Java
No nada más las puso locas, loquísimas. Justin Bieber tambiénprovocó desmayos entre las chavitas que fueron a verlo, asentirlo, a vibrarlo la noche del sábado en el Foro Sol, dondeliteralmente cayeron a sus pies.
Mientras, en la calle, afuera del inmueble de la MagdalenaMixhuca, muchos papás y mamás que no pudieron costearse un boletode 800 pesos y más, esperaban pacientes (unos) e impacientes(otros) que terminara el show para recoger a sus hijas. Hastacobijas llevaban para cubrirse del frío y una buena dotación decigarrillos para atemperar la noche.
Y, bueno, para poder acceder a una “chela”, te colocaban ati, adulto, un brazalete... porque evidentemente a los chavos no seles podía vender. Eso sí, botellas de agua y refrescos, lo quequisieran, pero ¡uf!, qué caro.
De todos modos las chavitas se gastaron un dineral parasatisfacer sus deseos: una cachucha que normalmente vale 50 pesosen algún mercado, afuera se las vendieron en 150 y, ya teimaginarás, una playera, una sudadera, una chamarra, la taza, lafoto, el llavero... La parafernalia en todo su “esplendor”.Qué horror. Y no hay autoridad que frene esos abusos, esasituación.
El canadiense es un idolillo, ni duda cabe. Escandaloso ymediático, lo que quieras, pero gusta a sus fans y, aquí entrenos, debo confesarles que su espectáculo es toda una producciónde primer nivel; tal como lo exigen los tiempos actuales: ¿quieresver un show? Sí, pero que sea de calidad.