuga antes de que los cazadores los roben.
Las y los voluntarios han logrado retirar más de mil 800 trampas en Kenia y Botsuana, además de haber rescatado y liberado a más de 100 mil crías de la tortuga marina.
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Para formar parte de esta red mundial de voluntarios, se debe ingresar al sitio web de Projects Abroad, revisar cuál de los proyectos resulta de más interés, registrarse y seguir las indicaciones marcadas. La mayoría de sus proyectos aceptan a jóvenes de 16 años en adelante.
“Al final del día biológicamente todos dependemos de todos y cualquier especie, por más alejada que esté de nosotros, siempre tiene algún impacto en nuestra vida. Es importante que abramos los ojos y repensemos la manera en la que convivimos y concebimos a los demás organismos de nuestro alrededor”, dijo finalmente Mendoza.
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