La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), ha afirmado que para el 2030 “se tendrá que alimentar a más de 9 mil millones de personas, además de los miles de millones de animales que se crían anualmente con fines alimentarios”, lo cual sugiere un cambio en la estrategia de alimentación de la población mundial y buscar alternativas de reducción de los impactos generados al producir comida.
Además, sostiene que comer insectos puede ser una posible solución al hambre en el mundo. Un extenso y completo informe del organismo indica que muchas especies tienen tantas proteínas como la carne y que su producción es barata, y anima a su consumo, tanto por seres humanos como por animales.
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Estos insectos son los más consumidos
En todo el mundo se consumen más de mil 900 especies de insectos, sin embargo, esta cifra aumenta a medida que la mayoría de estas especies conocidas se recogen directamente del medio natural. No obstante, los datos disponibles sobre las cantidades de insectos consumidos en todo el mundo son escasos.
Según los datos de la FAO, los insectos más consumidos son los escarabajos, las orugas, abejas, avispas y hormigas. Les siguen los saltamontes, langostas, grillos, cigarras, cochinillas, chinches, termitas, libélulas y moscas.
Al igual que con otros tipos de alimentos, la producción higiénica, el procesado y la producción de alimentos serán importantes para evitar el crecimiento de bacterias y otros microorganismos que pudieran afectar a la salud humana.
Las normas de inocuidad alimentaria pueden ampliarse para incluir los insectos y los productos a base de insectos, y las normas de control de calidad a lo largo de la cadena de producción serán fundamentales para lograr la confianza del consumidor en los alimentos.
Jorge Lobo, investigador del Departamento de Biogeografía y Cambio Global del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), institución del CSIC asegura que el cambio climático afecta a todas las especies animales, incluso a las más pequeñas como los insectos que forman parte de los ecosistemas terrestres y su desaparición podría tener graves consecuencias para todos.
Estos animalitos tienen un papel vital en los ciclos de todos los elementos fundamentales para la vida, ya que son los principales responsables de la descomposición de todos los restos orgánicos que caen al suelo.
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De tal manera que “los factores externos como la contaminación del suelo y del agua debida a la ganadería intensiva y el sobrepastoreo están provocando la degradación de los bosques, lo que contribuye al cambio climático y a otros impactos ambientales destructivos”, concluyó.