/ miércoles 12 de agosto de 2020

Sin cruceros y buques, la vida marina recupera su hábitat

El impacto de la pandemia podría resultar favorable para los cetáceos y su apareamiento, gracias a una menor circulación de personas y navíos en el litoral

Sin el eco de los crucero turísticos y de muchos buques cargueros, que fueron alejados por la pandemia de coronavirus, el silencio del océano Atlántico atrae un mayor número de ballenas que buscan las aguas más cálidas del litoral del nordeste brasileño para su reproducción.

"La disminución del ruido de los barcos incide en cetáceos como las ballenas y también en los delfines, que usan un ambiente silencioso para su comunicación sonora", explicó a la agencia EFE el biólogo Sergio Cipolotti, coordinador operacional de la organización no gubernamental (ONG) Projeto Baleia Jubarte, la principal del país para estos mamíferos.

En 2019, según datos de la ONG, pasaron por el litoral brasileño cerca de 20.000 ballenas para aparearse, procrear y tener sus crías y con los primeros avistamientos, desde comienzos de junio en Espírito Santo (sudeste), ese número puede aumentar hasta octubre, cuando los cetáceos deben iniciar su retorno a la Antártida.

Una menor circulación de personas y navíos disminuye el riesgo de atropellamientos de las crías y a su vez la contaminación de los mares.

Pero el silencio contribuye también a "que no haya interferencia" con los sonidos emitidos, por ejemplo, de los delfines para pescar y del canto de las ballenas jorobadas en la etapa del apareamiento, según indicó el biólogo.

No obstante, la ONG, que acompaña desde hace 32 años la llegada de las ballenas jorobadas a Brasil, señaló que todavía es "prematuro" para cuantificar el impacto de la pandemia, principalmente, en el archipiélago de Abrolhos, epicentro del nacimiento y apareamiento de la especie.

OTRAS ESPECIES

"Brasil tiene una gran diversidad marina, con más 46 especies activas en nuestro océano. De un total de noventa especies migratorias tenemos la mitad, como las ballenas jorobadas que se alimentan en la Antártida y se reproducen aquí", apuntó el coordinador de Projeto Baleia Jubarte.

El silencio del óceano Atlántico ha atraído a un mayor número de cétaceos y otras especies marinas a las aguas cristalinas de Salvador de Bahía (Brasil)

Ese silencio del mar, propiciado por la pandemia de Covid-19, ha hecho también que otras especies sean vistas en los últimos días a lo largo de los 7.367 kilómetros del extenso litoral brasileño.

La semana pasada, un tiburón-ballena, el mayor pez del mundo con hasta 12 metros de longitud, incluido entre las especies en vía de extinción, fue visto por un grupo de investigadores del Instituto Agronauta y de la Marina de Brasil en Ilhabela, una isla del estado de Sao Paulo.

También la semana pasada, una ballena orca tuvo que ser sacrificada para evitar su sufrimiento después de encallar en la playa de Guarajuba, en Camaçarí, región metropolitana de Salvador con u cuadro de infección y desnutrición severo, según el Instituto Mamíferos Acuáticos.

La presencia de las orcas, una especie predadora, no es común en el litoral brasileño y su aparición, de acuerdo con especialistas, puede obedecer al menor tráfico marítimo que permite su aproximación para buscar alimentos, como pueden ser las crías de las ballenas jorobadas.

En mayo, dos ballenas de Bryde, la especie más desconocida de los rorcuales, fueron vistas en Ilhabela y hasta cruzaron el canal de Sao Sebastiao, un transitadopaso de balsas que une el continente y la región insular, pero cuya circulación estaba suspendida por la pandemia.

El Instituto Agronauta dijo a EFE que durante la emergencia sanitaria de Covid-19 se ha visto una mayor cantidad de delfines, incluso de la especie franciscana que está amenazada de extinción, y de tortugas marinas en el litoral paulista.

Estudios de la Universidad Federal de Río Grande do Norte (UFRN) y del Projeto Baleias e Golfinhos de Río de Janeiro apuntaron también que el intenso movimiento de barcos y su ruido se torna "estresante" para el sentido auditivo de los cetáceos, que es bastante sensible.

Finalmente, el Projeto Tamar, el más importante del país especializado en el estudio de tortugas marinas, calcula que en la temporada que finalizó en julio tuvieron lugar aproximadamente 24.500 desoves, 500 más que el año pasado, y nacieron más de dos millones de crías.




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Sin el eco de los crucero turísticos y de muchos buques cargueros, que fueron alejados por la pandemia de coronavirus, el silencio del océano Atlántico atrae un mayor número de ballenas que buscan las aguas más cálidas del litoral del nordeste brasileño para su reproducción.

"La disminución del ruido de los barcos incide en cetáceos como las ballenas y también en los delfines, que usan un ambiente silencioso para su comunicación sonora", explicó a la agencia EFE el biólogo Sergio Cipolotti, coordinador operacional de la organización no gubernamental (ONG) Projeto Baleia Jubarte, la principal del país para estos mamíferos.

En 2019, según datos de la ONG, pasaron por el litoral brasileño cerca de 20.000 ballenas para aparearse, procrear y tener sus crías y con los primeros avistamientos, desde comienzos de junio en Espírito Santo (sudeste), ese número puede aumentar hasta octubre, cuando los cetáceos deben iniciar su retorno a la Antártida.

Una menor circulación de personas y navíos disminuye el riesgo de atropellamientos de las crías y a su vez la contaminación de los mares.

Pero el silencio contribuye también a "que no haya interferencia" con los sonidos emitidos, por ejemplo, de los delfines para pescar y del canto de las ballenas jorobadas en la etapa del apareamiento, según indicó el biólogo.

No obstante, la ONG, que acompaña desde hace 32 años la llegada de las ballenas jorobadas a Brasil, señaló que todavía es "prematuro" para cuantificar el impacto de la pandemia, principalmente, en el archipiélago de Abrolhos, epicentro del nacimiento y apareamiento de la especie.

OTRAS ESPECIES

"Brasil tiene una gran diversidad marina, con más 46 especies activas en nuestro océano. De un total de noventa especies migratorias tenemos la mitad, como las ballenas jorobadas que se alimentan en la Antártida y se reproducen aquí", apuntó el coordinador de Projeto Baleia Jubarte.

El silencio del óceano Atlántico ha atraído a un mayor número de cétaceos y otras especies marinas a las aguas cristalinas de Salvador de Bahía (Brasil)

Ese silencio del mar, propiciado por la pandemia de Covid-19, ha hecho también que otras especies sean vistas en los últimos días a lo largo de los 7.367 kilómetros del extenso litoral brasileño.

La semana pasada, un tiburón-ballena, el mayor pez del mundo con hasta 12 metros de longitud, incluido entre las especies en vía de extinción, fue visto por un grupo de investigadores del Instituto Agronauta y de la Marina de Brasil en Ilhabela, una isla del estado de Sao Paulo.

También la semana pasada, una ballena orca tuvo que ser sacrificada para evitar su sufrimiento después de encallar en la playa de Guarajuba, en Camaçarí, región metropolitana de Salvador con u cuadro de infección y desnutrición severo, según el Instituto Mamíferos Acuáticos.

La presencia de las orcas, una especie predadora, no es común en el litoral brasileño y su aparición, de acuerdo con especialistas, puede obedecer al menor tráfico marítimo que permite su aproximación para buscar alimentos, como pueden ser las crías de las ballenas jorobadas.

En mayo, dos ballenas de Bryde, la especie más desconocida de los rorcuales, fueron vistas en Ilhabela y hasta cruzaron el canal de Sao Sebastiao, un transitadopaso de balsas que une el continente y la región insular, pero cuya circulación estaba suspendida por la pandemia.

El Instituto Agronauta dijo a EFE que durante la emergencia sanitaria de Covid-19 se ha visto una mayor cantidad de delfines, incluso de la especie franciscana que está amenazada de extinción, y de tortugas marinas en el litoral paulista.

Estudios de la Universidad Federal de Río Grande do Norte (UFRN) y del Projeto Baleias e Golfinhos de Río de Janeiro apuntaron también que el intenso movimiento de barcos y su ruido se torna "estresante" para el sentido auditivo de los cetáceos, que es bastante sensible.

Finalmente, el Projeto Tamar, el más importante del país especializado en el estudio de tortugas marinas, calcula que en la temporada que finalizó en julio tuvieron lugar aproximadamente 24.500 desoves, 500 más que el año pasado, y nacieron más de dos millones de crías.




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