/ miércoles 4 de septiembre de 2024

Jhonattan Zúñiga: la fusión del arte y la conciencia ambiental a través de la cultura huichol

Colillarte es el proyecto Jhonattan Ramsés Zúñiga, quien a partir de la recolección de colillas de cigarro, crea su obra para hacer conciencia sobre el medio ambiente

Jhonattan Ramsés Zúñiga tiene 39 años, es mercadólogo de profesión por la Universidad Mexicana de la capital de nuestro país, pero desde muy pequeño descubrió en su sangre el sentido del arte y en su mente la conciencia ambientalista.

Su contacto con la cultura huichol le dio las herramientas para crear obras artísticas llenas de color, que buscan crear en la humanidad un poco de empatía con el medio ambiente. Sólo necesita colillas de cigarros y pinturas que le den vida a una pieza ejemplar y ecologista.

“Yo empecé a recolectar colillas desde 2019 en Ciudad de México, yo soy de la capital: tengo una hermana mayor, quien siempre ha sido ecologista; ella hacía viajes para liberar tortugas o también para ayudar a las comunidades en Wirikuta, San Luis Potosí. Siempre ha estado en la onda del ambientalismo, le encantan los animales, y en las fiestas que íbamos, ella recogía las colillas de cigarro que tiraba la gente”.

El creativo pidió a las autoridades culturales y medioambientales de México, que se enfoquen más en los artistas que buscan crear conciencia en las personas

La influencia de su hermana Leylani Zúñiga como activista ambientalista, le llevó a despertar en su vida cotidiana el hábito ecologista de recoger colillas cigarros que tiran por la calle los consumidores de tabaco y las cuales causan un daño severo al medio ambiente e impactos negativos en ríos, lagos y playas, además, ponen en peligro la vida acuática.

“Yo le preguntaba a mi hermana ¿para qué recoges esas madres y qué les haces, las tiras? Fue ahí que me platicó el impacto que generaba dejarlas en el suelo tiradas, entonces yo empecé a recolectarlas”, cuenta Jhonattan, quien además expone a El Sol de México que de su padre, quien es arquitecto de carrera, obtuvo el gusto por el dibujo y la pintura, ya que todos los días, desde que él es pequeño, lo vio dibujar y hacer planos en papel.

¿Cómo te nace esta idea de hacer cuadros artísticos con colillas de cigarros?

Puedes leer: Lanzan proyecto educativo para adaptarse y combatir el cambio climático


A mi hermana le gusta mucho el arte wixárika y hacía viajes de voluntariado a Wirikuta... a las zonas de los wixárikas, a apoyar en la construcción de hogares de adobe; yo llegué a ir algunas veces. La cosmovisión de estas comunidades es la onda y todo lo que tiene que ver con la cultura huichol. Yo siempre he pintado, pero como mi papá era arquitecto, entonces yo lo veía y desde chavo se me quedó grabado. Yo pinto desde la secundaria, pero nunca lo llevé a algo profesional. Entonces después de eso, vi las colillas de cigarros y dije se puede hacer algo con esto. Los huicholes utilizan las chaquiras para hacer figuras y hacen como mandalas, entonces lo que se me ocurrió fue: los filtros de los cigarros de la parte de atrás son circulares y dije, si los pinto y los pego, también puedo hacer lo mismo que hace los huicholes.

Jhonattan pasó dos años juntando colillas de cigarros y logró reunir aproximadamente siete mil colillas, sin embargo, se dio cuenta de que los filtros de los cigarros absorben demasiado la pintura y el olor de las colillas en grandes cantidades era muy desagradable, por lo que tuvo que implementar un proceso específico para poder crear una obra de arte que fuera atractiva para poder ponerla en el hogar.

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Háblame de ese proceso para realizar una pintura ecologista

“Ese procedimiento de quitarles el olor hasta dejarlos listos para poderlos poner en un cuadro, pasó por años de prueba y error, entonces lo primero que hice fue pintar unas colillas de un color y las fui pegando hasta que hice un cuadro, un mandala, con cuatro mil 500 colillas.

“Me empecé a meter más al tema de los residuos: desde cuándo se hizo el tabaco; quiénes son las industrias que chingan más al medio ambiente; de qué está hecho; para qué está hecho; cuánto duran todos los químicos que tiene; cuáles son cancerígenos; todo eso empecé a investigar.

“Entonces me di cuenta de que las colillas que estaban en la playa, como ya habían estado en contacto con el sol y expuestos a los rayos ultravioleta, ya no tenían ningún tipo de olor y totalmente cuando entran en contacto con el agua liberan todas las sustancias químicas y con el sol y el aire se van liberando, entonces las colillas que vienen de la playa, ya no huelen, ya no tienen olor a tabaco o nicotina y las colillas que están en la calle o que la gente acaba de tirar o aquellos que las juntan en botellas de plástico, esas, son las que tienen mayor olor y entonces hay que ponerlas al sol”.

Luego de terminar su carrera en mercadotécnica en la Universidad Mexicana, el artista estudió una maestría en Habilidades Directivas y Desarrollo Organizacional, sin embargo, se dedicó al mundo del ejercicio en gimnasios.

Pero fue en 2020 cuando la pandemia provocó el cierre de negocios y la suspensión de actividades no esenciales entre ellos los gimnasios, por lo que tuvo que salir de Ciudad de México para buscar oportunidades de trabajo al sur de nuestro país.

“Cuando llegó la pandemia, yo trabajaba para una cadena de gimnasios en la Ciudad de México. Entonces cerraron y me vine a Playa del Carmen, en Quintana Roo, porque una amiga me invitó: encontré trabajo de garrotero en restaurantes, nada que ver con lo que yo hacía y dije hay un buen de colillas de cigarro tiradas en la calle y en la playa, fue cuando dije, igual puedo empezar a hacer algo con esto de manera más profesional”, cuenta Jhonattan quien enfatiza que uno de sus amigos en la capital le había metido la idea en la cabeza de patentar los cuadros y su técnica de pintado, plan que nunca salió de su mente.

Pasó al menos medio año trabajando en restaurantes, “donde no pagaban bien”, él todos los días quería salirse de su trabajo, no se sentía conforme con lo que ganaba, ni con el uniforme que le ponían, sin embargo, tenía que trabajar para mantenerse y tener dinero para pagar su renta y otras necesidades.

“Yo estaba, como siempre, diciendo no, pues yo quiero hacer otra cosa, entonces empecé a juntar colillas de cigarro y fui a la zona federal marítima y a la Secretaría del Medio Ambiente (de Quintana Roo) a decirles, mira, yo tengo este proyecto y no me hicieron caso, sólo me dijeron ‘déjanos un correo y nosotros te hablamos’, o sea, como que no me pelaron, entonces después de eso terminé aquí en Playa del Carmen mi primer cuadro: una tortuga”.

Arte de Jhonattan Zúñiga / Cortesía



Jhonattan salió a buscar un caballete para poder exponer su obra en la calle, venderla y generar dinero para dejar atrás ese trabajo de garrotero en el restaurante, en su camino se topó con Manuel Zardain, pintor reconocido a nivel nacional y originario de Veracruz, quien le dio una oportunidad que no desaprovechó.

“Él (Manuel Zardain) tenía una galería pequeña en la Quinta Avenida y me dijo que me podía vender un caballete, pero que si pintaba también me daba la opción de pintar sobre la Quinta y poder vender ahí mis obras, para que le diera auge a esa galería que era nueva, la cual, tenía como un año apenas”, cuenta el artista.

El pintor veracruzano quedó impactado con las pinturas que realizaba Jhonattan y con un enfoque ecologista, ahí comenzó la historia artística de Zúñiga, quien dejó su vida laboral de garrotero para emprender un camino artístico, cultural y ambientalista.

“Manuel Zardain me dijo ‘está muy chingón lo que estás haciendo’, por qué no te vienes a pintar aquí a la Quinta: tenemos permiso y pones tu obra y ya si vendes, pues ahí vemos cómo se van los porcentajes' y pues le dije va. A mal tiempo a darle prisa; entonces me salí del restaurante, me dediqué 100 por ciento a la pintura”, narra el joven talento, quien con el poco dinero que tenía ahorrado y en lo que se impulsaba su proyecto, comenzó a exponer sus obras.

Colocó “La Tortuga” en el caballete para exponerla, mientras iniciaba otro cuadro más, “El Colibrí”, cuadros que de inmediato comenzaron a llamar la atención de los turistas y de quienes viven en Playa del Carmen.

“Me puse sobre la Quinta Avenida no dónde está lo más céntrico, sino como más lejos y ahí me senté con mi cuadro de “La Tortuga” y empezaba a hacer “El Colibrí”. Recuerdo que la gente pasaba y me preguntaban ‘¿qué son?, ¿son colillas? Está súper padre”.

El valor de su arte


Jhonattan utilizó 15 mil colillas de cigarro para poder realizar el cuadro de “La Tortuga”, y para realizar la pintura de “El Colibrí" utilizó siete mil 500 y lo vendió en ocho mil pesos, esta última fue donada por la compradora a un Centro Budista de Ciudad de México.

“Yo no sabía en cuánto vender mis cuadros, yo me basé en lo que debía de mis rentas, yo dije, con ocho mil pesos las pago y con esos dos meses ya tengo para hacer y deshacer”, el artista comparte como anécdota, que comenzó a vender obras y hacer cuadros personalizados para quienes buscaban algo más detallado o especial.

El pintor ambientalista se tarda hasta una semana en limpiar las colillas de cigarros y realizar un cuadro: ya que para hacer uno con técnica huichol, debe pintar una por una de las colillas hasta lograr que los colores le den vida a la obra de arte.

“Tengo que limpiarlas una por una, las selecciono por tamaños y hay que pegar una por una. Así como en el arte huichol, lo que tengo que hacer, es pintar la colilla y luego pegarla: porque también puedo hacer una obra de arte en donde pego las colillas primero y luego ya sobre esa base blanca, comienzo a colocar la pintura”, detalla el artista quien expone que la colilla de cigarro funge como una chaquira en el arte huichol, "que es más tardado y laborioso".

Mientras las obras de arte de Zúñiga se volvían populares en Playa del Carmen gracias a los visitantes y ecologistas, la Secretaría de Medio Ambiente lo buscó para ofrecerle apoyo para su proyecto, sí la misma que un principio ignoró el proyecto.

“Me buscaron principalmente para apoyarme con colillas de cigarros. Me han entregado durante dos o tres años, las colillas de cigarro que ellos juntan de todas sus playas certificadas”, cuenta.

Jhonattan Ramsés ha realizado en tres años y cinco meses, 56 obras con colillas de cigarros y reutilizó para crear esas piezas, 102 mil 116 colillas, que equivalen a cuatro mil 424 cajetillas de cigarros aproximadamente y con esas obras logró rescatar cinco millones 295 mil 680 litros de agua.

“Pero en estos tres años y medio ya tengo un millón de colillas recolectadas que equivale a rescatar 60 millones de litros de agua, no las he usado todas, pero las tengo en contenedores”, cuenta el artista quien además busca emprender un proyecto en donde se pueda realizar un mural con ese millón de colillas y pueda ser expuesto por el mundo y despertar la conciencia ambiental en las personas.

¿Cómo nace Colillarte como proyecto?


“Me gusta correr en la playa y cuando yo corro es cuando más reflexiono las cosas: entonces Colillarte es una fusión entre las colillas y el arte y dije Colillarte es un nombre corto; mucho de la mercadotecnia me ayudó para darle un enfoque a mi proyecto más institucional. Mis amigos me dijeron que lo llevara a redes y promocionarlo. Me gustaría hacerlo todo, pero el arte no siempre te da esa libertad. Cuando me invitaron a pláticas y talleres comencé con el proyecto Colillarte”.

La creatividad de Jhonattan se expandió y ahora se dio la oportunidad de incluir otros residuos en sus obras

“Empecé a meter otros residuos como el unicel, ahora lo diluyo en un solvente y se hace como una resina epóxica y con eso yo barnizo mis obras, esto incluye los platos y los vasos. Aquí se acostumbra mucho que se compran una pantalla de 50 pulgadas y dentro, ya vienen los uniceles. Entonces, el cartón de la pantalla es mi lienzo: el unicel es mi resina; y las colillas de cigarro, son mi materia prima”.

Jhonattan ya buscó a las autoridades locales en Playa del Carmen en Quintana Roo, y solicitarles apoyo para lograr un mural con un millones de colillas de cigarro, rescatar 60 millones de litros de agua y exponerlo en un recorrido por el mundo para compartir su obra con los demás y a su vez despertar el cuidado en la gente por el medio ambiente.

"La manera de concientizar es lo que más me importa, que la gente vea que con todas sus colillas se puede hacer algo bueno y que la idea no es que yo siga haciendo arte con colillas, lo que yo quisiera es pintar en un óleo sin usarlas, yo lo hago para que la gente también se ponga las pilas y vea todo lo que está contaminando", dice el pintor quien invita a la gente a participar en este nuevo proyecto que está empezando, tanto donando colillas de cigarro, como colocando colillas en el mural hasta concretar la obra.

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El artista pidió a las autoridades culturales y medioambientales de México que se enfoquen más en los artistas que buscan crear conciencia en las personas con obras realizadas a partir de desechos tóxicos.

"Ahorita estoy haciendo un Tucán para una diputada, pero este proyecto al final de cuentas es totalmente apartidista, si no me apoyas yo lo voy a seguir haciendo", dice Jhonattan al subrayar que los gobiernos, "se ven mal cuando olvidan", ya estando en el poder, no cumplen sus promesas medioambientales que impulsaron durante las campañas electorales”.


Jhonattan Ramsés Zúñiga tiene 39 años, es mercadólogo de profesión por la Universidad Mexicana de la capital de nuestro país, pero desde muy pequeño descubrió en su sangre el sentido del arte y en su mente la conciencia ambientalista.

Su contacto con la cultura huichol le dio las herramientas para crear obras artísticas llenas de color, que buscan crear en la humanidad un poco de empatía con el medio ambiente. Sólo necesita colillas de cigarros y pinturas que le den vida a una pieza ejemplar y ecologista.

“Yo empecé a recolectar colillas desde 2019 en Ciudad de México, yo soy de la capital: tengo una hermana mayor, quien siempre ha sido ecologista; ella hacía viajes para liberar tortugas o también para ayudar a las comunidades en Wirikuta, San Luis Potosí. Siempre ha estado en la onda del ambientalismo, le encantan los animales, y en las fiestas que íbamos, ella recogía las colillas de cigarro que tiraba la gente”.

El creativo pidió a las autoridades culturales y medioambientales de México, que se enfoquen más en los artistas que buscan crear conciencia en las personas

La influencia de su hermana Leylani Zúñiga como activista ambientalista, le llevó a despertar en su vida cotidiana el hábito ecologista de recoger colillas cigarros que tiran por la calle los consumidores de tabaco y las cuales causan un daño severo al medio ambiente e impactos negativos en ríos, lagos y playas, además, ponen en peligro la vida acuática.

“Yo le preguntaba a mi hermana ¿para qué recoges esas madres y qué les haces, las tiras? Fue ahí que me platicó el impacto que generaba dejarlas en el suelo tiradas, entonces yo empecé a recolectarlas”, cuenta Jhonattan, quien además expone a El Sol de México que de su padre, quien es arquitecto de carrera, obtuvo el gusto por el dibujo y la pintura, ya que todos los días, desde que él es pequeño, lo vio dibujar y hacer planos en papel.

¿Cómo te nace esta idea de hacer cuadros artísticos con colillas de cigarros?

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A mi hermana le gusta mucho el arte wixárika y hacía viajes de voluntariado a Wirikuta... a las zonas de los wixárikas, a apoyar en la construcción de hogares de adobe; yo llegué a ir algunas veces. La cosmovisión de estas comunidades es la onda y todo lo que tiene que ver con la cultura huichol. Yo siempre he pintado, pero como mi papá era arquitecto, entonces yo lo veía y desde chavo se me quedó grabado. Yo pinto desde la secundaria, pero nunca lo llevé a algo profesional. Entonces después de eso, vi las colillas de cigarros y dije se puede hacer algo con esto. Los huicholes utilizan las chaquiras para hacer figuras y hacen como mandalas, entonces lo que se me ocurrió fue: los filtros de los cigarros de la parte de atrás son circulares y dije, si los pinto y los pego, también puedo hacer lo mismo que hace los huicholes.

Jhonattan pasó dos años juntando colillas de cigarros y logró reunir aproximadamente siete mil colillas, sin embargo, se dio cuenta de que los filtros de los cigarros absorben demasiado la pintura y el olor de las colillas en grandes cantidades era muy desagradable, por lo que tuvo que implementar un proceso específico para poder crear una obra de arte que fuera atractiva para poder ponerla en el hogar.

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Háblame de ese proceso para realizar una pintura ecologista

“Ese procedimiento de quitarles el olor hasta dejarlos listos para poderlos poner en un cuadro, pasó por años de prueba y error, entonces lo primero que hice fue pintar unas colillas de un color y las fui pegando hasta que hice un cuadro, un mandala, con cuatro mil 500 colillas.

“Me empecé a meter más al tema de los residuos: desde cuándo se hizo el tabaco; quiénes son las industrias que chingan más al medio ambiente; de qué está hecho; para qué está hecho; cuánto duran todos los químicos que tiene; cuáles son cancerígenos; todo eso empecé a investigar.

“Entonces me di cuenta de que las colillas que estaban en la playa, como ya habían estado en contacto con el sol y expuestos a los rayos ultravioleta, ya no tenían ningún tipo de olor y totalmente cuando entran en contacto con el agua liberan todas las sustancias químicas y con el sol y el aire se van liberando, entonces las colillas que vienen de la playa, ya no huelen, ya no tienen olor a tabaco o nicotina y las colillas que están en la calle o que la gente acaba de tirar o aquellos que las juntan en botellas de plástico, esas, son las que tienen mayor olor y entonces hay que ponerlas al sol”.

Luego de terminar su carrera en mercadotécnica en la Universidad Mexicana, el artista estudió una maestría en Habilidades Directivas y Desarrollo Organizacional, sin embargo, se dedicó al mundo del ejercicio en gimnasios.

Pero fue en 2020 cuando la pandemia provocó el cierre de negocios y la suspensión de actividades no esenciales entre ellos los gimnasios, por lo que tuvo que salir de Ciudad de México para buscar oportunidades de trabajo al sur de nuestro país.

“Cuando llegó la pandemia, yo trabajaba para una cadena de gimnasios en la Ciudad de México. Entonces cerraron y me vine a Playa del Carmen, en Quintana Roo, porque una amiga me invitó: encontré trabajo de garrotero en restaurantes, nada que ver con lo que yo hacía y dije hay un buen de colillas de cigarro tiradas en la calle y en la playa, fue cuando dije, igual puedo empezar a hacer algo con esto de manera más profesional”, cuenta Jhonattan quien enfatiza que uno de sus amigos en la capital le había metido la idea en la cabeza de patentar los cuadros y su técnica de pintado, plan que nunca salió de su mente.

Pasó al menos medio año trabajando en restaurantes, “donde no pagaban bien”, él todos los días quería salirse de su trabajo, no se sentía conforme con lo que ganaba, ni con el uniforme que le ponían, sin embargo, tenía que trabajar para mantenerse y tener dinero para pagar su renta y otras necesidades.

“Yo estaba, como siempre, diciendo no, pues yo quiero hacer otra cosa, entonces empecé a juntar colillas de cigarro y fui a la zona federal marítima y a la Secretaría del Medio Ambiente (de Quintana Roo) a decirles, mira, yo tengo este proyecto y no me hicieron caso, sólo me dijeron ‘déjanos un correo y nosotros te hablamos’, o sea, como que no me pelaron, entonces después de eso terminé aquí en Playa del Carmen mi primer cuadro: una tortuga”.

Arte de Jhonattan Zúñiga / Cortesía



Jhonattan salió a buscar un caballete para poder exponer su obra en la calle, venderla y generar dinero para dejar atrás ese trabajo de garrotero en el restaurante, en su camino se topó con Manuel Zardain, pintor reconocido a nivel nacional y originario de Veracruz, quien le dio una oportunidad que no desaprovechó.

“Él (Manuel Zardain) tenía una galería pequeña en la Quinta Avenida y me dijo que me podía vender un caballete, pero que si pintaba también me daba la opción de pintar sobre la Quinta y poder vender ahí mis obras, para que le diera auge a esa galería que era nueva, la cual, tenía como un año apenas”, cuenta el artista.

El pintor veracruzano quedó impactado con las pinturas que realizaba Jhonattan y con un enfoque ecologista, ahí comenzó la historia artística de Zúñiga, quien dejó su vida laboral de garrotero para emprender un camino artístico, cultural y ambientalista.

“Manuel Zardain me dijo ‘está muy chingón lo que estás haciendo’, por qué no te vienes a pintar aquí a la Quinta: tenemos permiso y pones tu obra y ya si vendes, pues ahí vemos cómo se van los porcentajes' y pues le dije va. A mal tiempo a darle prisa; entonces me salí del restaurante, me dediqué 100 por ciento a la pintura”, narra el joven talento, quien con el poco dinero que tenía ahorrado y en lo que se impulsaba su proyecto, comenzó a exponer sus obras.

Colocó “La Tortuga” en el caballete para exponerla, mientras iniciaba otro cuadro más, “El Colibrí”, cuadros que de inmediato comenzaron a llamar la atención de los turistas y de quienes viven en Playa del Carmen.

“Me puse sobre la Quinta Avenida no dónde está lo más céntrico, sino como más lejos y ahí me senté con mi cuadro de “La Tortuga” y empezaba a hacer “El Colibrí”. Recuerdo que la gente pasaba y me preguntaban ‘¿qué son?, ¿son colillas? Está súper padre”.

El valor de su arte


Jhonattan utilizó 15 mil colillas de cigarro para poder realizar el cuadro de “La Tortuga”, y para realizar la pintura de “El Colibrí" utilizó siete mil 500 y lo vendió en ocho mil pesos, esta última fue donada por la compradora a un Centro Budista de Ciudad de México.

“Yo no sabía en cuánto vender mis cuadros, yo me basé en lo que debía de mis rentas, yo dije, con ocho mil pesos las pago y con esos dos meses ya tengo para hacer y deshacer”, el artista comparte como anécdota, que comenzó a vender obras y hacer cuadros personalizados para quienes buscaban algo más detallado o especial.

El pintor ambientalista se tarda hasta una semana en limpiar las colillas de cigarros y realizar un cuadro: ya que para hacer uno con técnica huichol, debe pintar una por una de las colillas hasta lograr que los colores le den vida a la obra de arte.

“Tengo que limpiarlas una por una, las selecciono por tamaños y hay que pegar una por una. Así como en el arte huichol, lo que tengo que hacer, es pintar la colilla y luego pegarla: porque también puedo hacer una obra de arte en donde pego las colillas primero y luego ya sobre esa base blanca, comienzo a colocar la pintura”, detalla el artista quien expone que la colilla de cigarro funge como una chaquira en el arte huichol, "que es más tardado y laborioso".

Mientras las obras de arte de Zúñiga se volvían populares en Playa del Carmen gracias a los visitantes y ecologistas, la Secretaría de Medio Ambiente lo buscó para ofrecerle apoyo para su proyecto, sí la misma que un principio ignoró el proyecto.

“Me buscaron principalmente para apoyarme con colillas de cigarros. Me han entregado durante dos o tres años, las colillas de cigarro que ellos juntan de todas sus playas certificadas”, cuenta.

Jhonattan Ramsés ha realizado en tres años y cinco meses, 56 obras con colillas de cigarros y reutilizó para crear esas piezas, 102 mil 116 colillas, que equivalen a cuatro mil 424 cajetillas de cigarros aproximadamente y con esas obras logró rescatar cinco millones 295 mil 680 litros de agua.

“Pero en estos tres años y medio ya tengo un millón de colillas recolectadas que equivale a rescatar 60 millones de litros de agua, no las he usado todas, pero las tengo en contenedores”, cuenta el artista quien además busca emprender un proyecto en donde se pueda realizar un mural con ese millón de colillas y pueda ser expuesto por el mundo y despertar la conciencia ambiental en las personas.

¿Cómo nace Colillarte como proyecto?


“Me gusta correr en la playa y cuando yo corro es cuando más reflexiono las cosas: entonces Colillarte es una fusión entre las colillas y el arte y dije Colillarte es un nombre corto; mucho de la mercadotecnia me ayudó para darle un enfoque a mi proyecto más institucional. Mis amigos me dijeron que lo llevara a redes y promocionarlo. Me gustaría hacerlo todo, pero el arte no siempre te da esa libertad. Cuando me invitaron a pláticas y talleres comencé con el proyecto Colillarte”.

La creatividad de Jhonattan se expandió y ahora se dio la oportunidad de incluir otros residuos en sus obras

“Empecé a meter otros residuos como el unicel, ahora lo diluyo en un solvente y se hace como una resina epóxica y con eso yo barnizo mis obras, esto incluye los platos y los vasos. Aquí se acostumbra mucho que se compran una pantalla de 50 pulgadas y dentro, ya vienen los uniceles. Entonces, el cartón de la pantalla es mi lienzo: el unicel es mi resina; y las colillas de cigarro, son mi materia prima”.

Jhonattan ya buscó a las autoridades locales en Playa del Carmen en Quintana Roo, y solicitarles apoyo para lograr un mural con un millones de colillas de cigarro, rescatar 60 millones de litros de agua y exponerlo en un recorrido por el mundo para compartir su obra con los demás y a su vez despertar el cuidado en la gente por el medio ambiente.

"La manera de concientizar es lo que más me importa, que la gente vea que con todas sus colillas se puede hacer algo bueno y que la idea no es que yo siga haciendo arte con colillas, lo que yo quisiera es pintar en un óleo sin usarlas, yo lo hago para que la gente también se ponga las pilas y vea todo lo que está contaminando", dice el pintor quien invita a la gente a participar en este nuevo proyecto que está empezando, tanto donando colillas de cigarro, como colocando colillas en el mural hasta concretar la obra.

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El artista pidió a las autoridades culturales y medioambientales de México que se enfoquen más en los artistas que buscan crear conciencia en las personas con obras realizadas a partir de desechos tóxicos.

"Ahorita estoy haciendo un Tucán para una diputada, pero este proyecto al final de cuentas es totalmente apartidista, si no me apoyas yo lo voy a seguir haciendo", dice Jhonattan al subrayar que los gobiernos, "se ven mal cuando olvidan", ya estando en el poder, no cumplen sus promesas medioambientales que impulsaron durante las campañas electorales”.


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