Bogota.- Las dos muchachas se sientan en una mesa de maderarústica. Cualquiera se sorprendería de verlas prender unalámpara en pleno día, pero ese es el llamado a los meseros delprimer bar-café para sordos de Colombia.
Erin Priscila Pinto y Carol Aguilera son amigas de hace tiempo,pero recién ahora tienen un lugar público en Bogotá adecuado asus necesidades: Sin Palabras Café Sordo.
Situado en el corazón del tradicional barrio bogotano deChapinero, este sitio coexiste con bares gais, de heavy metal oreggae. Es el primer bar en Colombia y enBogotá que está adecuado para ellos comunicacional, visual ysensorialmente", dice a AFP María Fernanda Vanegas, una de lastres propietarias. Este inusual bar-café se erige en unlugar de inclusión en esta ciudad de ocho millones de habitantes.Lo que busca es "que los oyentes nos adaptemos a los sordos y no alcontrario, que es lo que siempre pasa", agrega.
Sin Palabras cuenta con pantallas de videos musicales que tienentraducción simultánea en lenguaje de señas y una plataforma demadera en el piso que transmite la vibración de la música.
Además, la carta de bebidas y comida está en el abecedariopara sordos, y hay juegos de mesa como jenga o dominó.
Vanegas y sus socios, Cristian Melo y Jessica Mojica, todosoyentes, buscan convertir a Sin Palabras en un sitio frecuentadopor los 54.092 sordos que hay en Bogotá, según el InstitutoNacional para Sordos.
En toda Colombia son 455.718, de acuerdo con el último censodemográfico de 2005.
"El reto acá no es dejar de hablar, porque no es lo mismo sordoque mudo", asegura.
"Puedo bailar"
Los clientes se dividen casi por igual entre oyentes y nooyentes. La música está al mismo nivel auditivo que en un barconvencional. La diferencia es que aquí las manos son lasprotagonistas. Es la primera vez que puedosentir la música, eso me gusta mucho porque es la primera vez quepuedo bailar", explica Pinto, de 23 años y estudiante defotografía audiovisual, en lenguaje de señas. Los seismeseros de Sin Palabras tampoco escuchan. Aunque buena parte de suclientela desconoce el lenguaje de señas, con ademanes oescribiendo logran comunicarse y responder a las solicitudes de susclientes. Además, hay cartillas con las señas básicas dellenguaje colombiano de señas.
"Me siento mucho mejor porque los que me atienden son sordos,todo es más fácil", resalta Pinto.
Aquí hablar no es menester.
"La comunicación con los oyentes al principio suele chocar,porque no nos entendemos, pero uno hace que fluya", dice JuanCarlos Villamil, un camarero de 26 años.
Los clientes suelen sorprenderse, pero al final terminanfamiliarizándose con el lenguaje de señas, agrega.
Clientes "odiosos"
Vanegas y sus socios se preguntaron alguna vez cómo es la vidasocial de los sordos luego de ver a un grupo de ellos tomándose uncafé en Bogotá. De ahí surgió la idea que ahora pretendeexpandir dentro y fuera de Colombia.
Inaugurado el 16 de junio, el lugar se está posicionando lossábados como un punto de muestras artísticas y culturales de lapoblación no oyente.
Pero no todo ha sido color de rosa en Sin Palabras. Algunosclientes "odiosos" se aprovechan de la sordera de los empleadospara irse sin pagar o romper vasos, se queja Vanegas.
Los viernes van bailarines sordos a ofrecer exhibiciones, yotras veces hay cuentacuentos no oyentes. Queremos mostrarle al mundo lo talentosos que son lossordos", afirma Vanegas, mientras al fondo Erin Priscila le muestraa su madre a través de la cámara de su celular el lugar enBogotá donde se escucha con los ojos y se habla con lasmanos.
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