Tras su paso por el reality ¿Quién es la máscara?, y el musical Jesucristo Súper Estrella, Erik Rubín se enfocará de lleno a sus proyectos personales. Para este año tiene contemplado presentarse al lado de Mía Rubín, su hija, en el concierto Raíces; además de continuar con las fechas del 90's Pop Tour, el cual arrancó con gran éxito en la Ciudad de México a finales de noviembre pasado.
Al respecto, Erik aplaudió que el público todavía tenga un lugar en su corazón para esta música, pues para ellos también representa una forma de continuar celebrando su trabajo, y reencontrarse con grandes amigos.
"Seguimos apelando a la nostalgia, y haciendo alianzas con otros artistas. En este caso se nos suma la emblemática Ana Torroja, y mi compadre Benny Ibarra, el público lo recibió con los brazos abiertos, y ahora a seguir jugando con este show, que la verdad este concepto ya es historia en nuestro país".
Respecto a su experiencia en el reality, vivió una ola de emociones que fue desde interpretar temas que le gustan mucho, hasta el reto físico de estar debajo de un personaje. El cantante platicó que está experiencia fue para él un aterrizaje, pues al no tener la posibilidad de mostrar su rostro, tenía que dar todo de sí para mantenerse en la competencia.
"Eso te saca de tu área de confort, y te hace poner el ego a un lado con pruebas complicadas. Algo que parecería tan sencillo como manipular un personaje (Perezoso), es en realidad difícil, por ser grande y pesado, con poca ventilación, respirar me costaba mucho trabajo. Hacerlo bailando y moviéndote como loco, lo hace todavía más complejo", detalló.
Reconoció que lo más difícil fue no hacer usos de las técnicas de canto que maneja, pues si lo hacía los investigadores rápidamente hubieran reconocido su voz. "Renunciar a ellas es complicado, pero es interesante a lo mejor cantar temas que siempre quisiste cantar en algún momento, u otros que nunca te imaginaste interpretar".