La primera semana de febrero, poco antes de que comenzara la pandemia, los integrantes de Panteón Rococó recibieron una llamada de OCESA.
-"Han roto récords, chicos".
Nunca antes, ninguna banda mexicana había agotado tres conciertos en el Foro Sol en fase de preventa. Sólo Madonna, Rammstein y The Rolling Stones lo habían logrado.
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"No nos la creíamos, era algo completamente histórico para nosotros", dice en entrevista exclusiva Dr. Shenka, vocalista de Panteón Rococó, quien acogió la noticia con cierto resquemor: ya antes había escuchado en Europa fuertes rumores sobre una posible crisis de salud mundial causada por un virus extraño proveniente de China.
"El plan era festejar nuestros 25 años en el Foro Sol, irnos de gira a Estados Unidos y Europa y darnos un descanso de un par de años, pero todo se vino abajo", recuerda el cantante.
El golpe a la banda de ska más popular del país fue inclemente. Cerca de 200 mil boletos ya se habían vendido en cuestión de días. Panteón Rococó es un grupo acostumbrado a las multitudes, pero jamás había vendido tanto. Sus presentaciones por el XXV aniversario auguraban ser la gran fiesta del rock en español de 2020. Algo sumamente emotivo para esta agrupación que se cocinó al hervor de los ideales zapatistas y que comenzó su carrera con tocadas gratuitas en Ciudad Universitaria.
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Quizá no haya banda que invite más a la convivencia colectiva que Panteón. Hoy, paradójicamente, para prevenir contagios sus integrantes ni siquiera se ven. Shenka contrajo Covid hace un par de meses y aún sufre las secuelas de la enfermedad. Y aunque se han encerrado a componer nueva música, cada quien trabaja desde su casa. Sólo tienen contacto por zoom.
En primera persona
La que sería la gira más grande de su carrera, por el momento, está congelada. Pospuesta para mayo del año próximo, aunque Shenka admite que no hay nada seguro: todo depende del semáforo epidemiológico y de cómo se controle la pandemia. Por ello, para evitar gastos innecesarios que pongan en riesgo la estabilidad financiera de la banda, lo miembros de Panteón evalúan la posibilidad de cerrar su centro de operaciones en Ciudad de México, donde siempre se reúnen a ensayar, producir, pensar y componer.
"Fue un golpe anímico muy grande para la banda y para nuestro público. De hecho, estamos pensando en cerrar nuestra oficina en México porque en este momento nadie está yendo. Se está pagando el espacio, pero no se está aprovechando", asegura Shenka, quien considera que las secuelas son más fuertes que la enfermedad. Actualmente dice padecer malestares estomacales y un cansancio intermitente y agudo.
De algún modo, a Panteón le pasó lo mismo que a tantos negocios del país que migraron al home office.
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"Pensamos en cerrar la oficina: ya después veremos si la recuperamos. Todavía estamos en ese balance, en ver si la podemos seguir solventando, porque hay otros gastos más importantes, particularmente el destinado a las familias de los compañeros que trabajan con nosotros. A veces no se dimensiona que, detrás de un grupo, hay todo un esquema de trabajo, una infraestructura que genera gastos y una fuga de recursos que ahorita podríamos aprovechar en otras cosas".
En agosto pasado, la agrupación originaria de la Ciudad de México lanzó su tienda virtual como una alternativa de financiamiento ante la pandemia, pero sobre todo como una nueva estrategia de cercanía con sus fans, que están distribuidos desde México y Colombia hasta Alemania, Rusia o Japón.
En esta tienda online hay playeras en 300 pesos, serigrafías en 400 y vinilos en 500. También hay un libro ilustrado llamado "EZLN habrá una vez” en 200 pesos, así como sudaderas en 600, pins en 150 y discos de entre 150 y 250 pesos.
“Aprovechamos el tiempo que nos ha dado esta cuarentena para lanzar nuestra plataforma, porque sabemos que el comercio electrónico ha tenido un crecimiento exponencial en los últimos meses”, dijo a esta casa editorial el bajista de la agrupación, Darío Espinosa, hace unos tres meses.
La carencia que nomás no acaba
Combativos desde la cuna, los integrantes de Panteón Rococó se asumen como personas de izquierda. Condición que, según Shenka, no los convierte en voceros de la Cuarta Transformación. Al contrario: su postura, dice, siempre estará al lado de los desposeídos y los marginados. Y si estos son desatendidos por cualquier gobierno, del lado o del color que sea, Panteón elegirá, siempre, a los de abajo.
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El grupo nació a mediados de 1990 como respuesta al autoritarismo del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Sus primeros éxitos fueron la banda sonora de una generación que atestiguó la decadencia del viejo régimen, ese que fue represivo contra toda manifestación juvenil que oliera a rebeldía o disidencia.
Después llegaron los gobiernos panistas y, una vez más, se instaló el PRI de la mano de un presidente cuyo emblema más oscuro fue, justamente, la desaparición de 49 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Panteón Rococó, a la par, señalaba todos esos vituperios mientras su fama subía como la espuma, con presentaciones cada vez más frecuentes en Norteamérica, Europa y Asia, al grado que el grupo decidió abrir una oficina en Berlín.
Y ahora que Panteón celebra un cuarto de siglo en medio de una pesadilla vírica que los privó de su gran fiesta, Shenka se pregunta cómo es que un gobierno que se autodenomina de izquierda puede llegar a ser tan poco sensible o empático. Porque si bien admite que ha habido aciertos en la estrategia para controlar la pandemia, también señala la gran negligencia que significa que el presidente se niegue a utilizar cubrebocas en eventos públicos. "Hay que predicar con el ejemplo", afirma.
Tampoco tolera que haya agresiones contra el personal de salud: "Una sociedad que violenta de esa forma a sus médicos es una sociedad estúpida y enferma".
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Pero lo que realmente lo atemoriza más es el futuro económico, que no pinta nada bien para casi nadie. Los más de dos millones de desempleados que ha contabilizado el IMSS desde que comenzó la pandemia —más los que no son registrados en las estadísticas oficiales por trabajar en la informalidad— son razón suficiente para que Panteón Rococó se sienta como una banda cuyas letras fueron escritas ayer. Porque para Shenka, la carencia, de ningún modo, es una canción: es una realidad que se recrudece día a día.
"La verdad es que muero de ganas de volver a subirme a un escenario y cantar La dosis perfecta, pero ahora que lo pienso, La carencia será una canción que tendrá un impacto muy cabrón el día que la gente esté frente a nosotros y pueda volver a reencontrarse bailando. Tal vez, ahí, en ese momento, nos caiga el veinte de lo que está pasando".
