/ viernes 3 de junio de 2022

Estocolmo+50: un planeta sano para la prosperidad de todos

Es posible conciliar el desarrollo tecnológico y las políticas públicas que ayuden al cuidado del medio ambiente

Es de celebrarse que, a 50 años de la designación del 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente, se lance en la ciudad sede del lanzamiento de esa efeméride el lema “Estocolmo+50: un planeta sano para la prosperidad de todos”, que hace eco de la necesidad del cuidado de la naturaleza como fuente insustituible de los insumos que permiten la prosperidad, así como de una actividad empresarial responsable que, aunada a las políticas públicas correctas y a la corresponsabilidad de toda la sociedad, permita la prosperidad para todos, sin dejar a nadie atrás.

Es indudable que todas las actividades humanas -desde respirar hasta cualquier otra- tienen un impacto en la naturaleza que nos provee de los insumos básicos para la vida y para cualquier actividad.

Puedes leer también: Consigue beneficios por reciclar: apps para ayudarte a cuidar el medio ambiente

Asimismo, siempre han habido tensiones importantes entre la necesidad del desarrollo económico y la provisión de bienes y servicios, y el cuidado del medio ambiente. En momentos, pareciera una disyuntiva sin solución, y que se trata de alternativas excluyentes.

Sin embargo, la historia y el pensamiento nos confirman que es posible conciliar ambos valores a través del desarrollo tecnológico, y las políticas públicas correctas, que orienten las inversiones en la dirección de minimizar el impacto a los recursos naturales y el ambiente, al tiempo de proveer los productos y servicios que necesitamos para nuestro desarrollo integral como especie.

Los plásticos de un sólo uso son una gran amenaza y lamentablemente los encontramos en muchos de los productos que consumimos a diario. / Foto: Cuartoscuro

Un ejemplo de lo anterior es la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que se puede alcanzar a través de la generación de electricidad mediante fuentes renovables para mitigar el cambio climático -principalmente solar-fotovoltaica y eólica-, cuyo desarrollo acelerado ha permitido que en la actualidad, la generación eléctrica a través de ambas fuentes, sea tan competitiva o incluso de menor costo que la electricidad convencional generada a través de combustibles fósiles, como el carbón o el gas.

Este hecho comprueba que es posible implementar medidas que beneficien al medio ambiente y que al mismo tiempo sean costo-efectivas. Sin embargo, su implementación a fondo, requiere de políticas públicas que favorezcan el uso a gran escala y de manera generalizada y no discriminatoria de este tipo de energías renovables, como muchos países del mundo ya lo están haciendo -particularmente los desarrollados y algunas economías emergentes, entre las que destacan China e India, principalmente-.

Lamentablemente, México está caminando en sentido contrario en este importantísimo tema.

Otro ejemplo es el uso eficiente y sostenible del agua, cuyo ciclo permite -con las tecnologías e infraestructuras adecuadas- devolverla al medio ambiente para reabastecer los acuíferos y fuentes superficiales que permitan volver a utilizarla para los diversos usos -humano, agrícola, industrial, etc.

Diversas empresas productoras de bebidas por ejemplo, tienen metas de reducción de su “huella hídrica” (litros de agua por litro de bebida producida) así como convertirse en “neutrales” desde el punto de vista hídrico; es decir, devolver a las fuentes de agua de la naturaleza la misma cantidad extraída -ya sea de acuíferos o de fuentes superficiales-, para ser utilizada nuevamente en su proceso productivo.

Dichas acciones de reabastecimiento pueden contribuir a la par, a la restauración de bosques y otros ecosistemas. Y en materia de huella hídrica, se ha ido eficientando la producción para utilizar menos agua por litro de bebida, y algunas plantas en México de refrescos y de cerveza han alcanzado los mejores índices a nivel global en relación a este indicador.

México destaca por ocupar el cuarto lugar a nivel mundial en el reciclaje del plástico. Foto: Cuartoscuro

Otro reto adicional que recientemente se ha planteado por parte de grupos sociales y de gobiernos es lo relacionado con el correcto manejo de los residuos sólidos, particularmente con los envases y empaques, que si bien es cierto nos aportan una serie de ventajas para la sanidad, inocuidad e higiene de múltiples alimentos y productos que consumimos diariamente, representan un reto en su manejo, de manera tal que, al finalizar su vida útil no contaminen el medio ambiente y puedan destinarse a instalaciones que permitan su recuperación y reciclaje, como insumos para fabricar nuevos productos o como energía.

En este tema como en los anteriormente expuestos, es indispensable que las autoridades competentes definan algunas reglas e incentivos -políticas públicas- que ayuden a conciliar las acciones del público en general, de las empresas y de la propia autoridad, para desarrollar la infraestructura y los ciclos económicos o cadenas de valor que favorezcan la implementación de prácticas y tecnologías, orientadas al menor impacto al medio ambiente, incluido el menor consumo de recursos naturales no renovables.

Aunado a lo anterior, México destaca por ocupar el cuarto lugar a nivel mundial en el reciclaje del plástico denominado PET, y tiene la planta más grande del mundo de reciclaje de PET grado alimenticio -botella-botella. Falta mucho por hacer, pero existen ejemplos que deben replicarse a mayor escala y en diversos rubros, en beneficio del desarrollo sostenible e incluyente del país.

Los ejemplos de retos anteriormente planteados en materia de energía y emisiones, el ciclo del agua y su utilización, y el correcto manejo de los residuos entre otros, han derivado en el planteamiento reciente del concepto de “Economía Circular” que incluye -aunque no se limita al reciclaje de residuos- y que implica un replanteamiento o rediseño de los productos que consumimos y de sus cadenas de valor, orientadas a una producción y consumo responsables, al menor impacto ambiental, al uso eficiente de recursos y a la reducción de la explotación de recursos naturales no renovables.

Este concepto desde su nombre, hace referencia a la economía con todas sus implicaciones y reafirma que, el desarrollo sostenible, cuyos objetivos y fines se encuentran plasmados en los 17 “Objetivos de Desarrollo Sostenible” propuestos por la ONU y ratificados por prácticamente la totalidad de los países del mundo, precisan necesariamente de la armonización del desarrollo económico, la protección del medio ambiente y el desarrollo social.

Se busca una armonización del desarrollo económico, la protección del medio ambiente y el desarrollo social. Foto: Cuartoscuro

Es por ello que la disyuntiva planteada al inicio de este texto tiene una correcta solución bajo este concepto marco, pero requiere para su implementación de las inversiones, desarrollo tecnológico, infraestructura, gobernanza y políticas públicas que lo hagan posible.

Hoy como nunca, se hace patente la necesidad de sumar a los diferentes actores de la economía y de la sociedad, coordinados por los gobiernos para resolver los retos que hagan posible el desarrollo económico y la protección del medio ambiente y los recursos naturales.

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Sin embargo, para que esto ocurra, es vital que las políticas públicas que implementa la autoridad-a través de las leyes, reglamentos, programas y demás acciones de gobierno- no obstaculicen sino promuevan y faciliten la aplicación de la tecnología y las inversiones necesarias para ello.

En este sentido, es fundamental evitar los dogmatismos, regulaciones prohibicionistas y planteamientos simplistas; y fundamentar las decisiones en información fidedigna y objetiva que permita como aquí se ha sugerido, aspirar al desarrollo sostenible, en un clima de libertades, corresponsabilidad y pleno respeto al estado de derecho.

Es de celebrarse que, a 50 años de la designación del 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente, se lance en la ciudad sede del lanzamiento de esa efeméride el lema “Estocolmo+50: un planeta sano para la prosperidad de todos”, que hace eco de la necesidad del cuidado de la naturaleza como fuente insustituible de los insumos que permiten la prosperidad, así como de una actividad empresarial responsable que, aunada a las políticas públicas correctas y a la corresponsabilidad de toda la sociedad, permita la prosperidad para todos, sin dejar a nadie atrás.

Es indudable que todas las actividades humanas -desde respirar hasta cualquier otra- tienen un impacto en la naturaleza que nos provee de los insumos básicos para la vida y para cualquier actividad.

Puedes leer también: Consigue beneficios por reciclar: apps para ayudarte a cuidar el medio ambiente

Asimismo, siempre han habido tensiones importantes entre la necesidad del desarrollo económico y la provisión de bienes y servicios, y el cuidado del medio ambiente. En momentos, pareciera una disyuntiva sin solución, y que se trata de alternativas excluyentes.

Sin embargo, la historia y el pensamiento nos confirman que es posible conciliar ambos valores a través del desarrollo tecnológico, y las políticas públicas correctas, que orienten las inversiones en la dirección de minimizar el impacto a los recursos naturales y el ambiente, al tiempo de proveer los productos y servicios que necesitamos para nuestro desarrollo integral como especie.

Los plásticos de un sólo uso son una gran amenaza y lamentablemente los encontramos en muchos de los productos que consumimos a diario. / Foto: Cuartoscuro

Un ejemplo de lo anterior es la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que se puede alcanzar a través de la generación de electricidad mediante fuentes renovables para mitigar el cambio climático -principalmente solar-fotovoltaica y eólica-, cuyo desarrollo acelerado ha permitido que en la actualidad, la generación eléctrica a través de ambas fuentes, sea tan competitiva o incluso de menor costo que la electricidad convencional generada a través de combustibles fósiles, como el carbón o el gas.

Este hecho comprueba que es posible implementar medidas que beneficien al medio ambiente y que al mismo tiempo sean costo-efectivas. Sin embargo, su implementación a fondo, requiere de políticas públicas que favorezcan el uso a gran escala y de manera generalizada y no discriminatoria de este tipo de energías renovables, como muchos países del mundo ya lo están haciendo -particularmente los desarrollados y algunas economías emergentes, entre las que destacan China e India, principalmente-.

Lamentablemente, México está caminando en sentido contrario en este importantísimo tema.

Otro ejemplo es el uso eficiente y sostenible del agua, cuyo ciclo permite -con las tecnologías e infraestructuras adecuadas- devolverla al medio ambiente para reabastecer los acuíferos y fuentes superficiales que permitan volver a utilizarla para los diversos usos -humano, agrícola, industrial, etc.

Diversas empresas productoras de bebidas por ejemplo, tienen metas de reducción de su “huella hídrica” (litros de agua por litro de bebida producida) así como convertirse en “neutrales” desde el punto de vista hídrico; es decir, devolver a las fuentes de agua de la naturaleza la misma cantidad extraída -ya sea de acuíferos o de fuentes superficiales-, para ser utilizada nuevamente en su proceso productivo.

Dichas acciones de reabastecimiento pueden contribuir a la par, a la restauración de bosques y otros ecosistemas. Y en materia de huella hídrica, se ha ido eficientando la producción para utilizar menos agua por litro de bebida, y algunas plantas en México de refrescos y de cerveza han alcanzado los mejores índices a nivel global en relación a este indicador.

México destaca por ocupar el cuarto lugar a nivel mundial en el reciclaje del plástico. Foto: Cuartoscuro

Otro reto adicional que recientemente se ha planteado por parte de grupos sociales y de gobiernos es lo relacionado con el correcto manejo de los residuos sólidos, particularmente con los envases y empaques, que si bien es cierto nos aportan una serie de ventajas para la sanidad, inocuidad e higiene de múltiples alimentos y productos que consumimos diariamente, representan un reto en su manejo, de manera tal que, al finalizar su vida útil no contaminen el medio ambiente y puedan destinarse a instalaciones que permitan su recuperación y reciclaje, como insumos para fabricar nuevos productos o como energía.

En este tema como en los anteriormente expuestos, es indispensable que las autoridades competentes definan algunas reglas e incentivos -políticas públicas- que ayuden a conciliar las acciones del público en general, de las empresas y de la propia autoridad, para desarrollar la infraestructura y los ciclos económicos o cadenas de valor que favorezcan la implementación de prácticas y tecnologías, orientadas al menor impacto al medio ambiente, incluido el menor consumo de recursos naturales no renovables.

Aunado a lo anterior, México destaca por ocupar el cuarto lugar a nivel mundial en el reciclaje del plástico denominado PET, y tiene la planta más grande del mundo de reciclaje de PET grado alimenticio -botella-botella. Falta mucho por hacer, pero existen ejemplos que deben replicarse a mayor escala y en diversos rubros, en beneficio del desarrollo sostenible e incluyente del país.

Los ejemplos de retos anteriormente planteados en materia de energía y emisiones, el ciclo del agua y su utilización, y el correcto manejo de los residuos entre otros, han derivado en el planteamiento reciente del concepto de “Economía Circular” que incluye -aunque no se limita al reciclaje de residuos- y que implica un replanteamiento o rediseño de los productos que consumimos y de sus cadenas de valor, orientadas a una producción y consumo responsables, al menor impacto ambiental, al uso eficiente de recursos y a la reducción de la explotación de recursos naturales no renovables.

Este concepto desde su nombre, hace referencia a la economía con todas sus implicaciones y reafirma que, el desarrollo sostenible, cuyos objetivos y fines se encuentran plasmados en los 17 “Objetivos de Desarrollo Sostenible” propuestos por la ONU y ratificados por prácticamente la totalidad de los países del mundo, precisan necesariamente de la armonización del desarrollo económico, la protección del medio ambiente y el desarrollo social.

Se busca una armonización del desarrollo económico, la protección del medio ambiente y el desarrollo social. Foto: Cuartoscuro

Es por ello que la disyuntiva planteada al inicio de este texto tiene una correcta solución bajo este concepto marco, pero requiere para su implementación de las inversiones, desarrollo tecnológico, infraestructura, gobernanza y políticas públicas que lo hagan posible.

Hoy como nunca, se hace patente la necesidad de sumar a los diferentes actores de la economía y de la sociedad, coordinados por los gobiernos para resolver los retos que hagan posible el desarrollo económico y la protección del medio ambiente y los recursos naturales.

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Sin embargo, para que esto ocurra, es vital que las políticas públicas que implementa la autoridad-a través de las leyes, reglamentos, programas y demás acciones de gobierno- no obstaculicen sino promuevan y faciliten la aplicación de la tecnología y las inversiones necesarias para ello.

En este sentido, es fundamental evitar los dogmatismos, regulaciones prohibicionistas y planteamientos simplistas; y fundamentar las decisiones en información fidedigna y objetiva que permita como aquí se ha sugerido, aspirar al desarrollo sostenible, en un clima de libertades, corresponsabilidad y pleno respeto al estado de derecho.

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