/ martes 17 de noviembre de 2020

EU e Irán. Retrospectiva y retos para Joe Biden

Por Jorge Alberto Ortíz Almanza


La política inicial de Barack Obama hacia Irán tenía una lógica de presión (sanciones) y acercamiento (diplomacia) para lograr un acuerdo que relajara los temores de la comunidad internacional respecto al potencial perfil militar del programa nuclear iraní. Tal esfuerzo derivó en un impasse durante el primer mandato de Obama, pues sus contradicciones no permitieron superar retos en los siguientes ejes: generar confianza con Irán; convencer a las otras potencias, especialmente a China y a Rusia; persuadir a los opositores del acuerdo, especialmente a Israel, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y, dentro de Estados Unidos, al bloque republicano y a gran parte del influyente lobby pro-Israel. Ante este escenario, Obama logró avances en los dos primeros. Además de alinear a las otras potencias, Obama optó por la diplomacia secreta, apoyado por Omán, y así blindar el acercamiento con Irán frente a sus opositores, con el fin de construir la confianza necesaria y negociar, una vez que se reeligió, el primer acuerdo de 2013 que sería piedra angular del que se alcanzó en 2015 (Plan de Acción Integral Conjunto).

Sin embargo, Obama no pudo convencer a sus opositores internos y externos de que el PAIC era la ruta óptima para evitar a un Irán nuclear, debido a las características técnicas del mismo. Así, la política de "máxima presión" de Donald Trump encontró un terreno fértil para socavar cada uno de estos ejes. Seguro del apoyo interno y externo de los opositores al plan, Trump retiró a Estados Unidos del acuerdo, restableció un conjunto de sanciones en contra de Irán y realizó acciones agresivas como el asesinato de Qasem Soleimani en enero de 2020. Se reforzaron los lazos estratégicos con los principales adversarios geopolíticos de ese país—quienes invocan sus intereses legítimos de seguridad nacional—pues recibieron un trato favorable en materia política y de venta de armas por parte de Washington. Finalmente, al abandonar el PAIC, la confianza y credibilidad de Estados Unidos respecto a los aliados europeos, así como en relación a Rusia y China, quedaron debilitadas.

Joe Biden ha propuesto regresar, fortalecer y extender al PAIC, por lo que sus retos serán superar el campo minado en dichos ejes que deja la política de Trump, quien ha amenazado con imponer más sanciones en estos días. Además de reconstruir condiciones diplomáticas favorables con la República Islámica, Biden tendrá que adoptar un enfoque de equilibrio que trate de incorporar los intereses de los otros actores, de lo contrario su política podría ser revertida una vez más en caso de que los republicanos lleguen al poder en 2024. Para que el objetivo de la no proliferación en este caso se consolide en el mediano y largo plazo, Biden tendrá que evitar los fracasos de Obama: ya sea mediante el efecto candado interno, con apoyo del Congreso, ya sea mediante la negociación para convencer a los opositores de que el PAIC es el mejor medio. Una vez más, las características técnicas y políticas del mismo en su fortalecimiento y extensión serán clave. Si añadimos que Biden se perfila como un presidente de un término, entonces el reto es mayor.

Profesor de la Facultad de Estudios Globales en la Universidad Anáhuac México.

Por Jorge Alberto Ortíz Almanza


La política inicial de Barack Obama hacia Irán tenía una lógica de presión (sanciones) y acercamiento (diplomacia) para lograr un acuerdo que relajara los temores de la comunidad internacional respecto al potencial perfil militar del programa nuclear iraní. Tal esfuerzo derivó en un impasse durante el primer mandato de Obama, pues sus contradicciones no permitieron superar retos en los siguientes ejes: generar confianza con Irán; convencer a las otras potencias, especialmente a China y a Rusia; persuadir a los opositores del acuerdo, especialmente a Israel, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y, dentro de Estados Unidos, al bloque republicano y a gran parte del influyente lobby pro-Israel. Ante este escenario, Obama logró avances en los dos primeros. Además de alinear a las otras potencias, Obama optó por la diplomacia secreta, apoyado por Omán, y así blindar el acercamiento con Irán frente a sus opositores, con el fin de construir la confianza necesaria y negociar, una vez que se reeligió, el primer acuerdo de 2013 que sería piedra angular del que se alcanzó en 2015 (Plan de Acción Integral Conjunto).

Sin embargo, Obama no pudo convencer a sus opositores internos y externos de que el PAIC era la ruta óptima para evitar a un Irán nuclear, debido a las características técnicas del mismo. Así, la política de "máxima presión" de Donald Trump encontró un terreno fértil para socavar cada uno de estos ejes. Seguro del apoyo interno y externo de los opositores al plan, Trump retiró a Estados Unidos del acuerdo, restableció un conjunto de sanciones en contra de Irán y realizó acciones agresivas como el asesinato de Qasem Soleimani en enero de 2020. Se reforzaron los lazos estratégicos con los principales adversarios geopolíticos de ese país—quienes invocan sus intereses legítimos de seguridad nacional—pues recibieron un trato favorable en materia política y de venta de armas por parte de Washington. Finalmente, al abandonar el PAIC, la confianza y credibilidad de Estados Unidos respecto a los aliados europeos, así como en relación a Rusia y China, quedaron debilitadas.

Joe Biden ha propuesto regresar, fortalecer y extender al PAIC, por lo que sus retos serán superar el campo minado en dichos ejes que deja la política de Trump, quien ha amenazado con imponer más sanciones en estos días. Además de reconstruir condiciones diplomáticas favorables con la República Islámica, Biden tendrá que adoptar un enfoque de equilibrio que trate de incorporar los intereses de los otros actores, de lo contrario su política podría ser revertida una vez más en caso de que los republicanos lleguen al poder en 2024. Para que el objetivo de la no proliferación en este caso se consolide en el mediano y largo plazo, Biden tendrá que evitar los fracasos de Obama: ya sea mediante el efecto candado interno, con apoyo del Congreso, ya sea mediante la negociación para convencer a los opositores de que el PAIC es el mejor medio. Una vez más, las características técnicas y políticas del mismo en su fortalecimiento y extensión serán clave. Si añadimos que Biden se perfila como un presidente de un término, entonces el reto es mayor.

Profesor de la Facultad de Estudios Globales en la Universidad Anáhuac México.