/ viernes 23 de julio de 2021

Invade la nostalgia por las caricaturas ochenteras y su doblaje

En los 80 inició en México una etapa de gran éxito para los dibujos animados, dando pie a una época de oro para los actores de doblaje

Corrían los años 80 en México, los calentadores y los peinados abultados abundaban por las calles. Los más pequeños de la familia se divertían jugando con figuras de acción y viendo caricaturas en familia.

Títulos como He-Man y los Amos del Universo, Thundercats, Mazinger Z, Candy Candy, Heidi y Don Gato y su Pandilla, los acompañaban todas las tardes después de la escuela, y con el tiempo se convirtieron en una cita obligada frente al televisor.

Los 80 son una etapa en la que las caricaturas y la cultura pop tuvieron un auge que se extendió rápidamente a todo el mundo, asegura Elías Ortiz, también conocido como Sr. Pollo, CEO de La Mole, el evento anual que reúne a los amantes del mundo del cómic, videojuegos y coleccionismo en general.

“Ya había existido una época de los cómics en la que se inventaron muchos personajes, duramos unos 50 años aproximadamente con esos superhéroes. Después en los 60 viene otra pauta de personajes y luego vienen los 80, había décadas donde se creaban cosas nuevas, y creo que los 80 fueron icónicos para las caricaturas”, explicó.

El experto agregó que todas las producciones infantiles de esos años tenían la particularidad de dejar una moraleja al público, ya que las figuras de los villanos y los buenos estaban muy marcadas, y enseñaban a los niños que si hacían acciones positivas les iba a ir bien.

Las empresas de juguetes no fueron ajenas a este auge en la televisión y aprovecharon el éxito para lanzar muñecos de personajes como Thundercats y He-Man, que de acuerdo con Ortiz, contribuyeron a aumentar todavía más el cariño del público.

“Había una necesidad de inventar personajes”, dijo. “Había una caricatura y salía una figura de acción, entonces no nada más lo disfrutabas en la pantalla, sino también en vivo. Fue algo muy bonito, y también una necesidad de vender, sobre todo este tipo de cosas que vienen de Estados Unidos”.

Los dramas japoneses

Candy Candy (1976) fue uno de los títulos más exitosos (e incluso hasta la fecha se transmite en México los fines de semana). Basada en el manga homónimo de la escritora japonesa Kyōko Mizuki, sigue la vida de una pequeña llamada Candy White que, tras ser abandonada siendo una bebé, crece en un orfanato y a lo largo de su vida sufre una serie de tragedias en los hogares que la acogen y con sus amores no correspondidos.

El estudio Toei Animation la adaptó a la televisión en 1976 y contó con un total de 115 episodios. En 1981 llegó a Latinoamérica, siendo Perú y Argentina (lugar donde se hizo el doblaje para la región, en los estudios Tecnofilm) los primeros países que la transmitieron.

La actriz argentina Cecilia Gispert fue la encargada de dar voz al personaje principal. Este papel llegó a sus manos gracias al asistente del director de doblaje Ricardo Bosch, quien ya conocía su trabajo, y de inmediato pensó en ella al iniciar el proyecto.

La actriz señala que uno de los aspectos que llevaron a la buena aceptación de esta serie era la fortaleza de la protagonista. “Es un personaje con mucha fuerza vital, se va sobreponiendo a las vicisitudes. A ella le tocan todas juntas, pero son cosas que existen en la vida de las personas, y los conflictos que tiene Candy son humanos, no son de superhéroes”.

Pese a que triunfó de inmediato en todo el continente, Cecilia no se enteró del éxito sino hasta 25 años después de haber realizado el proyecto. Según recuerda, en Buenos Aires no fue bien recibida y ni siquiera se transmitió completa, pero fue un colega quien le platicó del impacto de su trabajo.

“Me quedé un poco frustrada porque me había gustado mucho”, platica. “Un compañero me preguntó si sabía quién había hecho Candy y le respondí que había sido yo. Entonces me pidió mi mail y empezamos a escribirnos, el primer país que visité fue Chile. Cuando viajé me encontré con la emoción de la gente ahí, fue muy conmovedor”.

“Lo primero que pasó fue que llegué y me invitaron a los canales de televisión para entrevistarme, eso me sorprendió. Después di una conferencia de prensa, y en el evento estuve firmando autógrafos durante horas, Me conmovió tanto lo que me contaban los fans, en ese país tienen una gran riqueza de lenguaje, y me decían unas cosas preciosas, me pude haber quedado escuchándolos horas. Fue hermoso y emocionante”, añadió.




En México, Candy Candy se transmitió por el Canal 13, que en ese entonces pertenecía al Estado, pero no se sabe aún cómo es que llegó a formar parte de su programación, aunque su éxito fue inmediato, niñas y niños comentaban la historia de la niña huérfana que luchaba por encontrar estabilidad y amor.

Con Candy Candy llegaron otros dramas: Remi (1977), sobre un niño sin hogar y de quien se heredó la frase “ojito Remi”, que se aplica cuando alguien está a punto de llorar.

Por esa época también se veía Heidi, otra historia de una huérfana que vive con su abuelo en los Alpes, caricatura de la que se hizo famosa incluso la canción Abuelito dime tú.

Series cortas = grandes doblajes

Otra historia que con los años fueron consideradas de culto es Kum Kum, el niño cavernícola, que sólo contó con 26 capítulos, que eran vistos una y otra vez por los infantes de la época con la esperanza siempre de encontrar uno nuevo.

El mismo fenómeno se vivió con Don gato y su pandilla (1961) y sus 30 capítulos. La serie que no tuvo éxito en Estados Unidos, pero en México conquistó al público gracias al doblaje, que se ajustó a la idiosincrasia nacional. La adaptación fue de Rubén Arvizu y la dirección de Jorge El Tata Arvizu, que en la serie animada dio voz a Benito Bodoque. Con un tono agudo le imprimió esa desparpajada personalidad, es inolvidable su frase “Hola Don Gato”, que decía cada vez que llegaba al callejón que de acuerdo a la historia se ubicaba en Nueva York, donde eran perseguidos eternamente por el oficial Matute.

El equipo de doblaje lo completan Julio Lucena (Don Gato), Carlos Becerril (Panza), Santiago Gil (Espanto), Armando Gutiérrez (Demóstenes), Víctor Alcocer (Matute). El Tata también dio voz a Cucho, a quien distinguió con un acento yucateco.

La voz de una generación

“La leyenda nos dice que los caballeros siempre aparecen cuando las fuerzas del mal intentan apoderarse del mundo”, exclamaba el recién fallecido actor Raúl de la Fuente en el primer episodio de Los Caballeros del Zodiaco, que se transmitió por primera vez en México en 1992, luego de haberse emitido con gran éxito en Japón entre 1986 y 1989.

Su voz se convirtió en uno de los símbolos del doblaje mexicano y le valió una legión de fans que hasta la fecha celebran su trabajo a través de las redes sociales. Fue a partir de 2017 cuando su nieto Axel Espinosa activó formalmente su página oficial de Facebook, y en 2020 su cuenta de Instagram, donde sus admiradores le compartían su cariño.

El también actor compartió que su abuelo, quien murió el 29 de junio pasado, se conmovía hasta las lágrimas al leer esos mensajes, ya que su participación en dicha caricatura fue una etapa muy entrañable de su vida. “El proyecto se hizo entre amigos y eso le dio un toque muy bonito, porque independientemente de que les gustaba, era trabajar a gusto, consentidos y con sus amigos, era algo que a mi abuelito le encantaba”.

Y continuó: “A él le gustaba mucho ir a doblar, podía irse a las nueve de la mañana, y de repente eran las 10 u 11 de la noche y no llegaba. Mi abuelita, que en paz descanse, me contaba que se preocupaba porque no llegaba, pero él seguía su trabajo. Realmente hizo muchísimas cosas, me contaba que le encantaba estar en el atril porque se divertía mucho con sus compañeros, hizo una segunda familia”.

Axel señaló que los grandes maestros de El Bigote Doblador (como se le conocía a Raúl en la industria) fueron Jesús Barrero, quien además fue director de doblaje de la saga original de Los Caballeros del Zodiaco, Francisco Colmenero (voz de Pumba, Goofy y Pablo Marmol) y Arturo Mercado (voz de La Bestia y Bugs Bunny).

Sin embargo, desde pequeño estuvo guiado por uno de los mayores iconos de la época de oro del cine mexicano. “Su papá y algunos de sus tíos fueron parte de la fundación de los Estudios Churubusco Azteca, me decía que cuando estaba chiquito iba a ese lugar y Pedro Infante lo saludaba y le decía “‘tú vas a ser grande’”.

Al igual que sus maestros, Raúl nunca fue celoso de su conocimiento y jamás cobró por dar asesorías a actores jóvenes. En su opinión, según comenta Axel, más allá del dinero, el requisito indispensable para desempeñar esa profesión era tener pasión y “calicatencia” (palabra usada para describir algo de gran calidad).

Llegan los años 90

Corría la década de los 90 cuando el actor Mario Castañeda prestó su voz por primera vez para el personaje de Goku en el anime Dragon Ball Z, el cual interpretó a lo largo de los 291 capítulos que tuvo el programa (creado por Akira Toriyama en 1984).

Antes de ese proyecto había prestado su voz para la serie Los Años Maravillosos, en donde fungía como narrador. Gracias a ello, pudo experimentar de cerca parte del auge del doblaje mexicano, que posicionó a figuras como él mismo, Jorge Arvizu El Tata (voz de Benito Bodoque y Pedro Picapiedra) o Carlos Becerril (voz de Graz Gazzu y Chick Hicks, de la cinta Cars).

“El doblaje mexicano tenía ya años de ser considerado, a nivel Latinoamérica, no es que fuera mejor, era el único. Había industria en Argentina, Chile, Colombia y Venezuela, pero no estaban desarrolladas al nivel de aquí. Era casi un monopolio, entonces quizás en esta época en los ochentas y noventas viene un cambio de trabajadores, actores y actrices”.

“Eso por un lado, y por el otro lado viene un cambio de producción, se deja de filmar en 16 milímetros, y se empieza a trabajar con video. La llegada también de los efectos especiales y una serie de cuestiones que empezaron hacer que la serie tuvieran más vistosidad y mejor sonido, todo ha sumado a un mejor producto”, agregó.

Mario subrayó que en las últimas dos décadas las redes sociales han dado pie a que el legado de los actores de los 80 y 90 siga vigente, ya que le dieron al público las herramientas para descubrir a los rostros detrás de aquellas voces que marcaron su infancia.

“Internet le dio la oportunidad a la gente de investigar y saber quiénes hacíamos el doblaje, nombres, biografías, todo. Porque el público se enteró cómo nos llamamos, etcétera, eso provocó un boom de curiosidad de la gente y sacó al doblaje del anonimato en que había vivido durante décadas”.

El actor celebró que las nuevas generaciones estén tomando la estafeta para continuar este buen legado de doblaje mexicano, y tiene esperanza de que con el surgimiento de nuevos nombres en la industria, se continuará sacando productos de calidad que se queden en la memoria del público.


Corrían los años 80 en México, los calentadores y los peinados abultados abundaban por las calles. Los más pequeños de la familia se divertían jugando con figuras de acción y viendo caricaturas en familia.

Títulos como He-Man y los Amos del Universo, Thundercats, Mazinger Z, Candy Candy, Heidi y Don Gato y su Pandilla, los acompañaban todas las tardes después de la escuela, y con el tiempo se convirtieron en una cita obligada frente al televisor.

Los 80 son una etapa en la que las caricaturas y la cultura pop tuvieron un auge que se extendió rápidamente a todo el mundo, asegura Elías Ortiz, también conocido como Sr. Pollo, CEO de La Mole, el evento anual que reúne a los amantes del mundo del cómic, videojuegos y coleccionismo en general.

“Ya había existido una época de los cómics en la que se inventaron muchos personajes, duramos unos 50 años aproximadamente con esos superhéroes. Después en los 60 viene otra pauta de personajes y luego vienen los 80, había décadas donde se creaban cosas nuevas, y creo que los 80 fueron icónicos para las caricaturas”, explicó.

El experto agregó que todas las producciones infantiles de esos años tenían la particularidad de dejar una moraleja al público, ya que las figuras de los villanos y los buenos estaban muy marcadas, y enseñaban a los niños que si hacían acciones positivas les iba a ir bien.

Las empresas de juguetes no fueron ajenas a este auge en la televisión y aprovecharon el éxito para lanzar muñecos de personajes como Thundercats y He-Man, que de acuerdo con Ortiz, contribuyeron a aumentar todavía más el cariño del público.

“Había una necesidad de inventar personajes”, dijo. “Había una caricatura y salía una figura de acción, entonces no nada más lo disfrutabas en la pantalla, sino también en vivo. Fue algo muy bonito, y también una necesidad de vender, sobre todo este tipo de cosas que vienen de Estados Unidos”.

Los dramas japoneses

Candy Candy (1976) fue uno de los títulos más exitosos (e incluso hasta la fecha se transmite en México los fines de semana). Basada en el manga homónimo de la escritora japonesa Kyōko Mizuki, sigue la vida de una pequeña llamada Candy White que, tras ser abandonada siendo una bebé, crece en un orfanato y a lo largo de su vida sufre una serie de tragedias en los hogares que la acogen y con sus amores no correspondidos.

El estudio Toei Animation la adaptó a la televisión en 1976 y contó con un total de 115 episodios. En 1981 llegó a Latinoamérica, siendo Perú y Argentina (lugar donde se hizo el doblaje para la región, en los estudios Tecnofilm) los primeros países que la transmitieron.

La actriz argentina Cecilia Gispert fue la encargada de dar voz al personaje principal. Este papel llegó a sus manos gracias al asistente del director de doblaje Ricardo Bosch, quien ya conocía su trabajo, y de inmediato pensó en ella al iniciar el proyecto.

La actriz señala que uno de los aspectos que llevaron a la buena aceptación de esta serie era la fortaleza de la protagonista. “Es un personaje con mucha fuerza vital, se va sobreponiendo a las vicisitudes. A ella le tocan todas juntas, pero son cosas que existen en la vida de las personas, y los conflictos que tiene Candy son humanos, no son de superhéroes”.

Pese a que triunfó de inmediato en todo el continente, Cecilia no se enteró del éxito sino hasta 25 años después de haber realizado el proyecto. Según recuerda, en Buenos Aires no fue bien recibida y ni siquiera se transmitió completa, pero fue un colega quien le platicó del impacto de su trabajo.

“Me quedé un poco frustrada porque me había gustado mucho”, platica. “Un compañero me preguntó si sabía quién había hecho Candy y le respondí que había sido yo. Entonces me pidió mi mail y empezamos a escribirnos, el primer país que visité fue Chile. Cuando viajé me encontré con la emoción de la gente ahí, fue muy conmovedor”.

“Lo primero que pasó fue que llegué y me invitaron a los canales de televisión para entrevistarme, eso me sorprendió. Después di una conferencia de prensa, y en el evento estuve firmando autógrafos durante horas, Me conmovió tanto lo que me contaban los fans, en ese país tienen una gran riqueza de lenguaje, y me decían unas cosas preciosas, me pude haber quedado escuchándolos horas. Fue hermoso y emocionante”, añadió.




En México, Candy Candy se transmitió por el Canal 13, que en ese entonces pertenecía al Estado, pero no se sabe aún cómo es que llegó a formar parte de su programación, aunque su éxito fue inmediato, niñas y niños comentaban la historia de la niña huérfana que luchaba por encontrar estabilidad y amor.

Con Candy Candy llegaron otros dramas: Remi (1977), sobre un niño sin hogar y de quien se heredó la frase “ojito Remi”, que se aplica cuando alguien está a punto de llorar.

Por esa época también se veía Heidi, otra historia de una huérfana que vive con su abuelo en los Alpes, caricatura de la que se hizo famosa incluso la canción Abuelito dime tú.

Series cortas = grandes doblajes

Otra historia que con los años fueron consideradas de culto es Kum Kum, el niño cavernícola, que sólo contó con 26 capítulos, que eran vistos una y otra vez por los infantes de la época con la esperanza siempre de encontrar uno nuevo.

El mismo fenómeno se vivió con Don gato y su pandilla (1961) y sus 30 capítulos. La serie que no tuvo éxito en Estados Unidos, pero en México conquistó al público gracias al doblaje, que se ajustó a la idiosincrasia nacional. La adaptación fue de Rubén Arvizu y la dirección de Jorge El Tata Arvizu, que en la serie animada dio voz a Benito Bodoque. Con un tono agudo le imprimió esa desparpajada personalidad, es inolvidable su frase “Hola Don Gato”, que decía cada vez que llegaba al callejón que de acuerdo a la historia se ubicaba en Nueva York, donde eran perseguidos eternamente por el oficial Matute.

El equipo de doblaje lo completan Julio Lucena (Don Gato), Carlos Becerril (Panza), Santiago Gil (Espanto), Armando Gutiérrez (Demóstenes), Víctor Alcocer (Matute). El Tata también dio voz a Cucho, a quien distinguió con un acento yucateco.

La voz de una generación

“La leyenda nos dice que los caballeros siempre aparecen cuando las fuerzas del mal intentan apoderarse del mundo”, exclamaba el recién fallecido actor Raúl de la Fuente en el primer episodio de Los Caballeros del Zodiaco, que se transmitió por primera vez en México en 1992, luego de haberse emitido con gran éxito en Japón entre 1986 y 1989.

Su voz se convirtió en uno de los símbolos del doblaje mexicano y le valió una legión de fans que hasta la fecha celebran su trabajo a través de las redes sociales. Fue a partir de 2017 cuando su nieto Axel Espinosa activó formalmente su página oficial de Facebook, y en 2020 su cuenta de Instagram, donde sus admiradores le compartían su cariño.

El también actor compartió que su abuelo, quien murió el 29 de junio pasado, se conmovía hasta las lágrimas al leer esos mensajes, ya que su participación en dicha caricatura fue una etapa muy entrañable de su vida. “El proyecto se hizo entre amigos y eso le dio un toque muy bonito, porque independientemente de que les gustaba, era trabajar a gusto, consentidos y con sus amigos, era algo que a mi abuelito le encantaba”.

Y continuó: “A él le gustaba mucho ir a doblar, podía irse a las nueve de la mañana, y de repente eran las 10 u 11 de la noche y no llegaba. Mi abuelita, que en paz descanse, me contaba que se preocupaba porque no llegaba, pero él seguía su trabajo. Realmente hizo muchísimas cosas, me contaba que le encantaba estar en el atril porque se divertía mucho con sus compañeros, hizo una segunda familia”.

Axel señaló que los grandes maestros de El Bigote Doblador (como se le conocía a Raúl en la industria) fueron Jesús Barrero, quien además fue director de doblaje de la saga original de Los Caballeros del Zodiaco, Francisco Colmenero (voz de Pumba, Goofy y Pablo Marmol) y Arturo Mercado (voz de La Bestia y Bugs Bunny).

Sin embargo, desde pequeño estuvo guiado por uno de los mayores iconos de la época de oro del cine mexicano. “Su papá y algunos de sus tíos fueron parte de la fundación de los Estudios Churubusco Azteca, me decía que cuando estaba chiquito iba a ese lugar y Pedro Infante lo saludaba y le decía “‘tú vas a ser grande’”.

Al igual que sus maestros, Raúl nunca fue celoso de su conocimiento y jamás cobró por dar asesorías a actores jóvenes. En su opinión, según comenta Axel, más allá del dinero, el requisito indispensable para desempeñar esa profesión era tener pasión y “calicatencia” (palabra usada para describir algo de gran calidad).

Llegan los años 90

Corría la década de los 90 cuando el actor Mario Castañeda prestó su voz por primera vez para el personaje de Goku en el anime Dragon Ball Z, el cual interpretó a lo largo de los 291 capítulos que tuvo el programa (creado por Akira Toriyama en 1984).

Antes de ese proyecto había prestado su voz para la serie Los Años Maravillosos, en donde fungía como narrador. Gracias a ello, pudo experimentar de cerca parte del auge del doblaje mexicano, que posicionó a figuras como él mismo, Jorge Arvizu El Tata (voz de Benito Bodoque y Pedro Picapiedra) o Carlos Becerril (voz de Graz Gazzu y Chick Hicks, de la cinta Cars).

“El doblaje mexicano tenía ya años de ser considerado, a nivel Latinoamérica, no es que fuera mejor, era el único. Había industria en Argentina, Chile, Colombia y Venezuela, pero no estaban desarrolladas al nivel de aquí. Era casi un monopolio, entonces quizás en esta época en los ochentas y noventas viene un cambio de trabajadores, actores y actrices”.

“Eso por un lado, y por el otro lado viene un cambio de producción, se deja de filmar en 16 milímetros, y se empieza a trabajar con video. La llegada también de los efectos especiales y una serie de cuestiones que empezaron hacer que la serie tuvieran más vistosidad y mejor sonido, todo ha sumado a un mejor producto”, agregó.

Mario subrayó que en las últimas dos décadas las redes sociales han dado pie a que el legado de los actores de los 80 y 90 siga vigente, ya que le dieron al público las herramientas para descubrir a los rostros detrás de aquellas voces que marcaron su infancia.

“Internet le dio la oportunidad a la gente de investigar y saber quiénes hacíamos el doblaje, nombres, biografías, todo. Porque el público se enteró cómo nos llamamos, etcétera, eso provocó un boom de curiosidad de la gente y sacó al doblaje del anonimato en que había vivido durante décadas”.

El actor celebró que las nuevas generaciones estén tomando la estafeta para continuar este buen legado de doblaje mexicano, y tiene esperanza de que con el surgimiento de nuevos nombres en la industria, se continuará sacando productos de calidad que se queden en la memoria del público.


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