/ martes 7 de julio de 2020

Padres en competencia obsesiva: presión sobre los hijos por destacar

Expertos han concluido que ejercer la paternidad ya alcanzó un nivel de deporte de competencia social

¿A los cuántos años caminó tu hijo? ¿Va adelantado o va atrasado? ¿Sabías que el mío se brincó un año de la primaria?

Estas y otras preguntas -con el mismo nivel de provocación e intensidad- suelen detonar las conversaciones que como padres de familia tenemos que afrontar. No es un secreto para los padres actuales que ejercer su rol viene acompañado de complicaciones de carácter social y, a veces, entre más superficiales, más lacerantes.

Las comparaciones son inevitables. A lo largo de la vida, el tejido social se compone de competencias. Quién lo hace mejor, más rápido, quién se ve mejor y quién es más fuerte. Algunos podrían atribuir este roce a la preparación básica rumbo a la vida adulta. Finalmente, el mundo laboral privilegia a los prestadores de servicio más rápidos, más responsables y atentos.

Desde el punto de vista psicológico, esta competencia incesante entre padres de familia por averiguar quién lo está haciendo mejor -todas las veces a través de las acciones de niños pequeños o adolescentes-, puede estar generando un estrés acumulado a un rol que, por sí solo, acarrea con muchas dificultades e incógnitas.

De acuerdo con la Dra. Alice Boyles, autora del libro “Caja de Herramientas para una Mente Sana”, insertarse en una dinámica competitiva con tus pares - incluso amigos- sobre su desempeño parental, puede generar patrones de comportamiento pasivo-agresivo, lanzando provocaciones constantes.

En una entrevista para Psychology Today, Boyles expone que esta actitud competitiva puede ser contagiosa. La recomendación de la experta es distanciarse de estos instintos por superar -aunque sea mediante la retórica, no con sustancia- y apreciar las fortalezas de los demás padres.

De la misma forma que nuestros amigos nos abrieron la puerta hacia nuevas experiencias y presentaron una visión atractiva del mundo para ganarse nuestro interés y confianza, debemos abrir la mente desde nuestro rol compartido -quizás el más importante de nuestras vidas- para escuchar, dialogar y obtener lo mejor de estas relaciones para beneficio de las nuevas generaciones, recomienda Boyles, al tiempo que pide filtrar lo que escuchamos y reaccionar con base en una postura de aprendizaje.

Al final, será imposible evitar que los padres presuman a sus hijos, así que sólo nos queda interpretarlos de la mejor manera.



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¿A los cuántos años caminó tu hijo? ¿Va adelantado o va atrasado? ¿Sabías que el mío se brincó un año de la primaria?

Estas y otras preguntas -con el mismo nivel de provocación e intensidad- suelen detonar las conversaciones que como padres de familia tenemos que afrontar. No es un secreto para los padres actuales que ejercer su rol viene acompañado de complicaciones de carácter social y, a veces, entre más superficiales, más lacerantes.

Las comparaciones son inevitables. A lo largo de la vida, el tejido social se compone de competencias. Quién lo hace mejor, más rápido, quién se ve mejor y quién es más fuerte. Algunos podrían atribuir este roce a la preparación básica rumbo a la vida adulta. Finalmente, el mundo laboral privilegia a los prestadores de servicio más rápidos, más responsables y atentos.

Desde el punto de vista psicológico, esta competencia incesante entre padres de familia por averiguar quién lo está haciendo mejor -todas las veces a través de las acciones de niños pequeños o adolescentes-, puede estar generando un estrés acumulado a un rol que, por sí solo, acarrea con muchas dificultades e incógnitas.

De acuerdo con la Dra. Alice Boyles, autora del libro “Caja de Herramientas para una Mente Sana”, insertarse en una dinámica competitiva con tus pares - incluso amigos- sobre su desempeño parental, puede generar patrones de comportamiento pasivo-agresivo, lanzando provocaciones constantes.

En una entrevista para Psychology Today, Boyles expone que esta actitud competitiva puede ser contagiosa. La recomendación de la experta es distanciarse de estos instintos por superar -aunque sea mediante la retórica, no con sustancia- y apreciar las fortalezas de los demás padres.

De la misma forma que nuestros amigos nos abrieron la puerta hacia nuevas experiencias y presentaron una visión atractiva del mundo para ganarse nuestro interés y confianza, debemos abrir la mente desde nuestro rol compartido -quizás el más importante de nuestras vidas- para escuchar, dialogar y obtener lo mejor de estas relaciones para beneficio de las nuevas generaciones, recomienda Boyles, al tiempo que pide filtrar lo que escuchamos y reaccionar con base en una postura de aprendizaje.

Al final, será imposible evitar que los padres presuman a sus hijos, así que sólo nos queda interpretarlos de la mejor manera.



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