/ sábado 13 de febrero de 2016

Científicos chilenos buscan crear súper árboles resistentes al cambio climático

Santiago de Chile.- A dos horas de Santiago por carretera, enplena región hortofrutícola de O'Higgins, un grupo decientíficos chilenos se afana en crear una generación de "súperárboles" resistentes a los dañinos efectos del cambioclimático.

De tener éxito este experimento de alcance mundial, en 2019podrían estar comercializándose las primeras especiesresistentes.

Los "súpe rárboles" estarían preparados para afrontar eventoscomo sequías, disminución del régimen pluviométrico yconcentración en cortos periodos de tiempo de vientos, heladas ytempestades, todo ello como consecuencia del calentamientoglobal.

Los estragos del cambio climático en la productividadfrutícola se asocian fundamentalmente con manifestaciones delllamado "estrés abiótico" (medioambiental), como lasinundaciones, las heladas y los "suelos ácidos".

Además, los expertos prevén que para 2050, se habrá producidouna drástica disminución de los recursos hídricos, con elconsiguiente perjuicio para la agricultura.

Con la mente puesta en revertir esta situación, losinvestigadores del Centro de Estudios Avanzados en Fruticultura(CEAF) de Chile trabajan desde 2009 en el desarrollo de especies deárboles frutales que sean resistentes a las inclemencias.

"Estamos centrados en trabajar las raíces, el programa estáenfocado a obtener nuevos materiales vegetales para losportainjertos", explica Felipe Gaínza, director de la línea deMejoramiento Genético del CEAF.

El injerto es un método de propagación vegetativa artificialde los vegetales en el que una porción de tejido, procedente deuna planta se une sobre otra ya asentada, de tal modo que elconjunto de ambos crezca como un solo organismo.

La parte de la planta en la se injerta la variedad, denominadaportainjerto, contiene el sistema radical y una porción detallo.

Los científicos trabajan en el desarrollo de nuevosportainjertos "que sean una alternativa a los que se utilizancomúnmente, que genéticamente están obsoletos", detallaGaínza.

Sólo en la región chilena de O'Higgins, donde opera el Centrode Estudios Avanzados en Fruticultura, existen 25.684 hectáreasdedicadas al cultivo de duraznos (melocotones), nectarinas ycerezas, lo que representa la mitad de la superficie dedicada enChile a estos cultivos.

Estos árboles de frutas con carozo (hueso) en su interior sonlas especies con las que los científicos chilenos estántrabajando para hacerlas más resistentes o tolerantes acondiciones climáticas adversas.

Para ello, los investigadores efectúan análisis a nivelmolecular con el objetivo de observar cómo se expresan algunosgenes ante estos problemas, señala el director interino del CEAF,Mauricio Ortiz.

Estos estudios se realizan a nivel fisiológico para determinar"qué cambios se generan dentro de la planta"; a nivel anatómico,"para ver las adaptaciones que genera la planta frente a loscambios, y a nivel de campo, "para observar cómo se va comportandoen su ambiente natural", apuntó el experto.

En 2011, los científicos iniciaron el cruce de nueveselecciones de portainjertos de carozos con el fin de hacerlos mástolerantes con las condiciones extremas.

"Por ejemplo, en el híbrido entre un duraznero y un almendro,este último aporta la resistencia a la sequía y la tolerancia alos nemátodos, un patógeno del suelo que afecta a las raíces",explica el doctor Ortiz.

Otra de las especies con las que se cruza el duraznero omelocotonero es el ciruelo, que otorga mayor resistencia a lasinundaciones y crea un fruto que tolera las condicionesmedioambientales adversas.

Los investigadores utilizan técnicas de biotecnología paraclonar los genes de las plantas más resistentes y tolerantes através de su ADN y así desarrollar herramientas moleculares queayuden a seleccionar tempranamente los portainjertos desarrolladospor el CEAF.

Cuando se inició la fruticultura en Chile, recuerda elpresidente de la Asociación de Productores y Exportadores de laregión de O'Higgins, Francisco Duboy, "se trajeron las plantasdesde California, porque ese estado posee un clima similar al de lazona central de Chile".

"Pero no se pensó en la postcosecha", agrega Duboy, y por esoahora se trabaja en la creación de árboles clones que se adaptena los cambios climáticos bruscos y que también resistan loslargos traslados durante la exportación".  ||EFE||

/afa

Santiago de Chile.- A dos horas de Santiago por carretera, enplena región hortofrutícola de O'Higgins, un grupo decientíficos chilenos se afana en crear una generación de "súperárboles" resistentes a los dañinos efectos del cambioclimático.

De tener éxito este experimento de alcance mundial, en 2019podrían estar comercializándose las primeras especiesresistentes.

Los "súpe rárboles" estarían preparados para afrontar eventoscomo sequías, disminución del régimen pluviométrico yconcentración en cortos periodos de tiempo de vientos, heladas ytempestades, todo ello como consecuencia del calentamientoglobal.

Los estragos del cambio climático en la productividadfrutícola se asocian fundamentalmente con manifestaciones delllamado "estrés abiótico" (medioambiental), como lasinundaciones, las heladas y los "suelos ácidos".

Además, los expertos prevén que para 2050, se habrá producidouna drástica disminución de los recursos hídricos, con elconsiguiente perjuicio para la agricultura.

Con la mente puesta en revertir esta situación, losinvestigadores del Centro de Estudios Avanzados en Fruticultura(CEAF) de Chile trabajan desde 2009 en el desarrollo de especies deárboles frutales que sean resistentes a las inclemencias.

"Estamos centrados en trabajar las raíces, el programa estáenfocado a obtener nuevos materiales vegetales para losportainjertos", explica Felipe Gaínza, director de la línea deMejoramiento Genético del CEAF.

El injerto es un método de propagación vegetativa artificialde los vegetales en el que una porción de tejido, procedente deuna planta se une sobre otra ya asentada, de tal modo que elconjunto de ambos crezca como un solo organismo.

La parte de la planta en la se injerta la variedad, denominadaportainjerto, contiene el sistema radical y una porción detallo.

Los científicos trabajan en el desarrollo de nuevosportainjertos "que sean una alternativa a los que se utilizancomúnmente, que genéticamente están obsoletos", detallaGaínza.

Sólo en la región chilena de O'Higgins, donde opera el Centrode Estudios Avanzados en Fruticultura, existen 25.684 hectáreasdedicadas al cultivo de duraznos (melocotones), nectarinas ycerezas, lo que representa la mitad de la superficie dedicada enChile a estos cultivos.

Estos árboles de frutas con carozo (hueso) en su interior sonlas especies con las que los científicos chilenos estántrabajando para hacerlas más resistentes o tolerantes acondiciones climáticas adversas.

Para ello, los investigadores efectúan análisis a nivelmolecular con el objetivo de observar cómo se expresan algunosgenes ante estos problemas, señala el director interino del CEAF,Mauricio Ortiz.

Estos estudios se realizan a nivel fisiológico para determinar"qué cambios se generan dentro de la planta"; a nivel anatómico,"para ver las adaptaciones que genera la planta frente a loscambios, y a nivel de campo, "para observar cómo se va comportandoen su ambiente natural", apuntó el experto.

En 2011, los científicos iniciaron el cruce de nueveselecciones de portainjertos de carozos con el fin de hacerlos mástolerantes con las condiciones extremas.

"Por ejemplo, en el híbrido entre un duraznero y un almendro,este último aporta la resistencia a la sequía y la tolerancia alos nemátodos, un patógeno del suelo que afecta a las raíces",explica el doctor Ortiz.

Otra de las especies con las que se cruza el duraznero omelocotonero es el ciruelo, que otorga mayor resistencia a lasinundaciones y crea un fruto que tolera las condicionesmedioambientales adversas.

Los investigadores utilizan técnicas de biotecnología paraclonar los genes de las plantas más resistentes y tolerantes através de su ADN y así desarrollar herramientas moleculares queayuden a seleccionar tempranamente los portainjertos desarrolladospor el CEAF.

Cuando se inició la fruticultura en Chile, recuerda elpresidente de la Asociación de Productores y Exportadores de laregión de O'Higgins, Francisco Duboy, "se trajeron las plantasdesde California, porque ese estado posee un clima similar al de lazona central de Chile".

"Pero no se pensó en la postcosecha", agrega Duboy, y por esoahora se trabaja en la creación de árboles clones que se adaptena los cambios climáticos bruscos y que también resistan loslargos traslados durante la exportación".  ||EFE||

/afa

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