El pasado 3 de julio, el Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC) divulgó a través de su portal la detección de una llamarada solar de magnitud X1 , acompañada de la eyección de energía, así como emisiones electromagnéticas, que se dirigen rápidamente a la Tierra. Pero, ¿cómo pueden afectarnos estos vientos solares? Aquí te lo contamos.
En primer lugar hay que explicar que el viento solar es una constante en el clima espacial de nuestro Sistema Solar y se refiere al flujo constante de partículas provenientes del Sol. Ahora bien, estas emisiones –compuestas por protones y neutrones– se modifican con la presencia de ciertos eventos en nuestra estrella, como pueden ser las llamaradas solares o la explosiones coronales.
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La energía magnética liberada por estos eventos viaja a grandes velocidades con dirección a la Tierra: cuando se trata de ráfagas de alta velocidad pueden alcanzar nuestro planeta en apenas ocho minutos, mientras a los vientos solares más lentos les toma al menos cinco días.
Al momento en que las partículas emitidas por el Sol comienzan a interactuar con el campo magnético de nuestro planeta es cuando podemos percibir las afectaciones.
¿Qué consecuencias tiene la actividad solar en la Tierra?
Los principales estragos se dan en las transmisiones de radio, debido a que los rayos-X emitidos por el Sol magnetizan una parte de la atmósfera que usualmente refleja las ondas de radio de alta frecuencia. Debido a este cambio, las comunicaciones que usan ondas de radio de alta frecuencia se pueden ver parcial o totalmente interrumpidas. Aerolíneas comerciales, así como algunas entidades de Gobierno y radiodifusoras utilizan este tipo de ondas.
Este fenómeno se presenta en la parte de la Tierra que esté en ese momento frente al Sol. En la otra cara se presenta un fenómeno diferente, aunque de igual manera puede interrumpir las comunicaciones.
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Así fue como sucedió el 3 de julio pasado debido a la llamarada solar que se registró ese días. Aunque sólo se trató de una interrupción momentánea, se perdió completamente la comunicación por radiofrecuencia.
Además de los rayos-X, los vientos solares arrastran fuertes cargas de protones y neutrones hasta el campo magnético de nuestro planeta. La interacción de estas partículas con la atmósfera terrestre dan como resultado las auroras boreales.
A diferencia del campo magnético que cubre la cara de la Tierra frente al Sol, que suele compactarse debido a la presión que ejerce el viento solar sobre él, el campo que protege la cara nocturna del planeta se distiende. Este fenómeno es lo que permite la acumulación de partículas, que regresan a la Tierra atraídas por los polos magnéticos y dan como resultado el colorido espectáculo tanto en el Norte como en el Sur.
En estos casos, la interferencia de las frecuencias de radio es más común en los círculos polares, donde la colisión de las partículas con la atmósfera es más fuerte.
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Los vientos solares también pueden afectar los servicios de televisión satelital y la navegación GPS. Por otro lado, en un escenario más grave, se podrían ver comprometidas las plantas de transmisión eléctrica, lo que dejaría sin suministro a las comunidades, con todos las complicaciones que eso conlleva.
Expertos de la NASA y otras agencias espaciales trabajan en conjunto para desarrollas sistemas que permitan establecer patrones y así poder predecir el clima espacial como ocurre con los fenómenos terrestres. Para esto se valen de múltiples satélites fuera de nuestro planeta, así como observatorios sobre la tierra.
Las llamaradas solares marcan el inicio de un nuevo ciclo para el Sol –parecido al de los huracanes–, que, conforme avanza el tiempo, llega a un momento álgido, donde su actividad se vuelve más poderosa y con mayor potencial de peligro para la Tierra.
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En uno de estos momentos álgido se registró la mayor llamarada solar observada en la historia. Ocurrió en 1859 y se nombró como el Evento Carrington, en honor al astrónomo Richard Carrington, quien presenció el acontecimiento y asoció por primera vez la actividad solar con las alteraciones geomagnéticas en la Tierra.