/ martes 17 de marzo de 2020

Con 31 minutos se divierten como cuando eran niños

La compañía de títeres reunió a miles de jóvenes que se dieron permiso de volver a soñar

En el país de Titirilquén, hace 17 años, se gestó un noticiero de televisión, cuyo objetivo era llevar las noticias más vigentes a un sector que la mayoría de las veces se veía excluido de los estruendos y revueltas sociales: las niñas y niños. Pero eso no era lo único que los caracterizaba, las noticias más frescas, las canciones, los reportajes y las notas eran todas presentadas por nada más y nada menos que (redoble de tambores) títeres.

El pasado 14 y 15 de Marzo, 31 minutos se presentó dentro del marco del festival Vive Latino, cancelando sin embargo, sus demás presentaciones en el país para no alentar a la propagación de COVID-19.

31 Minutos se ha forjado como una compañía de títeres sin pelusas en la lengua: Tulio, un conductor narcisista que asemeja una manopla de tela, Bodoque, un conejo rojillo que hace homenaje a su color presentándonos la nota verde con un nihilismo y sarcasmo inigualables. Una bola de pelo blanca que tras una angustia característica nos presenta a Juanín, el productor del programa, Calcetín con Rombosman, un ya sabrán qué (calcetín) con gogles que defiende los derechos de las niñas y niños luchando contra el mal y Patana, un pato verde con rizos amarillos que cubre con elegancia las noticias más reelevantes.

Personajes los hay a montones, cada uno con una personalidad concreta y distinguible, ¿canciones? De todos los temas posibles.

Es bastante común que los espectáculos para niños se aborden desde una perspectiva adultocentrista y que se hable de diversos temas de forma panfletaria y sosa. Sin embargo, 31 Minutos aborda a las infancias desde temas cotidianos e identificables por toda la familia: la caída del último diente de leche, quitarle las rueditas a tu bicicleta, la extinción de los dinosaurios, un balón que se vuela a la casa de la vecina, un mal corte de cabello, los pasos para ser una persona interesante o una muñeca que habla. Y no sólo eso, también nos recuerdan de manera constante que detrás de los títeres hay varios hombres y mujeres que hacen posible el espectáculo, mostrándonos a los intérpretes velados por un juego de sombras, cantando y activando al público dando una especie de concierto doble.

Pero no solo convierten las vivencias cotidianas de las infancias en notas y riffs de guitarra, también buscan informar de temas políticos y sociales a las niñas y niños del mundo, la nota verde presentándonos la contaminación ambiental desde el humor, o dos ejércitos de latas en el mar despénsico (Salsacia y Conservia) enseñándonos la guerra entre Alsacia y Lorena, dos territorios del Reich Alemán.

“Miramos el mundo una sola vez, en la infancia, el resto es memoria” dijo alguna vez Louise Elisabeth Gluck, una poeta neoyorquina. ¿Recuerdas la última vez que te sentiste niña o niño? ¿Que te reíste de algo a carcajadas? ¿Que disfrutaste un show de títeres? 31 Minutos no sólo es un programa que interesa a las infancias, es una experiencia estética completa que nos regala a los adultos un boleto directo al pasado, nos permite cantarle a un diente que se fue, a una muñeca que nos escucha, o a un amigo que no volverá.

Y detrás de todo el trabajo de escenografía, guión, investigación, tramoyeo, iluminación, dirección, diseño, producción y difusión, yace siempre una apuesta arriesgada por el cariño que puede salvarnos de todos los problemas que han aquejado al mundo, una confianza en las nuevas infancias y la esperanza de un mundo mejor, en el que, desde el más ínfimo virus, la muerte de un ser querido, o la ruptura de un corazón, pueden sublimarse cantando una canción como cuando éramos pequeños.

En el país de Titirilquén, hace 17 años, se gestó un noticiero de televisión, cuyo objetivo era llevar las noticias más vigentes a un sector que la mayoría de las veces se veía excluido de los estruendos y revueltas sociales: las niñas y niños. Pero eso no era lo único que los caracterizaba, las noticias más frescas, las canciones, los reportajes y las notas eran todas presentadas por nada más y nada menos que (redoble de tambores) títeres.

El pasado 14 y 15 de Marzo, 31 minutos se presentó dentro del marco del festival Vive Latino, cancelando sin embargo, sus demás presentaciones en el país para no alentar a la propagación de COVID-19.

31 Minutos se ha forjado como una compañía de títeres sin pelusas en la lengua: Tulio, un conductor narcisista que asemeja una manopla de tela, Bodoque, un conejo rojillo que hace homenaje a su color presentándonos la nota verde con un nihilismo y sarcasmo inigualables. Una bola de pelo blanca que tras una angustia característica nos presenta a Juanín, el productor del programa, Calcetín con Rombosman, un ya sabrán qué (calcetín) con gogles que defiende los derechos de las niñas y niños luchando contra el mal y Patana, un pato verde con rizos amarillos que cubre con elegancia las noticias más reelevantes.

Personajes los hay a montones, cada uno con una personalidad concreta y distinguible, ¿canciones? De todos los temas posibles.

Es bastante común que los espectáculos para niños se aborden desde una perspectiva adultocentrista y que se hable de diversos temas de forma panfletaria y sosa. Sin embargo, 31 Minutos aborda a las infancias desde temas cotidianos e identificables por toda la familia: la caída del último diente de leche, quitarle las rueditas a tu bicicleta, la extinción de los dinosaurios, un balón que se vuela a la casa de la vecina, un mal corte de cabello, los pasos para ser una persona interesante o una muñeca que habla. Y no sólo eso, también nos recuerdan de manera constante que detrás de los títeres hay varios hombres y mujeres que hacen posible el espectáculo, mostrándonos a los intérpretes velados por un juego de sombras, cantando y activando al público dando una especie de concierto doble.

Pero no solo convierten las vivencias cotidianas de las infancias en notas y riffs de guitarra, también buscan informar de temas políticos y sociales a las niñas y niños del mundo, la nota verde presentándonos la contaminación ambiental desde el humor, o dos ejércitos de latas en el mar despénsico (Salsacia y Conservia) enseñándonos la guerra entre Alsacia y Lorena, dos territorios del Reich Alemán.

“Miramos el mundo una sola vez, en la infancia, el resto es memoria” dijo alguna vez Louise Elisabeth Gluck, una poeta neoyorquina. ¿Recuerdas la última vez que te sentiste niña o niño? ¿Que te reíste de algo a carcajadas? ¿Que disfrutaste un show de títeres? 31 Minutos no sólo es un programa que interesa a las infancias, es una experiencia estética completa que nos regala a los adultos un boleto directo al pasado, nos permite cantarle a un diente que se fue, a una muñeca que nos escucha, o a un amigo que no volverá.

Y detrás de todo el trabajo de escenografía, guión, investigación, tramoyeo, iluminación, dirección, diseño, producción y difusión, yace siempre una apuesta arriesgada por el cariño que puede salvarnos de todos los problemas que han aquejado al mundo, una confianza en las nuevas infancias y la esperanza de un mundo mejor, en el que, desde el más ínfimo virus, la muerte de un ser querido, o la ruptura de un corazón, pueden sublimarse cantando una canción como cuando éramos pequeños.

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