La actriz Norma Lazareno guarda con cariño una joya que recibió en agradecimiento por compartir tips de actuación con sus compañeros de elenco en la cinta Mojado de nacimiento con La Sonora Santanera.
En la película de Ícaro Cisneros del año 1981, actuaban los integrantes originales de la agrupación, entre ellos, Andrés Terrones, quien falleció el pasado martes. La actriz expresa sus condolencias “a familia, a su viuda Blanca de Terrones y gente cercana a Andresito, así le decía de cariño durante el rodaje que fue de poco más de cinco semanas; tuvimos locaciones en Bronsville, Texas, San Diego y Chicago”, recuerda Norma Lazareno.
"Es la historia de los migrantes a través de un niño que va en busca de su papá y se muestra la popularidad de la Sonora Santanera en las presentaciones con multitudes de los connacionales que acudían a los bailes en Estados Unidos, la película captó la realidad pura, en sus conciertos ante tres mil 500 personas y se quedaron para la posteridad".
Tal como sucede en la película, su amistad trascendió. "Por la trama, soy amiga de todos los Santaneros y así fue durante el rodaje como fuera del set, convivíamos a la hora del desayuno, comida y cena, platicaba con todos en general, porque antes habíamos coincido en el Blanquita, yo hacía mi show al lado de mi esposo Pablo".
Y también en la vida real, los músicos le mostraron su aprecio. "Durante el rodaje de escenas, les pasaba tips a fin de actuar ante el lente fílmico que los captaba, porque ellos estaban conscientes que no eran actores y lo hicieron lo mejor que pudieron. Al terminarla película me hicieron entrega Carlos Colorado y Andrés Terrones de un collar muy lindo, como agradecimiento por guiarlos antes de las escenas”.
Aquella fue una película que "comercialmente exitosa, sin grandes expectativas, sencilla, pero con la hazaña de tener a la Sonora Santanera en una historia de corte familiar y con sus canciones, como Luces de Nueva York que interpretaba Andrés Terrones", recuerda la actriz.
En la tarde de este miércoles 19 sus restos fueron incinerados en una funeraria de Santa Mónica, Estado de México.
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