“En la vida uno debe decidir si va por el camino de los que van agachados o los que van erectos. Yo decidí tomar el camino de ser quien soy, pues si no soy auténtico simplemente no comunico”, responde Horacio Villalobos al preguntarle qué recomendaría a un periodista que debe enfrentar la censura en cualquiera de sus formas. “Deben librar sus batallas, ser congruentes. Yo he tenido que enfrentarme con mucha gente para salir avante y salirme con la mía”.
Han pasado más de 15 años desde el primer capítulo de Desde Gayola en Telehit, un espacio en la televisión privada donde la comedia servía como herramienta para la crítica social y la apertura de temas como la diversidad sexual. “Pensaba que nadie lo veía, pero resulta que me veían millones de personas, entonces (los de Telehit) ni cuenta se dieron y cuando ya era un éxito era muy tarde para hacer algo... por eso fue un programa que se hizo sin ningún tipo de censura”, recuerda.
Villalobos recuerda que llegar a eso no fue fácil: “Cuando entré a trabajar a Televisa en los 90, en la época de Zabludovsky y del monopolio, todo el mundo vivía en la autocensura, ¡era alarmante!”, explica el conductor, quien en sus inicios se dedicaba al periodismo cultural. “Cuando estuve en Al despertar, Guillermo Ortega, que era el titular del programa, tuvo que aguantar vara pues mi condición para estar ahí era que me dejaran decir lo que sea. Y cuando me decían ‘esto no se puede decir’ traté de darle la vuelta”.
Y aunque parece que los tiempos han cambiado, el conductor sabe que aún hay muchas batallas por librar. “Me enojaba tanto que la ignorancia, la doble moral y que los prejuicios quisieran ganar contra una puesta en escena galardonada con un Pulitzer y un Tony que decidí pelear con uñas y dientes con quien fuera”, narra el actor sobre la obra Un corazón normal, una historia sobre el VIH y la homosexualidad cuya publicidad fue retirada sin previo aviso en algunos municipios de Nuevo León hace dos años.
Ahora Horacio Villalobos prepara el estreno de la obra Un acto de Dios, cuyo montaje original fue realizado en Broadway con Jim Parsons (Sheldon Cooper) como estelar. “Es una obra donde Dios me utiliza a mí para comunicarle al pueblo mexicano los nuevos 10 mandamientos. Con el pretexto de que nadie ha entendido bien su mensaje baja al mundo a intentar recomponer esa relación de comunicación”, explica.
Horacio Villalobos dice que no le teme a las críticas por parte de la Iglesia “¡¿Qué les importa?! Que se preocupen mejor por los curas pederastas y los horrores que hacen. no es una obra sacrílega, no se trata de escandalizar, es una comedia muy divertida”, dice con un tono alto.