/ viernes 12 de noviembre de 2021

Mi mamá y el sexo | Mi tío, el lobo malo

Yo fui víctima de abuso sexual infantil. Fui agredida por un tío paterno, quien por cierto era el hermano favorito de mi papá. Cuando era niña jamás me atreví a denunciarlo

Yo fui víctima de abuso sexual infantil. Fui agredida por un tío paterno, quien por cierto era el hermano favorito de mi papá. Cuando era niña jamás me atreví a denunciarlo. A casi 40 años de ese ataque, la imagen aún vivía en mis recuerdos de manera muy nítida.

Jamás atiné a acudir a la terapia adecuada. Incluso llegué a pensar que me sirvieron muy poco las tantas horas dedicadas a hablar con psicólogas freudianas y de otras tantas escuelas. Era difícil que pudieran ayudarme, cuando ni a ellas me atrevía a contarles sobre ese incidente que modificó mi sexualidad de manera radical desde muy pequeñita.

Ilustración: AZ Flores

El abuso sexual infantil no es una violación sexual. No implica la penetración. Sin embargo, es también muy grave, porque el menor es erotizado de manera abrupta. Quienes vivimos escenas de abuso sexual, en la infancia, las recordamos con vergüenza. Es un secreto malo que nos atormenta y que desarticula la vivencia de la sexualidad. Al menos, en mi caso, así fue.

No me sentía feliz con mi cuerpo. Me era muy complicado entender que una relación saludable de pareja va más allá del encuentro sexual. Muy pocas veces podía disfrutar de la intimidad, y de lo placentero que puede ser un orgasmo, sin dejar de pensar en esa época infantil en la que un tío adolescente se desnudaba frente a una niña de seis años.

El confinamiento social y las tantas horas dedicadas a navegar en internet para buscar respuestas sobre cómo podría vivir una sexualidad saludable y plena, me llevaron a la Asociación Mexicana para la Salud Sexual (AMSSAC). Me aceptaron en el diplomado en Sexualidad Infantil y Desarrollo Humano. En ese momento, mi único interés era entender cómo podría ayudar a otros niños y niñas —incluidos mis propios hijos— a prevenir situaciones de abuso.

Estudiar esa especialidad implica trabajar intensamente con nuestra historia personal y hay que sanar todo aquello que aún sea una herida abierta. Entonces me enteré que hay efemérides para todo tipo de temas relacionados con la salud sexual, incluido un día destinado a hacer conciencia sobre la prevención del abuso: el 19 de noviembre.

A quienes se han acercado a mí para confiarme que vivieron situaciones similares a la mía en su infancia, siempre les hago la misma recomendación. Es importante acudir con ayuda especializada y profesional para comenzar a sanar. Tomar un taller sobre sexualidad saludable es el primer paso. Recomiendo aquellos avalados por AMSSAC, una institución con casi 35 años de experiencia capacitando a educadores sexuales. El sentido de comunidad que da estar en un curso con un grupo también será importante para la sanación.

Las más recientes generaciones de egresados de esa Asociación también comienzan a hacer propuestas novedosas e interactivas que nos llevan de la mano para entender cuáles son las bases para construir una sexualidad saludable e identificar cuáles son las herramientas que tenemos a la mano para detectar situaciones de abuso. A quienes ya lo vivimos nos da claridad para comprender qué nos pasó y nos da la fortaleza para entender —desde la adultez— cómo resolverlo.

Ese es el caso del curso virtual “¡Los lobos sí existen… Los niños con educación sexual también!” de Vianney Menagui. Se trata de un material que se contrata contactando directamente a la autora —mimaternidadpasoapaso@gmail.com— para tener las claves de acceso a una página interactiva que explica la diferencia entre juegos sexuales y abusos sexuales en la infancia, además de dar herramientas para hablar sobre sexualidad con los menores.

Con un costo de recuperación de 350 pesos, también se adquiere el acceso a dos cuentos digitales infantiles “Un nuevo descubrimiento” y “Los lobos sí existen” que —con textos de la autoría de Menagui e ilustraciones de AZ Flores— explican qué es la sexualidad saludable de manera adecuada a niños desde los 3 años.

Debo confesar que cuando leí el título de “Los lobos sí existen” y advertí que se vinculaba a un lobo con el abuso sexual, pensé en cómo en los cuentos de hadas clásicos los lobos siempre son los villanos. Sin embargo, la autora lo resuelve de manera genial, pues la situación de abuso se da dentro de una familia de lobos, donde el tío lobo intenta ver desnudos, tocar y fotografiar, sin ropa, a sus sobrinos lobeznos.

Ilustración: AZ Flores

Otra propuesta que también utiliza a un lobo animado es la serie de Fundación PAS (Prevención del Abuso Sexual). Aunque este lobo de pelaje azul hace más bien la función de educador sexual para la niña Sofi y el niño Diego, quienes le preguntan qué hacer cuando se presentan ante situaciones que requieren de la explicación y el acompañamiento de un adulto de confianza.

Fundación PAS, con sede en Jalisco, opera desde 2010 una plataforma educativa para hacer frente a un problema que afecta a 2 de cada 10 niños. Las estadísticas insisten en que el 75% de los agresores sexuales infantiles son familiares y solamente 1 de cada 10 niños podrá denunciarlo en el momento que sucede la agresión.

Los abusadores sexuales también fueron violentados sexualmente en su infancia, por eso resulta fundamental apostar por la prevención y romper ese círculo vicioso. Actualmente, Fundación PAS difunde un video con testimoniales de sus fundadores que sobrevivieron al abuso sexual infantil y explican cómo al superar esa agresión que vivimos de niños podemos ser mejores seres humanos.

En el camino de la prevención está la guía de pared “Sexualidad día a día”, publicada por Ana Cecilia Morales Cosme, con ilustraciones de Ángel Flores Guerra. Psicóloga y educadora sexual por AMSSAC, la autora nos ofrece 130 ideas para hablar de sexualidad con los más pequeños.

Incluye recomendaciones para que los niños aprendan a cuidar su cuerpo, para ayudarlos a identificar adultos “protectores” en quienes pueden confiar, además de enseñarles las diferencias entre palpar, tocar y acariciar, así como empoderarlos para que levanten la voz cuando alguien los hace sentir incómodos.

Disponible por 230 pesos en librerías como El Armario Abierto, ésta es una guía que podemos colgar en cualquier pared de la casa. Así podemos verla todos los días y recordar que educamos en sexualidad todo el tiempo.

Yo sobreviví al abuso sexual infantil. Justo escribo esta columna para ser parte de la solución a un problema que solo se puede atajar con educación. Me habría gustado tener acceso a todos estos materiales cuando era niña. Nunca es tarde.

*Educadora Sexual Infantil

@mimamayelsekso

Yo fui víctima de abuso sexual infantil. Fui agredida por un tío paterno, quien por cierto era el hermano favorito de mi papá. Cuando era niña jamás me atreví a denunciarlo. A casi 40 años de ese ataque, la imagen aún vivía en mis recuerdos de manera muy nítida.

Jamás atiné a acudir a la terapia adecuada. Incluso llegué a pensar que me sirvieron muy poco las tantas horas dedicadas a hablar con psicólogas freudianas y de otras tantas escuelas. Era difícil que pudieran ayudarme, cuando ni a ellas me atrevía a contarles sobre ese incidente que modificó mi sexualidad de manera radical desde muy pequeñita.

Ilustración: AZ Flores

El abuso sexual infantil no es una violación sexual. No implica la penetración. Sin embargo, es también muy grave, porque el menor es erotizado de manera abrupta. Quienes vivimos escenas de abuso sexual, en la infancia, las recordamos con vergüenza. Es un secreto malo que nos atormenta y que desarticula la vivencia de la sexualidad. Al menos, en mi caso, así fue.

No me sentía feliz con mi cuerpo. Me era muy complicado entender que una relación saludable de pareja va más allá del encuentro sexual. Muy pocas veces podía disfrutar de la intimidad, y de lo placentero que puede ser un orgasmo, sin dejar de pensar en esa época infantil en la que un tío adolescente se desnudaba frente a una niña de seis años.

El confinamiento social y las tantas horas dedicadas a navegar en internet para buscar respuestas sobre cómo podría vivir una sexualidad saludable y plena, me llevaron a la Asociación Mexicana para la Salud Sexual (AMSSAC). Me aceptaron en el diplomado en Sexualidad Infantil y Desarrollo Humano. En ese momento, mi único interés era entender cómo podría ayudar a otros niños y niñas —incluidos mis propios hijos— a prevenir situaciones de abuso.

Estudiar esa especialidad implica trabajar intensamente con nuestra historia personal y hay que sanar todo aquello que aún sea una herida abierta. Entonces me enteré que hay efemérides para todo tipo de temas relacionados con la salud sexual, incluido un día destinado a hacer conciencia sobre la prevención del abuso: el 19 de noviembre.

A quienes se han acercado a mí para confiarme que vivieron situaciones similares a la mía en su infancia, siempre les hago la misma recomendación. Es importante acudir con ayuda especializada y profesional para comenzar a sanar. Tomar un taller sobre sexualidad saludable es el primer paso. Recomiendo aquellos avalados por AMSSAC, una institución con casi 35 años de experiencia capacitando a educadores sexuales. El sentido de comunidad que da estar en un curso con un grupo también será importante para la sanación.

Las más recientes generaciones de egresados de esa Asociación también comienzan a hacer propuestas novedosas e interactivas que nos llevan de la mano para entender cuáles son las bases para construir una sexualidad saludable e identificar cuáles son las herramientas que tenemos a la mano para detectar situaciones de abuso. A quienes ya lo vivimos nos da claridad para comprender qué nos pasó y nos da la fortaleza para entender —desde la adultez— cómo resolverlo.

Ese es el caso del curso virtual “¡Los lobos sí existen… Los niños con educación sexual también!” de Vianney Menagui. Se trata de un material que se contrata contactando directamente a la autora —mimaternidadpasoapaso@gmail.com— para tener las claves de acceso a una página interactiva que explica la diferencia entre juegos sexuales y abusos sexuales en la infancia, además de dar herramientas para hablar sobre sexualidad con los menores.

Con un costo de recuperación de 350 pesos, también se adquiere el acceso a dos cuentos digitales infantiles “Un nuevo descubrimiento” y “Los lobos sí existen” que —con textos de la autoría de Menagui e ilustraciones de AZ Flores— explican qué es la sexualidad saludable de manera adecuada a niños desde los 3 años.

Debo confesar que cuando leí el título de “Los lobos sí existen” y advertí que se vinculaba a un lobo con el abuso sexual, pensé en cómo en los cuentos de hadas clásicos los lobos siempre son los villanos. Sin embargo, la autora lo resuelve de manera genial, pues la situación de abuso se da dentro de una familia de lobos, donde el tío lobo intenta ver desnudos, tocar y fotografiar, sin ropa, a sus sobrinos lobeznos.

Ilustración: AZ Flores

Otra propuesta que también utiliza a un lobo animado es la serie de Fundación PAS (Prevención del Abuso Sexual). Aunque este lobo de pelaje azul hace más bien la función de educador sexual para la niña Sofi y el niño Diego, quienes le preguntan qué hacer cuando se presentan ante situaciones que requieren de la explicación y el acompañamiento de un adulto de confianza.

Fundación PAS, con sede en Jalisco, opera desde 2010 una plataforma educativa para hacer frente a un problema que afecta a 2 de cada 10 niños. Las estadísticas insisten en que el 75% de los agresores sexuales infantiles son familiares y solamente 1 de cada 10 niños podrá denunciarlo en el momento que sucede la agresión.

Los abusadores sexuales también fueron violentados sexualmente en su infancia, por eso resulta fundamental apostar por la prevención y romper ese círculo vicioso. Actualmente, Fundación PAS difunde un video con testimoniales de sus fundadores que sobrevivieron al abuso sexual infantil y explican cómo al superar esa agresión que vivimos de niños podemos ser mejores seres humanos.

En el camino de la prevención está la guía de pared “Sexualidad día a día”, publicada por Ana Cecilia Morales Cosme, con ilustraciones de Ángel Flores Guerra. Psicóloga y educadora sexual por AMSSAC, la autora nos ofrece 130 ideas para hablar de sexualidad con los más pequeños.

Incluye recomendaciones para que los niños aprendan a cuidar su cuerpo, para ayudarlos a identificar adultos “protectores” en quienes pueden confiar, además de enseñarles las diferencias entre palpar, tocar y acariciar, así como empoderarlos para que levanten la voz cuando alguien los hace sentir incómodos.

Disponible por 230 pesos en librerías como El Armario Abierto, ésta es una guía que podemos colgar en cualquier pared de la casa. Así podemos verla todos los días y recordar que educamos en sexualidad todo el tiempo.

Yo sobreviví al abuso sexual infantil. Justo escribo esta columna para ser parte de la solución a un problema que solo se puede atajar con educación. Me habría gustado tener acceso a todos estos materiales cuando era niña. Nunca es tarde.

*Educadora Sexual Infantil

@mimamayelsekso

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