/ sábado 26 de octubre de 2019

La molécula pop de Stereolab reventó en México

Stereolab se presentó en el Foro Indie Rocks, hoy encabeza el cartel del Festival Hipnosis

Mientras el público salta sin cesar, dejándose llevar por el espíritu del ciclo sin fin de Lo Boob Oscillator, es inevitable pensar lo que significa para muchos encontrarse por primera vez con Stereolab en vivo, el espíritu asciende con entusiasmo al yé-yé y el lounge que se encuentran con el krautrock, en todas las fechas de la gira el grupo ha provocado una alegre efervescencia que retumba por las paredes, el Foro Indie Rocks no fue la excepción.

Con los pies fríos por la lluvia, pero con los oídos calientes tras escuchar el espíritu psicodélico de Build A Vista y ser recompensados con prodigiosos pasajes hipnóticos por nuestra paciencia tras el retraso de Kikagaku Moyo, pasando la media noche inició la primera presentación de Stereolab en territorio mexicano dentro del concepto Hipnosis, que incluyó dos fechas en la inesperada gira de regreso, una de las grandes promesas del 2019.

Después de una carrera de 19 años que aportó singularidades pop para una generación nihilista, soportó la muerte de la multi instrumentista y cantante Mary Hansen y presenció el final de la relación de dos de sus integrantes, Stereolab entró en receso en el año 2009, sin embargo su música no encontró un final, al contrario, fue creciendo a través de una generación que escuchó el eco de su trabajo lejos de una escena o una era en particular.

Vibrantes a lo largo de casi 20 años, Stereolab llegó al disco Chemical Chords notando que había perdido su espontaneidad por la pésima mezcla de alcohol, cansancio por las giras y demasiadas personas que se sentían miserables al subir al escenario del Shibuya Club Quattro. Tras la última fecha en Japón en febrero del 2009, inició la diseminación del grupo, que prácticamente desde su aparición en la década de los 90 había establecido nuevos parámetros para muchas bandas con la regla de no hablar sobre el corazón, sino realizar una reflexión del entorno.

Bajo la influencia tanto de John Cage como de John Cale y la canción francesa, bossa nova, sonidos eléctricos de lounge y el monótono ciclo del motorik, Stereolab puso algunas piezas para los sueños twee de la generación indie que no cesó de mencionarlos entre sus influencias y agregó otras más cuando surgieron Cavern of Anti-Matter y los discos solista de Laetita Sadier, que prácticamente retomaron las ideas asentadas en Monade y Turn On, proyectos que Sadier y Tim Gane mantuvieron de forma paralela a Stereolab y que se diluyeron con la pausa iniciada en un bar en Tokio hace una década, rota apenas el año pasado en las oficinas de Warp.

El ambiente se fue llenando de grandes expectativas, todos estábamos conscientes de que el sello Warp además de alborotarnos con su 30 aniversario, había logrado romper la pausa de una década, su gran pretexto fue la reedición de varios discos. Para los que asistimos al sold out del jueves fue aceptar que participar en el ejercicio de nostalgia avant-pop es un gran excusa para llegar absolutamente desvelados al trabajo. Todos ya traíamos en la mente que cierta sonrisa ningún jefe la podría matar.

La audiencia claramente entró en frenesí, gritando para solicitar canciones que más que clásicos se han establecido como cortes de culto de Stereolab, donde destaca el lado intelectual, emergen los amantes de la ciencia ficción y nos dejamos llevar por la voz de una mujer que nos ilustra elegantemente sobre los defectos del capitalismo en francés e inglés en un tono tan despreocupado que a todos nos hace sonreír, no hay forma de no dejarnos llevar por las engañosas canciones pop con metáforas sumergidas en ambiente de coctel.

En el primer concierto de Stereolab en México, escuchamos con exceso de atención su singularidad y convivimos con el extraño nicho que el grupo forjó durante sus 19 años de carrera y 10 de ausencia. Llámenlo un ejercicio de nostalgia, la realidad es que nunca estuvimos lejos del recordatorio de lo diferente que era Stereolab de los grupos de la década de los 90, sabemos que los seguimos disfrutando a través de su resonancia ¿en dónde estarían Cornelius, Deerhunter, Electralane y otros tantos actos importantes en festivales de la actualidad si no hubiera reventado esta molécula pop?

Mientras el público salta sin cesar, dejándose llevar por el espíritu del ciclo sin fin de Lo Boob Oscillator, es inevitable pensar lo que significa para muchos encontrarse por primera vez con Stereolab en vivo, el espíritu asciende con entusiasmo al yé-yé y el lounge que se encuentran con el krautrock, en todas las fechas de la gira el grupo ha provocado una alegre efervescencia que retumba por las paredes, el Foro Indie Rocks no fue la excepción.

Con los pies fríos por la lluvia, pero con los oídos calientes tras escuchar el espíritu psicodélico de Build A Vista y ser recompensados con prodigiosos pasajes hipnóticos por nuestra paciencia tras el retraso de Kikagaku Moyo, pasando la media noche inició la primera presentación de Stereolab en territorio mexicano dentro del concepto Hipnosis, que incluyó dos fechas en la inesperada gira de regreso, una de las grandes promesas del 2019.

Después de una carrera de 19 años que aportó singularidades pop para una generación nihilista, soportó la muerte de la multi instrumentista y cantante Mary Hansen y presenció el final de la relación de dos de sus integrantes, Stereolab entró en receso en el año 2009, sin embargo su música no encontró un final, al contrario, fue creciendo a través de una generación que escuchó el eco de su trabajo lejos de una escena o una era en particular.

Vibrantes a lo largo de casi 20 años, Stereolab llegó al disco Chemical Chords notando que había perdido su espontaneidad por la pésima mezcla de alcohol, cansancio por las giras y demasiadas personas que se sentían miserables al subir al escenario del Shibuya Club Quattro. Tras la última fecha en Japón en febrero del 2009, inició la diseminación del grupo, que prácticamente desde su aparición en la década de los 90 había establecido nuevos parámetros para muchas bandas con la regla de no hablar sobre el corazón, sino realizar una reflexión del entorno.

Bajo la influencia tanto de John Cage como de John Cale y la canción francesa, bossa nova, sonidos eléctricos de lounge y el monótono ciclo del motorik, Stereolab puso algunas piezas para los sueños twee de la generación indie que no cesó de mencionarlos entre sus influencias y agregó otras más cuando surgieron Cavern of Anti-Matter y los discos solista de Laetita Sadier, que prácticamente retomaron las ideas asentadas en Monade y Turn On, proyectos que Sadier y Tim Gane mantuvieron de forma paralela a Stereolab y que se diluyeron con la pausa iniciada en un bar en Tokio hace una década, rota apenas el año pasado en las oficinas de Warp.

El ambiente se fue llenando de grandes expectativas, todos estábamos conscientes de que el sello Warp además de alborotarnos con su 30 aniversario, había logrado romper la pausa de una década, su gran pretexto fue la reedición de varios discos. Para los que asistimos al sold out del jueves fue aceptar que participar en el ejercicio de nostalgia avant-pop es un gran excusa para llegar absolutamente desvelados al trabajo. Todos ya traíamos en la mente que cierta sonrisa ningún jefe la podría matar.

La audiencia claramente entró en frenesí, gritando para solicitar canciones que más que clásicos se han establecido como cortes de culto de Stereolab, donde destaca el lado intelectual, emergen los amantes de la ciencia ficción y nos dejamos llevar por la voz de una mujer que nos ilustra elegantemente sobre los defectos del capitalismo en francés e inglés en un tono tan despreocupado que a todos nos hace sonreír, no hay forma de no dejarnos llevar por las engañosas canciones pop con metáforas sumergidas en ambiente de coctel.

En el primer concierto de Stereolab en México, escuchamos con exceso de atención su singularidad y convivimos con el extraño nicho que el grupo forjó durante sus 19 años de carrera y 10 de ausencia. Llámenlo un ejercicio de nostalgia, la realidad es que nunca estuvimos lejos del recordatorio de lo diferente que era Stereolab de los grupos de la década de los 90, sabemos que los seguimos disfrutando a través de su resonancia ¿en dónde estarían Cornelius, Deerhunter, Electralane y otros tantos actos importantes en festivales de la actualidad si no hubiera reventado esta molécula pop?

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