WASHINGTON. Peter Kalmus, un científico californiano estudioso del clima, no sube a un avión desde 2012. La última vez que lo hizo, dice, sintió que estaba “robando” el futuro de sus hijos. Prometió no volar nunca más.
El desprecio por la ciencia del clima que exhibe sin reparos el gobierno del presidente Donald Trump no ha impedido que muchos estadounidenses de a pie busquen alternativas para reducir drásticamente su propia huella de carbono, con la esperanza de persuadir a otros con el ejemplo.
En 2009, cuando era un estudiante de posdoctorado, Kalmus comenzó a preocuparse. “Publicaba largos textos en Facebook, pero realmente no conseguía nada”, dice en una entrevista desde su casa, en un suburbio de Los Angeles.
“Me di cuenta que quizá debería alinear mis acciones con mis creencias”. Su experiencia como científico le permitió calcular las emisiones de carbono asociadas con aspectos de su vida. Lo sorprendió hallar que su consumo de electricidad representaba una pequeña porción comparado con los viajes en avión. “Empecé a enfocarme en volar menos. Probé ser vegetariano por un mes, y me gusto más”, dice.
Tarek Maassarani, un cuarentón de lentes y largo pelo rubio, es docente en dos universidades en Washington y hace consultorías remuneradas para el Instituto por la Paz de Estados Unidos, pero el grueso de su trabajo es en el voluntariado. Maassarani vive en casas de amigos, se mueve en bicicleta, incluso en invierno, y elude compras. Cuando precisa algo recurre a lo que otros descartan o no utilizan.
Para comer hace lo que se conoce como “dumpster diving” (”zambullida al basurero”), que consiste en rescatar de los contenedores de supermercados y tiendas alimentos que están en perfecto estado pero que se descartan porque pasaron su fecha de vencimiento.
Ante la falta de un cambio de sistema decretado desde el gobierno, ¿qué impacto pueden tener acciones individuales?
Los compromisos actuales de Estados Unidos, luego de que Trump se retiró del Acuerdo de París sobre el Clima, fueron calificados como “gravemente insuficientes” por Climate Action Tracker, un estudio independiente que se dedica a rastrear el progreso global hacia la meta pactada en París.
Kalmus dice que para alcanzar las metas requeridas para evitar el desastre se precisa “una rápida transformación cultural”. Según él, los actos individuales de rebeldía ayudan a esa transformación. “La razón por la que todos están despertando es porque ha habido un gran movimiento popular en los últimos dos años”, dice, y menciona al movimiento juvenil global para la acción climática.
Una de las muchas formas en las que la gente puede contribuir a ese movimiento es contarle a otros sobre los pasos que han tomado. “Entonces cuando dices 'esto es realmente urgente', tus palabras están respaldadas por la verdad de tus acciones”, explica Kalmus.