En una industria del entretenimiento que vive de los reencuentros, La Gusana Ciega se niega a vivir del negocio de la nostalgia
“Aunque a veces ya nos sentimos grandes para tocar rocanrol, sabemos que la mejor canción de La Gusana Ciega todavía no ha salido”, dice Luis Ernesto Martínez, bajista de esta agrupación que está en activo desde 1996.
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No es fácil vivir casi un cuarto de siglo en un ámbito donde todo se vuelve cada vez más desechable. La velocidad del mercado, ese que define estilos y preferencias musicales con base en algoritmos, es el enemigo número uno para aquellas bandas que aún creen en el romanticismo de la cercanía con los fans. La Gusana Ciega pertenece a este grupo de románticos.
“Tenemos 15 años de ser totalmente independientes después de haber probado las delicias de una disquera grande. Podría asegurar incluso que es otro mundo. Sin embargo, la industria como la conocimos en los noventa ya no existe. Hemos tenido que reinventarnos y creo que aquí, en la independencia, nos sentimos más cómodos”, comenta el músico.
Parte de esas reinvenciones han consistido en tener claro que no existe foro pequeño. La Gusana Ciega ha tocado en escenarios tan grandes como el Estadio Azteca o el Vive Latino y tan pequeños como el bar de cualquier ciudad. “El vínculo que tenemos con nuestros fans se ha vuelto cada vez más íntimo. No sabes cómo disfrutamos la gira que hicimos en las casas de nuestros seguidores”, asegura.
Por eso el grupo ya está listo para ofrecer una presentación en el Librofest Metropolitano 2020, que organiza la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y que se lleva a cabo de manera virtual del 19 al 30 de octubre. El concierto se transmitirá a través de YouTube, Instagram y Facebook Live.
“Nuestra tocada no será un evento 100% virtual, sino algo híbrido, con unas 30 personas como público, todos con la distancia requerida. Eso ya lo vuelve un poco diferente”, dice el bajista.
Durante la pandemia, igual que muchas otras bandas, La Gusana Ciega se ha dedicado a componer y a utilizar más las redes sociales para conectar con su público. “Todos hemos aprendido a editar videos y a editar audio. A final de cuentas eso también es trabajo, aunque sin los ingresos a los que estábamos acostumbrados. Más allá de la pandemia, el camino de la independencia que elegimos es maravilloso, pero siempre existe ese miedo que tenemos los artistas: acabar poniendo mucho de nuestro dinero hasta quedar en números rojos”.