“Mi devoción por la música latina me viene desde antes de conocer a Bebo, me ha gustado mucho la salsa, escuchar a Antonio Machín, a Beny Moré, El Gran Combo de Puerto Rico. Lo que yo no sabía era que iba a acabar haciendo estos discos”, dice el cantaor Diego El Cigala riendo al recordar su disco Lágrimas negras, que grabó hace más de 20 años con el pianista cubano Bebo Valdés.
Aquel álbum ya mezclaba naturalmente su raíz flamenca con ritmos como el son y el bolero. Tiempo después, incursionó en la música bailable con su disco de salsa Indestructible, que grabó con invitados como los cubanos Gonzalo Rubalcaba, y Los Muñequitos de Matanzas y la Cali Salsa Big Band de Colombia. Y ahora se tira de lleno al bolero.
En Obras maestras, que presenta en vivo en una gira que comenzó en julio en España, ha recorrido Estados Unidos y Canadá, y que lo trae a México para dos conciertos, el 21 y 23 de noviembre en el salón La Maraka, El Cigala hizo suyos clásicos como Voy, del compositor mexicano Luis Demetrio.
Aquel bolero que con rabia advierte “voy a mojarme los labios con agua bendita para lavar los besos que una vez me diera tu boca maldita”, es el primer sencillo del álbum, cuyo repertorio, cuenta El Cigala en entrevista con El Sol de México, le llevó casi 20 años elegir y tres en la producción.
Son 10 temas, entre los que están Ay cariño, Sin un amor, Adoro, Espérame en el cielo y Piensa en mí.
“Empecé pronto a conocer la música latinoamericana, de México, Argentina, Cuba, por ahí mis pasos fueron desde bien temprano. El bolero me encanta desde muy joven, cuando llegaba mi padre del tablao, y venía con discos de Lucho Gatica y otros, se ponía a cantar en la sala de la casa. El bolero se canta como el flamenco, por ejemplo Corazón loco, o Dos gardenias, se hacían por bulerías, yo lo escuchaba desde niño y me quedaba frío”.
EMBORRACHAR EL ALMA
Como intérprete, El Cigala esperó pacientemente hasta que el corazón le diera el impulso para cantar boleros. “Desde que tuvimos el primer encuentro con Bebo empezamos a hacer temas como Veinte años, y me encontraba súper a gusto con el bolero, luego conocí a mi pianista Jaime Calabuch y no hay concierto donde no lo cante”.
El Cigala se arriesgó incluso con “uno de los temas de los que más versiones se han hecho, Adoro. Tú llegas a Japón por ejemplo y la conocen, como en cualquier país del mundo, eso era un pedazo de reto, que respetara la voz de Armando Manzanero, pero que tuviera esa parte Cigalera. Y creo que lo hemos conseguido”, afirma sin falsa modestia.
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“Cuando empecé a ver encima de un escenario junto con Bebo cómo me llenaban de felicidad los boleros, fue maravilloso, porque antes les tenía muchísimo respeto, por todos los grandes y genios que ha dejado. Estuvimos un año girando por toda Europa, llegamos también a Estados Unidos y fue para mí como entrar a un mundo mágico en el cual el mundo del flamenco se adentra en el mundo del bolero”.
Incluso entonces, confiesa que sentía cierta timidez, a pesar de estar acompañado por el veterano pianista cubano. “Hicimos la gira de un año, pero ¿cómo me iba a poner a cantar algo como Ay cariño, que es una obra maestra? En este disco quería dar con los dos términos de lo que es el amor y el desamor, por eso empieza con Ay cariño y el sencillo es Voy, que amarran tanto su letra, su música, su melodía; a mí es que los temas me tienen que llegar y que calar en el alma y emborracharme de amor y de felicidad, si no, no hay manera de expresar”, finaliza el gitano.